Lo que va de ayer a hoy
(Historias bíblicas
de ayer que se repiten hoy)
La religión del miedo o el miedo a la
religión
Ayer.
Parece lógico que todo lo que no
entendemos nos da miedo y lo que nos da miedo hacemos lo posible para no
entenderlo Por algo los artistas caen en dos extremos:
(Hay muchos matices entre esos
extremos) lo realista que es reproducir lo mejor posible la realidad que vemos,
oímos, tocamos…
Y lo surrealista aparentemente
absurdo que deforma o transformala realidad por lo general de manera
inquietante.
También hay un modo de presentar una
realidad no amenazante sino ilusionada, reflejando sueños bellos, utópica, como
decimos.
Algunos artistas son responsables de anunciar mensajes religiosos
de unos seres que con distintos nombres llaman dioses. Muchos de estos
artistas, pintores, escultores… los presentan con aires de poder, de amenaza,
de exigencia, de castigo…
Parece que en épocas prehistóricas
empezaron
siendo diosas, relacionadas
con fertilidad, maternidad,…
Pero, según cuentan
los antropólogos, los hombres
fueron conquistando el poder en sus
tribus y las diosas se fueron transformando en dioses, que
manejaban los instrumentos
agrícolas y las armas de caza o guerra.
Quienes rezamos los salmos de la Biblia
nos sobresaltamos cada vez que allí se repite “Señor dios de los ejércitos”.
Somos herederos de aquel pueblo que consiguió huir de la esclavitud de los
egipcios y salir en busca de nuevas tierras donde cultivar sus tierras, llevar
a pastar sus rebaños. Pero como esas tierras estaban todas habitadas por otra gente,
esos pueblos se volvieron guerreros a las órdenes de quien les hablaba en
nombre de Dios.
Y así, siguiendo la caravana de
Moisés, Josué, David…hemos llegado camino de esta tierra prometida hasta.
HOY
Si repasamos la formación “cristiana”
que muchos hemos recibido, en el ambiente cultural donde esto se escribe,
posiblemente reconozcamos que han predominado en esa educación muchos detalles
de amenaza, de miedo, de castigo.
Puede ser por el rastro del que
hablábamos, siguiendo a la antigua
religión y saltando al nuevo testamento…
¿nuevo?
En el punto medio entre el pueblo de
Israel y lo que hoy llamamos Iglesia aparece un tal Jesús, hijo de David, como le
decían por los caminos de Palestina y llamado
Cristo, ungido de Dios, como le
aclamaron sus seguidores por los nuevos caminos
que recorrían desde las ruinas
de Jerusalén a los nuevos pueblos que les fueron acogiendo.
Pero por aquellos nuevos caminos y
entrando en puertas de nuevas murallas
aquellos peregrinos seguían leyendo los antiguos volúmenes junto con la
nueva buena noticia de Jesús y seguían aclamando en los salmos al “Señor Dios
de los ejércitos.”
Parece que no nos da mucha vergüenza.
En los veinte siglos de camino que hemos seguido por las sendas de la historia,
después de haber sido perseguidos
hemos vuelto construir palacios y fortalezas y a convertir los arados en
espadas y las podaderas en lanzas, para decepción del viejo Isaías que había
prometido lo contrario (leer Isaías 2,4) Hemos encendido hogueras para quemar a
los paganos, a los herejes y a los brujos mientras ensalzamos a nuestros
mártires que habían devorado las fieras y hoy
destrozan con explosivos.
Ya no caminamos por el desierto.
Estamos muy bien instalados
Hay una iglesia bien estructurada formada
por personas con toda clase de títulos. Aparte de los históricos: papa,
obispos, presbíteros se siguen añadiendo ministros, acólitos, exorcistas,
predicadores… Desaparecen unos y aparecen otros títulos. Los llamados seglares, laicos,… buscan
conseguir esos títulos y categorías. No les convence llamarse
simplemente seguidores de Jesús.
Lo que era simplemente iglesia (que quiere
decir “asamblea”) se convierte fácilmente en iglesia
“templo”. Las iglesias para muchos no son reuniones de personas. Ahora se
“construyen” iglesias.
Lo que era vivir en comunión, unidos,
se va convirtiendo en ir a hacer la comunión, mejor hacer la primera comunión,
que es la bonita. Luego ya… lo de vivir
en comunión no se entiende.
Y Dios a quien se reza, más o menos
rutinariamente, sigue siendo el Dios que te puede castigar, como se dice a los
pequeños (y a los mayores), al que se le
“pagan” misas para pedirle favores, y a ese Jesús que llaman su Hijo que fue un humilde campesino se le ha
convertido en un señor de solemnes vestiduras rodeado de rayos luminosos con el que no parece conveniente tener muchas
confianzas.
Hay más desconcierto en este camino,
desde los dioses de los primeros tiempos a lo que hoy se monta en torno a Dios.
Tal vez pensando, meditando, podamos ir
despojándonos de esa
religión del miedo y descubrir en el fondo de toda la vida
ese espíritu de Jesús, que nos libere y nos
ayude a descubrir una nueva manera de vivir abierta al mundo.