Quieres suscribirte al blog?

Colaborando con...

24 de agosto de 2017

LA RELIGION DEL MIEDO



Lo que va de ayer a hoy
(Historias   bíblicas de ayer que se repiten hoy)

   La religión del miedo o el miedo a la religión

 Ayer.
Parece lógico que todo lo que no entendemos nos da miedo y lo que nos da miedo hacemos lo posible para no entenderlo Por algo los artistas caen en dos extremos:

(Hay muchos matices entre esos extremos) lo realista que es reproducir lo mejor posible la realidad que vemos, oímos, tocamos…





 

Y lo surrealista aparentemente absurdo que deforma o transformala realidad por lo general de manera inquietante.

 

También hay un modo de presentar una realidad no amenazante sino ilusionada, reflejando sueños bellos, utópica, como decimos.




Algunos artistas son   responsables de anunciar mensajes religiosos de unos seres que con distintos nombres llaman dioses.   Muchos de estos artistas, pintores, escultores… los presentan con aires de poder, de amenaza, de exigencia, de castigo…

 
Parece que en épocas prehistóricas empezaron 
siendo diosas, relacionadas con   fertilidad, maternidad,… 







Pero,  según cuentan  los antropólogos,  los hombres fueron conquistando el poder  en sus tribus  y las diosas  se fueron transformando en dioses,   que   manejaban  los instrumentos agrícolas y  las armas de caza o guerra.






Quienes rezamos los salmos de la Biblia 
nos sobresaltamos cada vez que  allí  se repite “Señor dios de los ejércitos”. Somos herederos de aquel pueblo que consiguió huir de la esclavitud de los egipcios y salir en busca de nuevas tierras donde cultivar sus tierras, llevar a pastar sus rebaños. Pero como esas tierras estaban todas habitadas por otra gente, esos pueblos se volvieron guerreros a las órdenes de quien les hablaba en nombre de Dios.



Y así, siguiendo la caravana de Moisés, Josué, David…hemos llegado camino de esta tierra prometida hasta.

HOY
Si repasamos la formación “cristiana” que muchos hemos recibido, en el ambiente cultural donde esto se escribe, posiblemente reconozcamos que han predominado en esa educación muchos detalles de amenaza, de miedo, de castigo.

Puede ser por el rastro del que hablábamos, siguiendo a la antigua
religión y saltando al nuevo testamento… ¿nuevo?

En el punto medio entre el pueblo de Israel y lo que hoy llamamos Iglesia aparece un tal Jesús, hijo de David, como le decían por los caminos de Palestina y llamado   Cristo, ungido de Dios, como le aclamaron sus seguidores por los nuevos caminos  que   recorrían desde las ruinas de Jerusalén a los nuevos pueblos que les fueron acogiendo.



Pero por aquellos nuevos caminos y entrando en puertas de nuevas murallas   aquellos peregrinos seguían leyendo los antiguos volúmenes junto con la nueva buena noticia de Jesús y seguían aclamando en los salmos al “Señor Dios de los ejércitos.”



Parece que no nos da mucha vergüenza. En los veinte siglos de camino que hemos seguido por las sendas de la historia, después de haber sido perseguidos    hemos vuelto construir palacios y fortalezas y a convertir los arados en espadas y las podaderas en lanzas, para decepción del viejo Isaías que había prometido lo contrario (leer Isaías 2,4) Hemos encendido hogueras para quemar a los paganos, a los herejes y a los brujos mientras ensalzamos a nuestros mártires que habían devorado las fieras y hoy  destrozan con explosivos.

Ya no caminamos por el desierto. Estamos muy bien instalados

Hay una iglesia bien estructurada formada por personas con toda clase de títulos. Aparte de los históricos: papa, obispos, presbíteros se siguen añadiendo ministros, acólitos, exorcistas, predicadores… Desaparecen unos y aparecen otros títulos.  Los llamados seglares, laicos,… buscan conseguir esos títulos   y categorías. No les convence llamarse simplemente seguidores de Jesús.



Lo que era simplemente iglesia (que quiere decir   “asamblea”) se convierte fácilmente en iglesia “templo”. Las iglesias para muchos no son reuniones de personas. Ahora   se “construyen” iglesias.



Lo que era vivir en comunión, unidos, se va convirtiendo en ir a hacer la comunión, mejor hacer la primera comunión, que es la bonita. Luego ya… lo de vivir en comunión no se entiende.



Y Dios a quien se reza, más o menos rutinariamente, sigue siendo el Dios que te puede castigar, como se dice a los pequeños (y a los mayores),  al que se le “pagan” misas para pedirle favores, y a ese Jesús  que llaman su Hijo  que fue un humilde campesino se le ha convertido en un señor de solemnes vestiduras rodeado de  rayos luminosos  con el que no parece conveniente tener muchas confianzas.

Hay más desconcierto en este camino, desde los dioses de los primeros tiempos a lo que hoy se monta en torno a Dios.



Tal vez pensando, meditando, podamos ir despojándonos de esa
religión del miedo y descubrir en el fondo de toda la vida ese espíritu de Jesús, que nos libere    y nos ayude a descubrir una nueva manera de vivir abierta al mundo.