Sí tenemos voz
para gritar.
Lo que faltan son oídos
que nos oigan.
Aunque somos vulnerables
Ya se está endureciendo
nuestra piel.
Se nos curte
gracias a las cicatrices
que nos marcan
los espinos de metal.
Nuestro rostro se endurece
frente al gesto prepotente
del mandado que anda
armado
y le mandan
a que corte el paso
de los niños y mujeres
que no tienen
pasaporte de turistas;
pues tenemos solamente
hambre y miedo;
pero eso no se admite
de equipaje.
Sí tenemos voz
Y nos la escuchan
los oídos de Francisco
y otros cuantos
que hacen eco a
nuestros gritos.
Pero ese eco
se evapora en el despacho
del ministro
y en los cálculos de los
economistas,
que no cuentan como ingreso
que tengamos cicatrices
Y tengamos voz y angustia.
Solamente confiamos
En que aumenten
Con las nuestras
otras voces:
Las de ustedes
que esto leen,
los que miran estas fotos
y se sienten conmovidos,
pero callan
y permiten que el ministro
junto a sus economistas
siga calculando el
producto interno bruto
y embrutece a los mandados
que protegen brutalmente
las fronteras.
Sí tenemos nuestra voz
Pero es pequeña,
Si ustedes que esto leen
No se juntan
a gritar junto a nosotros,
Y que mande su ministro
A los mandados bien
armados
para que abran de una vez
tanta alambrada
y podamos abrazarnos
y poner
junto a su oído
nuestra voz agradecida
¡Porque sí tenemos voz!