¿QUÉ
QUEDA DE LA OPCIÓN POR LOS POBRES?
La opción por los pobres fue uno de los
pilares de las primeras comunidades de base. Luego, con el paso del tiempo ha
ido decayendo.
Y ahora, parece ya un disco rayado que
no se le hace caso, incluso que molesta que nos lo recuerden. Pero, creemos que
es necesario insistir en ello porque es la quinta esencia del evangelio de
Jesús y de la ética. Se trata sobre todo de una opción por la justicia
indeclinable de cada ciudadano o ciudadana. No podemos mirar para otro lado, es
preciso abordar el tema no solo de la pobreza, sino de los pobres. Esta puede
ser una ocasión para reavivar la olvidada opción.
1-
Qué entendemos por Subversión:
Subvertir significa mover el ánimo de la
gente para inducirle a adoptar una actitud rebelde u hostil en orden a cambiar
el orden público y moral, dice el Diccionario de Lengua.
Se trata de tener una versión distinta,
una interpretación del mundo desde la cultura de la pobreza, ver la Vida desde
los de abajo, desde el mundo de las personas empobrecidas, no desde el “orden
establecido” por esta sociedad capitalista, no desde las instituciones, no
desde cómo presenta la sociedad esta TV y la prensa. Subvertir es ver,
analizar, el mundo desde los “sub”, desde el suburbio, desde los subalternos,
desde los que están por debajo. Es decir, desde los pobres, de los que no
tienen, no saben o no pueden. La subversión que propugnamos no es nada
violenta.
Subvertir el orden establecido significa
no ser inmovilistas, no dejar que las cosas sigan como están, no ser cómplices
con este sistema, es decir, tratar de ver el mundo con otra escala de valores.
Valorar positivamente, a los de abajo, los que nada tienen, los desahuciados,
los inmigrantes, los refugiados, todas las personas empobrecidas que el mundo y
el sistema desprecian y explotan. Ver a todos estos colectivos desde la ética,
desde los derechos humanos. Y en primer lugar, valoramos la Vida de las
personas y los pueblos, en contra de todo lo que es muerte lenta, destrozo y
guerras. Valoramos los derechos y las libertades que les niega el sistema.
Valoramos el amor, la fraternidad, la solidaridad, por encima de todo. Esa es
la subversión: mirar el mundo desde una óptica completamente distinta Es
caminar a contra-corriente. Lo normal, lo corriente, no es pensar así. Lo
corriente es la mirada del conformismo. Nuestra mirada es la mirada de la
rebeldía, de la subversión, la que mira al pobre desde la vida y desde la
dignidad. Desde su barrera, no desde arriba. Es sentir la nostalgia por los
excluidos de esta sociedad, es decir, por todas las personas empobrecidas del
mundo. Los pobres son los que no tienen, no saben y no pueden.
A.- Los que no tienen… techo, comida,
dinero, agua, tierras, trabajo, escuelas, hospitales, “papeles”,… No tienen
casi nada.
B.- Los que no saben… cuáles son sus
derechos. Los que no están informados de lo que pasa en el mundo, en su país,
en su familia. Los que a veces no tienen ni idea de qué se les acusa cuando les
detienen. Muchos no saben leer ni escribir, ni hacer cuentas, porque no han ido
a la escuela.
C.- Los que no pueden… No tienen
recursos para salir de su pobreza y miseria. No tienen oportunidad de salir
fuera de su país y conocer otros mundos. No tienen medios para curarse de sus
enfermedades.
D.- Los que viven… con enfermedades
curables y sin medicinas porque son muy caras. Viven con mucho miedo. Sin
abrigo. Huyendo del hambre de su tierra en pateras y cayucos. O de las guerras
que promueven los poderosos. Esperando encontrar otro país en el que puedan
vivir. Arriesgando su vida y muriendo por sus familias en una salida obligada
de su país. A veces meses y meses en campos de desplazados y de refugiados.
En campos enormes de concentración, años
y años, siempre en tiendas de campaña, sin conocer lo
que es una casa, ni el
calor de un hogar. Sin defensa posible, sin protección social ni jurídica.
Olvidados y abandonados de las autoridades, de sus jefes de gobierno.
Porque no es posible ver, mirar,
analizar, este mundo de los de abajo sin sentir vergüenza, indignación, rabia e
impotencia, y clamar por la justicia, y al mismo tiempo dejar de tomar partido
y comprometerse.
En esta reflexión sobre las personas
empobrecidas, víctimas del capitalismo imperialista, afirmamos una radical
subversión, es decir, que lo hacemos tomando partido. Lo hacemos desde una
postura de radical indignación ética y desde una insobornable solidaridad con
todas las víctimas de la injusticia, la agresión y el despojo.
Nos situamos obstinadamente del lado de
las víctimas para hacer frente a una dinámica histórica de indignas estrategias
belicistas y de políticas -económicas, sociales y culturales-, que sacrifican
en el altar del lucro a millones de seres humanos.
Entendemos que las víctimas deben ser el
criterio de verdad de cualquier visión del mundo y de cualquier análisis de las
relaciones internacionales. Porque el sufrimiento humano, sean cuales fueren
sus causas, es siempre una gran interpelación para todo ser humano,
especialmente para los cristianos. Y ante él no caben justificaciones o
indolencias y, mucho menos, discursos que propugnan la cómplice resignación. La
resignación no es ética.
2.-
Por qué es Ética la subversión:
Porque no somos conformistas con este
régimen de muerte y de mentira, no queremos ser cómplices de esta sociedad que
margina a los más necesitados. Frente a esta decadencia ética y política que
padecemos, ofrecemos una alternativa ética.
Se trata de tener una mirada nueva, una
versión ética, claramente comprometida, con los valores básicos de la ética, es
decir, con la vida, la justicia, la libertad, la verdad, la paz. Se trata de
sacudir las conciencias para instalarnos en la óptica de la Vida, de los
derechos humanos, de la dignidad, para desmontar el poder de los de arriba y
reconstruir los auténticos valores de los de abajo, del pueblo sufriente. Se
trata de hacerles justicia y que gocen de verdad de las auténticas libertades.
Repetimos, no sólo una mirada, una versión, sino sobre todo un compromiso
ético.
Para Aristóteles (siglo IV a.c.), por
ejemplo, política y pobreza van tan unidas que la segunda llega a
ser la razón
de ser de la primera. Dice en su Política que en toda sociedad hay dos partes,
la de los pobres y la de los ricos. El noble arte de la política consiste en
hacerlos convivir, asunto nada fácil, señala, porque los ricos quieren imponer
sus reglas y los pobres, los únicos interesados en reglas comunes, no tienen
fuerza para hacerlas valer. El Filósofo, que no era un revolucionario
precisamente, entendió, sin embargo, que solo desde el margen, es decir, desde
la pobreza podrían pensarse reglas justas de convivencia porque el secreto de
los que viven al margen es saberse marginados y eso, la marginación, no podía
ser el precio de la convivencia. Aristóteles pensaba que quien haya
experimentado una vez la dureza de la marginación, no podía aceptar que el
precio de la vida en común fuera la exclusión de algunos.
El paso de la indignación y la rabia, a
la organización, sólida y persistente, es la clave de cualquier proceso de
cambios profundos y radicales. Rabia nos sobra en estos momentos, falta
organizarla.
3.-
Una pequeña mirada a la subversión
Hay varios aspectos de la subversión,
-ver, analizar el mundo desde abajo- y que conviene tenerlos en cuenta a la
hora de analizar la realidad y comprometerse.
La subversión política: Se trata de ver
el mundo de la política desde abajo. Es decir, ver cómo sus justas
reivindicaciones se debaten en el parlamento, ver las distintas disputas entre
los partidos. Y sentir rabia e indignación al comprobar que no atacan los
verdaderos problemas de la mayoría sufriente. Y saber que las decisiones
importantes las toman siempre los de arriba, la Troika, sin contar con la
gente. Una democracia que al no ser de verdad representativa, tampoco es
participativa.
La subversión económica: ver cómo sigue
estancado el número de parados de larga duración. De que en muchos hogares no
entra ningún ingreso, que los que tienen algo apenas pueden llegar a fin de
mes, que muchos malviven con la pensión de los abuelos, que tienen que ir a
comedores sociales para poder comer, o buscar cada día la comida en los
contenedores.
La angustia de no poder pagar la
hipoteca o el alquiler de la casa, de no poder pagar la factura del gas, de la
electricidad, del teléfono, del colegio de los niños, etc. Y pasar mucha
vergüenza con todo esto. Algunos datos: 12,5 % de los trabajadores de la Unión
Europea son pobres, en España es el 15% y en EEUU es el 25% y no ha parado de
subir en los últimos años (Europa Press). Hay 8 personas que son más ricas que
3.600 millones de pobres, más de la mitad de la humanidad. [Oxfam].
La subversión cultural: para muchos el
no saber leer o escribir les supone una dificultad muy seria en la vida social,
no conocer el significado de muchas leyes y ordenanzas, no haber podido ir a la
escuela o a la universidad, pasan miedo, vergüenza, impotencia, ir casi siempre
con la misma ropa, no conocer otros mundos…Y con frecuencia, casi sin esperanza
de que esto cambie o haya alguna mejora.
Para todas estas personas reclamamos la
vida y la dignidad que les niegan los poderes de este mundo. Esta es la
subversión, una alternativa a la opresión política, económica y cultural que
sufren estos colectivos empobrecidos:
Donde hay
procesos de muerte lenta, tratamos de poner vida.
Donde hay
mentira u ocultación de la verdad, ofrecemos análisis de la realidad.
Donde hay
acumulación de bienes, invitamos a compartir bienes y servicios.
Donde hay
incultura, proponemos una educación pública y laica de todos y para todos.
Donde no hay
derecho, insistimos en la denuncia de los DH que no se realizan en las clases
populares y sí en las clases pudientes.
Al ver este panorama, nuestra
indignación va dirigida contra esa violencia estructural del sistema, es decir,
contra esa acumulación incesante de beneficios que no reparte ni comparte,
contra esa democracia cuyas decisiones las toma la economía de mercado, la
troika, y no el parlamento. Estamos en contra de la des-información constante
que nos ofrecen la mayoría de los medios de in-comunicación que nos trasmiten
una forma especial de entender la vida, lejos de una mirada humanizadora desde
abajo.
Desde la experiencia acumulada de muchos
años, los cristianos y cristianas de, podemos hacer un examen de nuestra experiencia
y comprobar que no hemos sido suficientemente coherentes con nuestras opciones
y nuestros compromisos, con nuestra práctica social y con la solidaridad
económica y política en favor de las personas empobrecidas. Nos queda todavía
un largo camino a recorrer. La opción por los pobres sigue golpeándonos, no se
ha terminado.
Pero, a pesar de todo, mantenemos la
esperanza utópica, porque la esperanza es una virtud de los pequeños. Los
grandes, los satisfechos, no conocen la esperanza; no saben qué es. Son ellos,
los pequeños, los que luchan, las personas empobrecidas, las que transforman el
desierto en exilio. Se trata de tener y mantener un horizonte de esperanza, de
que se vaya realizando ese ideal de vida digna para todos los Seres Humanos. La
esperanza hace cambiar la soledad desesperada, el sufrimiento humano, en un
camino llano sobre el cual caminar para ir al encuentro de la vida digna. Y
llegamos a la conclusión: dejémonos que nos enseñen qué es la esperanza.
¡Dejémonos enseñar la esperanza!
Esperemos, comprometidos y confiados, la
llegada de la Utopía, y cualquiera que sea el desierto de nuestras vidas (cada
uno sabe en qué desierto camina, con qué silencio vive) se convertirá en un
jardín florido y en una sinfonía armoniosa. ¡La esperanza no defrauda a nadie!
Lo decimos otra vez: “¡La esperanza no defrauda!” Está en lo más hondo de la
persona, forma parte de la metafísica de la naturaleza humana. El Ser Humano,
siempre espera algo, ¡¡nunca deja de esperar!!
Nos gustaría establecer con todos vosotros
y vosotras un diálogo sobre estos temas, siempre que sea posible. Estamos
abiertos a mantener un debate horizontal y reflexionar juntos en grupo o
personalmente, cuando sea oportuno. ¡¡¡Os esperamos!!!
José María
García-Mauriño