Les ofrecemos aquí la narración de
una sucia trampa de Televisa (Mexico)
engañando al pueblo Mexicabo, seguido de un análisis de Telesur (Venezuela)
para que sean cautos ante muchos manejos de los medios de comunicación.
El
reality de Frida Sofía o la desmesura mediática de Televis
De la tragedia ocurrida en el Colegio
Enrique Rébsamen, donde han fallecido 25 personas (21 niños y cuatro adultos)
al venirse abajo la pesada estructura del edificio, desde la mañana del
miércoles 20 surgió la esperanza de rescatar con vida a una niña de primaria
atrapada entre los escombros.
Cámaras, micrófonos, drones, despliegue
de rescatistas y algunos familiares se trasladaron hasta la escuela para
observar “el milagro”. Las principales televisoras, sobre todo Televisa, se
enlazaron en vivo y durante nueve horas continuas transmitieron las labores de
rescate que poco a poco se fue transformando en un reality show que terminó
como un ejercicio de desmesura mediática y caos informativo.
La reportera de Televisa Danielle
Dithurbide se convirtió en la principal conductora de este reality, que por
momentos recordaba a La Rosa de Guadalupe y en otros traía a la memoria escenas
de los sismos de 1985 y de la nada sutil manipulación emocional de los televidentes
para olvidarse de los otros damnificados y de las otras aristas de la tragedia.
A las cámaras y señales de Televisa les
siguieron también las de TV Azteca, Imagen TV, Canal Once, decenas de medios
internacionales, jóvenes reporteros de medios digitales y rescatistas que se
sometieron al control de la Policía Federal y de la Secretaría de Marina que
tuvieron el control de la escuela devastada.
El
almirante de la Marina José Luis Vergara Ibarra confirmó a los medios de
comunicación que tras cuatro horas de maniobras de rescate habían detectado a
una niña con vida.
“Hay una niña que aún escuchamos está
con vida. Y es ahí donde realizamos el mayor esfuerzo porque está muy
complicado el rescate”, confirmó el almirante ante las cámaras de Televisa.
El
reality se llenó de ingredientes de todo tipo: una profesora aseguró que había
una niña llamada Frida Sofía y que estaba en primaria; un “marino” (sin nombre
preciso) dijo que una niña llamada Frida movió su mano y pidió agua; algunos
medios aseguraron que la menor tenía 12 años.
La niña que se llamaría Frida se volvió
la heroína sin rostro de una tragedia necesitada de símbolos y de las
televisoras hambrientas de rating.
En sus transmisiones nocturnas, Televisa
fue el único medio que tuvo el privilegio de estar cerca de las labores de
rescate en el Colegio Enrique Rébsamen, mientras el resto de los medios fueron
alejados ante la zona acordonada.
A cambio, los conductores de la
principal televisora alabaron la labor de la Secretaría de Marina que tomaba el
control de facto de este espectáculo digno de un maratón televisivo, con
llamados a la esperanza y la frase “Fuerza México” repetida hasta el cansancio.
A la hora del noticiario estelar de “Las
Estrellas”, los conductores Denise Maerker y Joaquín López Dóriga, revivido en
las pantallas de Televisa, concentraron el 90% del tiempo de transmisión en el
suceso del “rescate de Frida Sofía”.
Para ellos, el caso del rescate de Frida
Sofía del colegio Rébsamen se volvió en “el símbolo de la esperanza de México”.
López Dóriga no mordió completo el anzuelo del reality show y dejó sola a
Denise Maerker cuando también “guardaba silencio” como si estuviera en el sitio
de rescate y no en un estudio televisivo.
Lo mismo hicieron Imagen TV, TV Azteca y
Milenio TV, pero sin el acceso privilegiado y en primer plano a las labores de
rescate y sin la desmesura de Televisa.
Al filo de las 23 horas se subió en las
redes sociales el video de dos jóvenes rescatistas que anunciaron, eufóricos,
que habían rescatado a una niña llamada Frida Sofía o Ana Sofía. Las
autoridades no confirmaron esta versión. Y los conductores de Televisa se
molestaron.
Anticlimático, el titular de Educación
Pública, Aurelio Nuño, en lugar de sumarse a la euforia colectiva, declaró en
Televisa que le pedía a los familiares de los niños bajo los escombros de la
escuela que se comunicaran a la SEP.
Surgieron otras versiones de que la niña
no se llamaba Frida Sofía y también otras que indicaban que no había ninguna
menor con vida bajo esos escombros. De la esperanza se cayó en el caos
informativo, porque nadie confirmaba lo que durante horas alimentó las
transmisiones televisivas.
En medio del reality, al filo de la
medianoche, surgió un brote de nerviosismo por un “microsismo” que podría ser
una réplica del sismo del 19 de septiembre. La alarma bajó, pero la transmisión
de Televisa continuó hasta que ya no había esperanza de observar el rescate
triunfal de una menor.
En su último reporte de esta mañana, la
reportera Dithurbide afirmó que desde las 5 de la madrugada las labores de
rescate “fueron suspendidas por completo, por lo frágil de la estructura”, y
sólo hay un equipo de especialistas trabajando en los escombros de la escuela.
Los rescatistas civiles fueron
desplazados. Ya nadie más en Televisa volvió a mencionar a la niña Frida Sofía,
pero en TV Azteca, Hannia Novel, citando a la propia SEP, afirmó que en la
lista de niños del Colegio Enrique Rébsamen no había ninguna menor que se
llamara así.
La reacción en las redes sociales fue
desde la decepción hasta la dura crítica a los medios de comunicación, en
especial a Televisa, porque todo sonaba “perverso”.
Una niña que se movía, una niña que
recibió agua, una niña que habló, que se comunicó con el exterior. Ahora
resulta que nadie puede confirmar si existió, aunque ya todos saben que no se
llamaba Frida Sofía.
A pesar de eso, en su primera plana de
este 21 de septiembre, el periódico La Razón publicó como nota principal: “El
país contiene aliento ante el largo rescate de la niña Frida”. Y El Universal
también le hizo segunda en su primera plana: “La esperanza se llama Frida”.
Ahora, la decepción del reality se llama
Frida.
(Tomado de proceso.com.méxico)
Comentario en Telesur:
25 septiembre 2017
"Frida
Sofía” bajo los escombros mediáticos: Los designios de la falsedad
Inventaron una niña “sobreviviente” que,
bajo los escombros, sirvió para mentir melodramáticamente y le inventaron un
nombre: “Frida Sofía”[1]. Si alguien conservaba dudas sobre los alcances de la
“Pos-verdad” y la “Plus-mentira”, con la operación mediática armada entre el
Gobierno Mexicano y TELEVISA (durante las tareas de rescate por el
sismo del 19-09-17) se consolida un
ejemplo acabado y escandaloso sobre lo que son capaces de inventar los genios
de la comunicación mercantil, discípulos herederos de las “armas de destrucción
masiva”.
No se trata de una “novedad” ni se trata de un “récord” especial, se trata de la reiteración impúdica de una lógica perversa que con la impunidad del “poder de los medios”, se atreve a manosear cualquier cosa a cambio de un poquito de “rating” cargado con credibilidad de ocasión rentable. ¿Para qué, por qué, quién dio la orden, quién se benefició, quiénes son los responsables? Tan pronto se desnudó la mentira TELEVISA se lavó las manos y responsabilizó al Gobierno (Secretaría de Marina) y ambos echaron la culpa sobre los “rescatistas”. No obstante, locutores y políticos, usaron la tecnología y el espectro radioeléctrico concesionado por el Estado, para operar un plan que debe ser explicado a todas luces para deslindar responsabilidades, fueren las que fueren.
Mentir en público, usando escenarios de
tragedia, usando voces oficiales que juran y perjuran (durante horas) que los
dichos y los hechos son verdad, pura verdad y nada más que verdad, debería
merecer sanciones muy severas y no sólo de tipo administrativo, ético o moral,
porque se trata de un delito de lesa humanidad. No es un chiste ni un “reality
show”. A la impudicia de la falsedad en público se suma la impunidad
consuetudinaria. ¡Ya basta!
Y ahora, de los creadores de
“Frida-Sofía” tendremos en cartelera el viejo-nuevo espectáculo del “yo no
fui…” Drama mediático en varios actos para que todos pasen, como Pilatos, a
lavarse las manos. No sería de sorprender que ahora TELEVISA organizara un
TELETON para, aprovechando el terremoto, reunir dinero y financiar a sus
empresas constructoras y sus negocios inmobiliarios. Y a sus cuates, claro. Aun
con la evidencia dolorosa e irritante del plan “Frida-Sofía” hay personas que
siguen creyendo (acaso lo prefieran) todas las mentiras que se difunden sin
descanso contra, por ejemplo, Venezuela.
Si la operación “Frida-Sofía” tuvo por
intención desmoralizar y desmovilizar al pueblo de México, con una moraleja
anti-política, (todo es mentira, todo es corrupción, la “política” es un asco…)
los hechos muestran que “al pueblo sólo lo salva el pueblo” y eso está a la
vista en las calles donde se auto-organizan brigadas de salvación, apoyo y
critica contra toda la parafernalia gubernamental y empresaria empeñadas en
adueñarse de los escombros, los muertos y los predios para un plan inmobiliario
perverso. Ya hay empresarios, de todo el mundo, en su papel de buitres,
hablando de “inversiones”, créditos y planes de “desarrollo urbano”.
Pero la falacia del plan “Frida-Sofía”
tiene aristas semióticas muy complejas de las que puede (y debe) obtenerse el
“retrato” claro y actualizado de una lógica de la manipulación que se ha
convertido en “cultura” mediática donde todo se perdona a cambio de seducir
audiencias, si logra emocionarlas y convencerlas de que los “protagonistas” son
gente “buena” trabajando por el bien de todos. En un país con los niveles de
“popularidad política” más bajos de la historia reciente; donde los propios
medios cruzan una crisis de credibilidad -ganada a pulso-; donde todo lo que
suena a “política” es considerado denigrante, corrupto y represivo… en un país
donde reina el fraude, el crimen organizado,
la impunidad de los ricos y el cinismo
de los funcionarios, un episodio como el de “Frida-Sofía”, mueve y conmueve
fibras semánticas en las que los pueblos quedan en franca vulnerabilidad. Y así
fueron a golpearlo.
Ahí se manipuló la solidaridad con el
más débil, la impotencia, la desesperación y el miedo. Se pusieron en juego los
valores y los sentimientos, los dolores y los resentimientos, la necesidad de
justicia y la necesidad de credibilidad. Con todo eso jugaron, el Gobierno
Mexicano y la empresa TELEVISA. No importa quién culpe a quién ni qué responsabilidades
compartan ni con qué porcentajes. Ambos jugaron con la credibilidad de millones
de personas esperanzadas en ver un acto de fortuna que fuese capaz de salvar a
una niña que, sepultada bajo toneladas de escombros, clamaba por ayuda y por su
vida. Todo mentira.
No es un caso menor ni una anécdota
olvidable. Tenemos saturada a memoria con estos esperpentos mediáticos. Desde
los marcianos de Orson Wells, hasta las Armas de Destrucción Masiva, pasando
por el retrato de Hugo Chávez en un quirófano; el caso Zapata contra Evo
Morales; las falacias contra Cristina Fernández y los ataques contra Nicolás
Maduro. En Irak, en Siria y en Cuba. En Ecuador en Chile o en Columbine. Se
instaló globalmente el desparpajo de los mercaderes mediáticos que miden su “genialidad”
por la cantidad de canalladas y falacias cometidas contra los pueblos.
“Frida-Sofía” fue posible en un espacio
de comunicación, concesionado por el Estado, a empresas privadas para que
sirvan al pueblo, le ofrezcan la información de mayor veracidad y de calidad
para entender y atender de la mejor manera cada uno de los desafíos diarios de
la vida en sociedad. Fue violada toda ética, fue violentada toda lógica del
respeto humano, fue violentado la norma del Gobierno como servidor social y la norma
de las empresas como beneficiarias obligadas a respetar el Derecho a la
Información y el Derecho a la Comunicación. Se violentó el respeto por los
damnificados, se violentó la paz pública, se violentó el respeto por la verdad
-y por los hechos- y se violentó, en suma, la integridad emocional del pueblo
que creyó con esperanza y con sinceridad en una mentira preparada a propósito
por comerciantes de noticias. Esos que deben ser indagados por los delitos que
surgieran agravados por la premeditación, la alevosía y la ventaja. ¿Habrá
justicia comunicacional alguna vez, en algún lugar? Hoy es urgente luchar por
eso.
Frida Sofía Televisa México
Fernando Buen Abad Domínguez es mexicano de nacimiento, (Ciudad de México, 1956) especialista en Filosofía de la Imagen, Filosofía de la Comunicación, Crítica de la Cultura, Estética y Semiótica. Es Director de Cine egresado de New York University, Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Master en Filosofía Política y Doctor en Filosofía. Miembro del Consejo Consultivo de TeleSur. Miembro de la Asociación Mundial de Estudios Semióticos. Miembro del Movimiento Internacional de Documentalistas. Miembro de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad. Rector-fundador de la Universidad de la Filosofía. Ha impartido cursos de postgrado y conferencias en varias universidades latinoamericanas. Ha obtenido distinciones diversas por su labor intelectual. Actualmente es Director del Centro Universitario para la Información y la Comunicación Sean MacBride