Lo que va de ayer
a hoy
(Historias bíblicas de ayer que se repiten hoy)
NO
SOMOS MALOS SOMOS INCONSCIENTES
¡Pobres
de los que sólo son listos…!
AYER
DE “LA HISTORIA DEL
UNIVERSO”:
Cuando los mamíferos entraron
en la vida de la Tierra doscientos millones de años atrás, se desarrollaron la
sensibilidad emocional, una nueva capacidad del sistema nervioso para sentir el
universo. A lo largo de la existencia de los mamíferos y especialmente durante
los últimos sesenta y siete millones años de la era Cenozoica, la belleza y el
terror del mundo – el brillo del plumaje de las aves, la pantalla embriagadora
de las flores, la exquisitez de las frutas, los sustos de la selva en la noche,
la fuerza arquetípica del vínculo madre-niño – dejaron una profunda huella en
la naturaleza psíquica de todos los mamíferos, las ballenas, los roedores, los
leones marinos, los murciélagos, los elefantes, los puercoespines, los
caballos, las musarañas, el venado, los chimpancés, y los humanos. En raras
ocasiones entre los mamíferos más avanzados, especialmente entre la orden de
los primates, esta sensibilidad emocional de los mamíferos se ha profundizado
con otra capacidad neural, la auto-consciencia lúcida. Fortalecidos con ambos,
el ser humano ha investigado su propio lugar dentro de la comunidad que
envuelve la Tierra.
Hace cuatro millones de años
en África el ser humano, con un cerebro más grande, dejó el bosque por la
sabana y comenzó a caminar en forma erguida. Hace más que dos millones de años
Homo habilis comenzó a usar las manos libres para dar forma a los materiales de
la Tierra con herramientas como el hacha de piedra…
(La Historia del Universo de Thomas Berry y
Brian Swimme)
Cundo los seres vivos empezaron a
relacionarse unos con otros…
La primera relación fue comerse unos a
otros, o defenderse de los demás…
Empezaron a asustarse mutuamente, después a
engañarse, a aprovecharse del otro…
Fueron también empezando a tocarse, a veces a
acariciarse, otras veces a
golpearse a violarse, a matarse…
Poco a poco los seres vivos que
empezaban a pensar, fueron mejorando su comunicación, mirándose,
inventando el respeto, sintiéndose semejantes: … “esta es carne de mi carne, hueso de mis huesos”… Hoy hablamos de la costilla de adán.
Nació entre ellos algo que no sabían
nombrar. Poco a poco nosotros lo vamos
llamando “el darse cuenta”, la
conciencia.
Sí, Se fueron percatando de que sobre
sus hombros tenían un complejo sistema de comunicación – la cabeza - con distintos instrumentos que les acercaba o
alejaba unos de otros. De los rugidos y aullidos pasaron al lenguaje que les
hizo sentirse semejantes.
Semejantes, pero no del todo.
Se veían con diferencias de piel, de rostro, de sexo, de estatura, de fuerzas…
Así han ido pasando los años.
Lo que llamamos conciencia no es una
pieza que tenemos colocada en la cabeza, como la maquinaria de un reloj y que
funciona automáticamente. Eso es lo que
se creen muchos.
No es igual la conciencia del hombre
prehistórico que la de la persona de
tiempo Pitágoras, quien se dio cuenta
de que la tierra no era plana sino una
gran pelota, o la de Copérnico que se
atrevió a decir que esa pelota giraba en
torno al sol, ni la de Newton que supo explicar por qué las manzanas se caían de los árboles… Eso hablando de
progreso en ciencias del universo.
Pero
hay algo más profundo en la conciencia en el trato de los seres humanos. Aquel campesino, Jesús de Nazaret, estaba simplemente
convencido de que la tierra era plana;
pero en un mundo sembrado de racismo ,
exclusivismo y violencia, tuvo la sabiduría de anunciar a los que le rodeaban que los
seres humanos merecen todos igual
respeto, sean del país que sean , que es
un crimen apedrear a una mujer por su culpa en un rato de pasión, que más
importante que guardar el sagrado sábado es
proteger al sagrado pobre, y que… que…
Pero mejor, pasemos al
Hoy
Porque aquí y ahora nos encontramos con
personas que han descubierto leyes de
la naturaleza, han escrito libros o abierto nuevos caminos en la historia pero
al mismo tiempo se han tropezado con ignorancias que les ha llevado a cometer
actos de terribles consecuencias.
¿Sabían lo que hacían?
Alfred Nobel, entre muchas
investigaciones e inventos descubrió la dinamita. Cuando vio que principalmente se la empleaba como instrumento de guerra y destrucción, en
reparación moral estableció el
premio que lleva su nombre para
benefactores de la humanidad. Tomó conciencia un poco tarde, pero la tomó…
Paul Tibbets el piloto que lanzó la
bomba atómica sobre Hiroshima, en todas las entrevistas que otorgó a través de
su vida expresó incontables veces que no sentía ningún tipo de remordimientos,
como los expresados por otros miembros de su tripulación y que volvería a hacer
lo mismo bajo las mismas circunstancias.
¿Tuvo verdadera conciencia cuando se enteró de que más de
140.000 vidas se perdieron en aquellas ruinas? ¿Supo de verdad lo que
había hecho, por qué, para qué, a quiénes había
asesinado?
Si hubiera tenido amistad con algunos de los japoneses que aplastó
hubiera tenido corazón para lanzar la bomba?
Repasen la memoria de los grandes
criminales del mundo: los Hitler,
Pinochet, Somoza… o los pequeños y brutales delincuentes que violan, roban, descuartizan
a víctimas…
Cuando lo levantaron en lo alto de la
cruz, el Nazareno exclamó algo que si lo pensamos nos hace temblar…:”Padre
perdónalos que no saben lo que hacen”. Que no saben…
Esa frase del Evangelio se piensa poco…
¿no sabían, no tenían conciencia los jueces y los verdugos de aquella condena?
Una cosa es saber lo que físicamente alguien hace y otra cosa es que en ese momento tenga plena conciencia de sí mismo, de su
motivación, las causas y consecuencias para él, para la humanidad, lo que se
produce en su cabeza y su corazón…
Puede que de todos los errores pequeños
o grandes e injusticias que cualquiera
comete, entre lo que piensa, lo que siente,
la nube que se crea en su mente enfermiza, el fuego que lo deslumbra o
la oscuridad que lo ciega… podemos decir que no sabe lo que hace?.
Que piense cada uno, cada una.
Pobres
de los que sólo son listos.
El listo, el astuto, el
negociante, el estafador, el manipulador…. Esos no son inteligentes…
El sabiondo. , el que tiene buena
memoria, pero no tiene memoria, el
culto, la enciclopedia con pies… solo
por eso no son inteligentes, ni podemos llamarlos sabios.
Nuestra cabeza vale para muchas cosas.
La primera para ponerse el sombrero, para peinarse…
Pero pensar… no pensamos sólo con la cabeza. También
piensa nuestro corazón. Y nuestra cabeza también siente.
Annie Marquier, en su libro EL MAESTRO
DEL CORAZÓN, nos lo describe como un paseo en carro con caballo:
Dicha
analogía compara al ser humano con un conjunto formado por un carruaje, un
caballo que tira de él, un cochero que dirige el caballo y el amo y
señor,
sentado en el carruaje, detrás del cochero:
• El
carruaje representa el cuerpo físico.
• El caballo, las emociones.
• El cochero, la mente.
• El señor, la esencia de lo que somos
verdaderamente (cualquiera que sea el nombre que se le dé: conciencia superior,
alma, Ser superior, Maestro interior, Guía, etc.).
• El conjunto físico, emocional y mental
constituye lo que a menudo llamamos “personalidad o ego”.
• El cuerpo físico, el carruaje
Según
esa analogía, el estado en que se encuentre el cuerpo físico –el carruaje- no
sólo depende del mantenimiento que le procure un cochero inteligente, sino
también de la forma en que sea llevado por el caballo. Así pues, dado que el
estado del cuerpo físico se puede observar y evaluar con facilidad, nos dará
preciosas indicaciones respecto al grado de dominio del cochero sobre el
conjunto formado por el caballo y el carruaje.
• Las emociones, el caballo
En
la palabra emoción está “moción”, o sea, movimiento. Las emociones son las que
inician el movimiento, y lo hacen a través del fenómeno del deseo. Si bien es
cierto que hay diversos tipos de deseo (aquí distinguiremos dos grandes
categorías) no es menos cierto que la palabra “emoción” conlleva en su esencia
un vasto depósito de energía accesible a todo el ser. Por eso, en esta
analogía, el caballo representa las emociones: es él el que posee la energía necesaria
para tirar del carruaje. Así pues, es un elemento básico en la realización del
viaje.
¿Cómo
se utilizan las emociones? Ésa es una pregunta importante, fundamental.
• La mente, el cochero
La
mente es la sede de los procesos del pensamiento. Podemos distinguir en ella
dos aspectos del ser humano, ambos muy complejos. Gracias al desarrollo de su
inteligencia, las funciones del cochero son en principio, las siguientes:
1. transmitir a su amo y señor las
informaciones procedentes del exterior,
2. entender sus directrices en respuesta a
las informaciones recibidas,
3. ser capaz de dominar el caballo y
llevarlo en la dirección que el amo le haya indicado en su respuesta, y
4. cuidar con eficacia del carruaje.
Así
pues, resulta fácil comprender hasta qué punto es importante el papel de la
mente, no sólo porque es el vínculo entre el Ser superior y el ego sino porque,
además, a través de ella el ego expresa en el mundo la voluntad del señor, el
Maestro interior.
Subrayemos
que esta analogía pone de relieve un elemento importante relativo a las
emociones, y es que el comportamiento del caballo depende sobre todo del modo
en que sea dirigido por el cochero. Eso significa que los diversos estados
emocionales dependen en gran parte de los pensamientos y no de lo que ocurre en
el exterior, como acostumbramos a creer.
•
La esencia del ser, el alma, el señor
La
filosofía materialista no acepta la esencia del ser humano, niega que exista.
Pero todas las tradiciones y la propia experiencia cuerpo físico, emociones y
pensamientos, también es evidente que somos algo muy distinto. Los nombres que
se atribuyen a esa parte esencial del ser son tan diversos como las culturas.
La nuestra, la judeocristiana, la denomina “alma”. Otras veces utilizaremos el término “Ser”,
que es lo que somos en realidad.
Estábamos hablando de la conciencia y
esto nos puede hacer pensar, no sólo de la conciencia personal, individual sino
de la conciencia universal que nos junta
a todos en una grande y unida comunidad.
Según nuestras pequeñas conciencias se
encuentren separadas de las demás, cada una se deja dominar por la ignorancia
del otro, la competencia contra los
demás, a ver quién es el primero, quién
puede, sabe, tiene más…
Aquel que dijo en el momento cumbre de
su agonía que… “no saben lo que hacen”… es el que dijo a sus seguidores : “Saben
que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen... No
será así entre ustedes; al contrario, el que quiera subir, sea servidor suyo. Y
el que quiera ser primero, sea esclavo suyo.
Igual que este Hombre no ha venido a que le sirvan, sino a servir y a
dar su vida en rescate por todos" Mt 20, 25…
Ahí andamos todos arrastrándonos por la
vida sin
estar seguros de si cada uno es
cada uno o todos somos uno.
Así, esa conciencia que empezaron a
adquirir los seres primitivos ha ido floreciendo, creciendo camino de la CONCIENCIA, en grande que va siendo la de todos como uno sólo, flotando
en el universo, dándonos cuenta poco a poco de lo que sentimos, lo que
pensamos, lo que sienten piensan, sufren y gozan todos los seres de la
tierra, los que nos alegramos del bien que hacemos y nos…
Perdonamos unos a otros
porque no sabemos lo que hacemos.