"IGLESIA POBRE CON LOS POBRES"
"Instrumento de
evangelización y de promoción de la persona humana"
Agustín
Ortega, 27 de enero de 2018 a las 16:18
En
la línea de la enseñanza de Francisco, las ceb son iglesia pobre con los
pobres, iglesia en salida hacia las periferias y que como “hospital de
campaña”, asumen solidariamente los sufrimientos e injusticias de los pueblos y
pobres
(Agustín Ortega).- Las comunidades eclesiales de base (ceb) están celebrando su 14°
encuentro intereclesial, con el lema “Yo
vi y oí los clamores de mi pueblo y bajé para liberarlo” (Ex 3, 7-8). Por
lo que es buen momento para hacer memoria de esta realidad tan significativa de
la iglesia. El Papa Pablo VIya manifestó que las ceb “serán un lugar de
evangelización en beneficio de las comunidades más vastas, especialmente de las
Iglesias particulares, y serán esperanza
para la Iglesia universal” (EN 58). Más tarde, San Juan Pablo II reconocía de nuevo a las "comunidades
eclesiales de base como fuerza evangelizadora y que dan una gran esperanza para
la vida de la Iglesia" (RM 51). El
Papa Francisco nos enseña hoy que las ceb “aportan un nuevo ardor
evangelizador y una capacidad de diálogo con el mundo que renuevan la Iglesia».
Pero, por ello, es necesario que «no
pierdan el contacto con esta realidad tan rica de la parroquia del lugar, y
que se integren gustosamente en la pastoral
orgánica de la Iglesia particular, en las directrices de la Iglesia local”
(EG 29).
Como recuerda este Papa, para el Documento de Aparecida las ceb son un
instrumento que permite al pueblo «acceder a un conocimiento mayor de la
Palabra de Dios, al compromiso social en nombre del Evangelio, al surgimiento de
nuevos servicios laicales y a la educación de la fe de los adultos» (n. 178). Y
Francisco sigue afirmando, en su mensaje al anterior encuentro de las ceb con
su tema «Justicia y profecía al servicio de la vida», que a luz del Espíritu
Santo las ceb “vivan con renovado su ardor los compromisos del Evangelio de
Jesús en medio de la sociedad. La llamada para que asuman cada vez más su importantísimo papel en la misión
evangelizadora de la Iglesia…La evangelización es un deber de toda la
Iglesia, de todo el pueblo de Dios: todos debemos ser peregrinos, en el campo y
en la ciudad, llevando la alegría del Evangelio a cada hombre y a cada mujer.
Deseo desde lo profundo de mi corazón que las palabras de san Paolo «¡Ay de mí
si no anuncio el Evangelio!» (1 Cor 9, 16) resuenen en el corazón de cada uno
de vosotros. Invito a todos a vivirlo como un encuentro de fe y de misión, de
discípulos misioneros que caminan con Jesús, anunciando y testimoniando a los pobres la profecía de «nuevos cielos
y nueva tierra»”.
En su actual mensaje a este 14° Encuentro,
transmite el Papa que como se ve por el lema del Encuentro, "Yo vi y oí el
clamor de mi pueblo y bajé para liberarlo”, Dios nunca es indiferente al sufrimiento de su pueblo…Esa acción
redentora, que celebramos con fe en la liturgia, debe después manifestarse en
una vida personal donde brille la luz del Evangelio, esto es, en una existencia
inspirada en el amor y en la
solidaridad, que es el lenguaje del amor…Oyendo el clamor de los pobres y hambrientos de Dios, de justicia y de
pan, las Comunidades Eclesiales de Base puedan, ser en la sociedad y en los
pueblos, un instrumento de evangelización
y de promoción de la persona humana. Capaces de venir al encuentro de los
terribles efectos de la cultura del descarte, que lleva tantos hermanos y
hermanas a vivir excluidos, en una exclusión que hiere en la propia raíz, la
pertenencia a la sociedad donde se vive. Pues quien vive en las favelas, en la
periferia o sin poder ya no está en ella, sino fuera. Los excluidos no son explotados,
sino residuos, sobras (cf. EG 53)”.
En toda esta enseñanza de la iglesia, que
muestra esta realidad y sentido de las ceb- junto con los temas que se aborda
en estos encuentros-, vemos todas las posibilidades y fecundidad que pueden ir
desarrollando dichas ceb. En la conversión, amor y comunión con Dios en Cristo,
con toda la iglesia y su servidor el Papa, con los pobres y con la hermana
tierra. Las ceb tienen su entraña en el Dios que, con su Palabra, se hace camino-seguimiento de Jesús y,
habitadas por su Espíritu, servicio a su proyecto de Reino. El Dios personal y encarnado que se
revela, y nos sale al encuentro, en Jesucristo Salvador y Liberador. Las ceb
con la iglesia viven un proceso de conversión al Reino de Dios, para anunciarlo, celebrarlo y realizarlo en el
mundo e historia. Por tanto, como realidad de la iglesia, las ceb están al
servicio de la misión evangelizadora del Reino de Dios y su justicia, amor y
vida en la opción por los pobres.
Las ceb tienen como modelo y paradigma de comunidad, iglesia y sociedad-mundo
al Dios Trinitario. El Dios Comunión y
Solidaridad manifestado en las Personas Divinas (Padre, Hijo y Espíritu)
frente a los males e injusticias del neoliberalismo y del capitalismo o del
comunismo colectivista (colectivismo).
En la línea de la enseñanza de Francisco, las
ceb son iglesia pobre con los pobres,
iglesia en salida hacia las periferias y que, como “hospital de campaña” en
el principio-misericordia, asumen
solidariamente los sufrimientos e injusticias de los pueblos y pobres. Ellas
celebran los sacramentos del Dios de la
vida. En la memoria subversiva y subyugante de Cristo, Crucificado-Resucitado
por el Reino de Dios y su justicia con los pobres, que nos trae la Pascua de la salvación liberadora de
toda esclavitud, muerte e injusticia. Esta Gracia
de la salvación de Dios, que nos regala su amor, nos dona su justicia
liberadora del pecado personal, social y
estructural. Esas estructuras sociales de pecado que causan la desigualdad,
injusticia y muerte del hambre, la pobreza y subdesarrollo. La Gracia de Dios
tiene un carácter personal, comunitario y social que, mediante la misión de la
iglesia con las ceb, posibilita relaciones
y estructuras de gracia, de salvación, santidad y justicia en el mundo e
historia.
La salvación de la Gracia se va realizando ya
en las liberaciones personales, sociales
e históricas y culmina en la trascendencia, en la vida plena y eterna. Las
ceb han de experienciar toda esta vida de Gracia con las virtudes teologales de la fe, esperanza y caridad que tiene una
constitutiva dimensión social, pública y política. Es la caridad política en el
servicio y compromiso por el bien común, la civilización del amor y la justicia
con los pobres de la tierra.
La misión promueve las comunidades de fe,
como son las ceb, las experiencias de salvación en la vida con los sacramentos.
Y lleva al compromiso por el desarrollo
humano e integral y los derechos humanos, que son aspectos sustanciales de
la misión con su carácter social. Las ceb efectúan toda esta praxis de la
diakonía en la caridad política, inherente
al laicado, que lleva a la transformación del mundo y las causas de las
desigualdades e injusticias de la pobreza u otros males. Tal como son estas
relaciones y estructuras de pecado. Las ceb son realidades muy relevantes para
impulsar la vocación y misión específica
del laico que, en esta caridad política, es la gestión y transformación más
directa e inmediata del mundo con sus realidades políticas, económicas e
históricas.
Las ceb viven este servicio de la fe, en el anunció de Jesús Crucificado-Resucitado
por el Reino, y de su justicia con
los pobres. En el discernimiento que escruta los signos permanentes de los tiempos: los pueblos crucificados por el
mal e injusticia. Realizan así una lectura creyente
de la realidad y una revisión de vida en una inteligencia histórica,
social, ética y práctica. Con el ver,
por el que nos hacemos cargo de la realidad que tiene la prioridad sobre la
idea, en la mirada de amor del Evangelio de Jesús y empleando la mediación socio-analítica. Esto es, las
ciencias sociales y humanas para analizar críticamente la realidad. Esa
dependencia, dominación, opresión y muerte que padecen los grupos sociales
causadas por las relaciones inhumanas, las estructuras sociales injustas, por
los sistemas políticos y económicos perversos.
Es una
mirada universal,
ya que el todo es mayor que la parte, por la que contemplo solidariamente este
dolor e injusticia de toda la humanidad con sus pueblos, dominados por el mal y
pecado del mundo. Lo que nos lleva al
juzgar desde el Evangelio, el cargar
con la realidad y sus conflictos sociales que rompen la esencial unidad
fraterna: asumiendo, por el principio-misericordia, el dolor e injusticia que
padecen los pobres; valorando y denunciando todo desorden injusto y opresor,
todo aquello que no dé vida y libere
integralmente con los pobres. Y al actuar,
encargándonos de la realidad. Ya que el tiempo es superior al espacio, hay
que desarrollar la praxis en los
procesos de los seres humanos, de los pueblos y los pobres como sujetos
protagonistas de su promoción y liberación integral. Esta praxis liberadora se
articula con los movimientos populares, sociales e históricos que buscan ese
otro mundo posible con derechos como las
3 t (tierra, trabajo y techo) La
globalización de la solidaridad, paz, justicia y ecología integral frente a
la neoliberal con sus ídolos del capital, de la guerra y competitividad que dan
muerte.
Las ceb cultivan la mística ecológica integral, la
ecología espiritual con la comunión con Dios y con el cuidado de la vida. La ecología mental en un cambio
(conversión) personal, con la mentalidad, los sentimientos, valores e ideales
como el amor y la solidaridad que nos dan sentido en la vida. La ecología social en unidad con los
otros, promoviendo la justicia social con los pobres de la tierra. Y la ecología ambiental en unión con la
hermana tierra, impulsando la justicia ecológica. Es una espiritualidad
"profética y anti-imperialista" con la civilización del trabajo, un trabajo digno con un salario justo y
una economía ética al servicio de las necesidades de la vida humana. En contra
de la del capital, del beneficio y lucro. Y
la civilización de la pobreza, en el sentido humanizador y felicidad de la
solidaridad de vida, bienes y luchas por la justicia con los pobres. Es la
fidelidad y honradez con lo real y sus causas solidarias, liberadoras y justas
con los empobrecidos. En oposición a la esclavitud e idolatrarías de la
riqueza-ser rico, del poder y la violencia con sus guerras que imponen la
cultura de la muerte.
Las ceb historizan y ponen en práctica la
conocida como Doctrina social de la
Iglesia. Con sus valores y principios como el bien común en la política, el
trabajo decente que está antes que el capital y la solidaridad con el destino universal de los bienes, que
tiene la prioridad sobre la propiedad. Y que en el Dios de la vida y su
Espíritu, Señor y Dador de vida, incluye una
bioética global que defiende la vida con coherencia en todas sus
dimensiones, aspectos y fases (al comienzo, en el transcurso y final de la
existencia). Una espiritualidad de la vida, que se expresa el amor fecundo del
hombre y la mujer con la alegría de la
familia e hijos. La familia es iglesia doméstica y pobre en la opción
solidaria por los pobres, que se compromete por la justicia y la ecología
integral. La espiritualidad y ética
femenina, con la dignidad y protagonismo de la mujer en la sociedad, mundo
e iglesia. Y, frente a toda colonización e integrismo, una ética inter-cultural e inter-religiosa mundial,
en el diálogo y encuentro con los otros para la fraternidad, paz y justicia. En
la vivencia, actualización y puesta en práctica de todo lo anterior, como nos
muestra la enseñanza de los Papas como Francisco, las ceb podrán seguir siendo
realidad de una espiritualidad
liberadora y esperanza para el mundo e iglesia.