HISTORIAS
BIBLICAS DE AYER
QUE
SE REPITEN HOY
Aquí tienen una serie en 5 capítulos sobre un suceso de la
vida de Jesús
Ya
saben, o deben saber, que los evangelios
no son historias de Jesús al estilo tradicional
sino catequesis para ayudar a
conocer su palabra y su vida .Que quien lo lea
sienta en su corazón el deseo
de lo que él decía a muchos: “Sígueme”
Pues
nosotros vamos a adornar una de esas narraciones evangélicas con el
pincel de nuestra imaginación. Seguro
que la historia les suena. Vamos a preguntarnos qué pasó con aquel trozo de cuerda que Jesús utilizó para expulsar a los
mercaderes del templo de Jerusalén. ¿Qué pasó eh?
Pues
vamos a contarles, al estilo de nuestras
narraciones, (lo que va de ayer a hoy) la historia de…
EL LÁTIGO
Capítulo 2. En la capital del imperio
Ayer
En Roma, el fenicio vendió la cuerda a
un tal Críspulo, ciudadano recién convertido a la fe de Jesús. Aprovechando los
fervores del recién bautizado, el antropo-fenicio se resarció con creces del
costo del látigo (es decir, lo estafó).
Críspulo convirtió el souvenir en
reliquia. Lo envolvió en un paño de lino y lo guardó en un arca perfumada.
El hijo de Críspulo heredó el arca con
la reliquia y se la legó a su hijo Prudencio. A Prudencio le tocó bajar
corriendo a las catacumbas. Eran tiempos de persecución y clandestinidad. Bajó
con su reliquia.
Una comunidad de base, o mejor dicho de
sótano, rezó fervorosa ante ella.
El nieto del nieto de Prudencio (eran ya
tiempos del emperador Constantino) había colocado el “souvenir-reliquia” en una
urna de cristal con aristas doradas.
La comunidad de vecinos cristianos
encendía ante ella lámparas de aceite y en las noches de luna llena primaveral
- o sea, en la Pascua,- llevaban la urna a la basílica.
A una mujer piadosa le pareció notar que
esa noche la cuerda se agitaba en la urna como si fuera una serpiente nerviosa.
Pero nadie la hizo caso. Nadie la hizo
caso hasta que, en una reunión de la comunidad, el nieto del nieto anunció su
gran iniciativa:
- “Esta sagrada cuerda, hermanos, es
digna de mayor veneración. Mi esposa y yo hemos decidido levantarle, con
nuestros ahorros, un digno templo.
Al lado del altar mayor colocaremos un
nicho cubierto de oro y piedras preciosas. En ella depositaremos el santo
látigo de Jesús”.
-“Digno y justo es - respondieron los
asistentes-,
Pero, hermano, ¿cómo vas a poder
sufragar tales gastos?”
-“Mi negocio de venta de palomas ha sido
fructífero estos años. Además creo que no ofendo a Dios si, cuando el templo
esté terminado, a todos los fieles que deseen ver la reliquia les pedimos una
moneda de oro como ofrenda. Servirá de
estipendio para el culto de... En ese preciso momento, se escuchó en la
habitación un estallido de cristales
.
Volvieron todos la cabeza y vieron que la urna había saltado en añicos y que el
látigo de cuerda se agitaba amenazante y restallaba sobre las baldosas de
mármol.
Todos saltaron de sus asientos y
corrieron fuera dejando las sillas tiradas y un jarrón de vino derramado por el
suelo.
La cuerda, al quedarse sola, también se
fue tranquilizando, jadeante, primero, hasta que quedó relajada, yerta sobre el
suelo.
Priscila, la empleada doméstica del
hogar, oriunda de la Bética, entró despacito, recogió la reliquia con
veneración y la escondió en su pequeña habitación
Hoy
El hoy que hemos abordado es el eco
de los primeros siglos
cristianos. Nos ponemos con la imaginación en aquellas generaciones de los evangelios
recién escritos, con la memoria caliente.
Nos damos un paseo por las catacumbas
que aún se conservan vivas. Los turistas espirituales entran respetuosos por
aquellos pasadizos que guardan memorias sobrecogedoras, cuando ser creyente en
Jesús era un delito.
¿Somos
capaces de imaginarnos una religión sin templos, cuando los fieles
a aquel Jesús solamente lo recordaban en sus casas, humildes o más ricas, pero bajaban en momentos de mayor persecución a aquellos
cementerios, catacumbas, que iban aumentando sus galerías según
aumentaba el número de enterramientos?
Muchos hoy, cuando echan de menos “sus tiempos pasados”, (que
son de pocos años antes), para quejarse de los tiempos modernos después del concilio, no son
capaces de hacer un pequeño esfuerzo e
imaginarse la dureza de aquellos primeros tiempos de verdad, los siglos
cercanos a la vida y predicación de
Jesús.
Pero no somos capaces tampoco de
imaginar, por nuestra capacidad de
olvido el recuerdo de lo que fue
realmente el mensaje de aquel “reino de
Dios” que se parece a… (y aquí ponía Jesús la parábola). El reino que había sido el horizonte marcando el
camino de los llamados primeros cristianos… ¿Hasta cuando llegaron los
auténticos primeros? ¿Cuándo los primeros empezaron a no ser ya
los “primeros” creyentes en Jesús y se empezaron a deformar?
Generalmente le echamos las culpas a
aquel emperador Constantino, llamado el
grande, o mejor el astuto que aprovechó
e l lema: <Si no puedes vencer a tu enemigo hazte amigo suyo>. Así
dio la libertad a los cristianos. Regaló al papa un palacio donde se
estableció la primera basílica cristiana
en Roma.
Hoy es San Juan de Letrán.
Esos privilegios fueron haciendo que el
cristianismo aumentase su libertad, su
poder pero disminuyendo su fidelidad a
Jesús, que nunca había pensado fundar
una religión. Él solo quiso un modo de
vivir basado en el amor a Dios y a todo ser humano y de la naturaleza.
Ese es
el símbolo que movió al nieto del nieto del Prudencio de nuestro cuento
a poner el látigo de Jesús en una urna de oro y cristal y a intentar exponerla
en la basílica y cobrar algunas monedas de oro
a quienes la visitasen… Eso explica también que el látigo irritado se
agitase rompiendo la urna y se dejase recoger mansamente por la sirvienta bética (andaluza, para entendernos) que
guardó la reliquia con cariño esperando
tiempos de una fe más humilde y auténtica.