6 Yo soy Yahvé tu Dios, que te saqué de tierra de
Egipto, de casa de servidumbre y te di de comer toda tu vida.
7 No tendrás dioses ajenos delante de mí……… ………… No
tomarás el nombre de Yahveh tu Dios en vano; porque Yahveh no dará por inocente
al que tome su nombre en vano…….
16 Honra a tu padre y a tu madre, como Yahvé
tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya
bien sobre la tierra que Yahvé tu Dios te da.
17 No matarás.
18 No cometerás adulterio.
19 No hurtarás………..
Ministros
y francotiradores: Ejemplos de perversión, delirio y megalomanía
Comentarios
¿Cuál es el límite de la perversidad en un ser
humano? Perversión como sinónimo de vileza, maldad, depravación, que es el
campo semántico que me interesa desarrollar, ajeno al concepto psicoanalítico
de perversión vinculado a la sexualidad ¿Hasta qué punto una persona es capaz
de generar acciones destinadas a destruir y asesinar a otros seres humanos?
¿Tiene límites morales el sionismo y aquellos fanáticos terroristas, que tienen
esta ideología como dogma de fe?
Hoy, en momentos donde el régimen israelí
muestra la cara de la cobardía más abyecta, al disponer que sus soldados
apostados en las vallas que separan a la Palestina ocupada de la Franja de
Gaza, disparen a matar contra la población palestina que se manifiesta desde el
día 30 de marzo; es necesario más que nunca dar respuestas a las interrogantes
anteriores. Más aún, cuando el Ministro de Asuntos Militares de Israel, el
colono judío de origen moldavo, Avigdor Lieberman, frente al asesinato de
palestinos a manos de la soldadesca israelí borracha y sedienta de sangre, ha
felicitado al francotirador que disparó a un joven palestino desarmado, escena
grabada por los propios soldados sionistas y ante lo cual Lieberman sostuvo “El francotirador debería recibir una
medalla y el que lo filmó debería ser retrogradado”.
ASESINATO DE JOVEN PALESTINO
Un video vergonzoso que
muestra la celebración del asesino y sus compañeros tras disparar contra el
joven palestino.
La prueba audiovisual permite oír la voz de varios militares israelíes que
comentan entre sí sobre el objetivo y cómo dispararle. Se escucha al comandante
preguntando al soldado: “¿Tienes el arma cargada? ¿Lo tienes (en tu
objetivo)?”. Más tarde, se escucha cómo el francotirador y los otros soldados
se regocijan cuando da en el blanco. También se oye a otro soldado diciendo:
“Le disparó en la cabeza”. El soldado que filmó el incidente calificó el vídeo
de “apoteósico”. “¡Sí!”. “Qué vídeo tan fabuloso”, los soldados presentes en el
lugar lloran de alegría. “Voló por el aire”, dijo uno de ellos, en referencia a
la víctima. ¿Ruindad? ¿Defensa de la patria? ¿Disparó por encontrarse en
peligro su integridad?
Para no ser menos, en esta ignominia, el
Ministro de Educación israelí, el empresario y líder del Partido la Casa Judía,
Naftali Bennett, defendió a rajatabla a los soldados que celebran alborozados
el asesinato del manifestante palestino apelando a que “Los soldados de las IDF
(fuerzas de guerra de Israel) protegen nuestras vidas. Nosotros los protegemos
y no los abandonamos” declaración falsa pues los francotiradores no estaban en
peligro, no existía acción ofensiva alguna por parte de las personas que se
manifestaban en el territorio de la Franja de Gaza y menos aún se veían en
peligro los colonos judíos asentados en la Palestina ocupada. Son, simplemente,
excusas y la argumentación pérfida de los líderes políticos sionistas, que así
generan la impunidad necesaria para que sus soldados sientan y piensen que asesinar
a sangre fría es correcto, patriota y que incluso pueden ser recompensados.
Ante lo señalado y repetido en decenas de
asesinatos en los últimos días, debemos interrogarnos si la conducta de los
políticos y los soldados israelíes – en especial este cuerpo de francotiradores
con licencia para matar - tiene un carácter de irracionalidad, una especie de
locura que los exima de responsabilidad. Y la respuesta a ello me hace acudir a
un trabajo realizado hace un año atrás, en enero del año 2017 – y que titulé “Sionismo:
Una ideología delirante y perversa” a partir de la reiterada violación
de los derechos humanos del pueblo palestino y que se expresaba con mayor
fuerza a partir de la Resolución N° 2334 emitida en diciembre del año 2016 por
la ONU, reafirmando el carácter ilegal de los asentamientos en los territorios
palestinos del West Bank.
Una más del medio centenar de resoluciones que
Israel no ha cumplido desde su nacimiento artificioso en mayo del año 1948,
cuando la Organización de Naciones Unidas recomendó la partición de Palestina a
través de la resolución N° 181 del año 1947 y que sentó las bases para que el
sionismo, el mismo día que finalizaba el mandato británico sobre Palestina
declarara una surrealista independencia. Y uso este concepto pues ¿de qué se
independizó esa entidad que nació y que tomó el nombre de Israel? ¿De qué
podría independizarse unos cuantos centenares de miles de judíos provenientes
fundamentalmente de Europa y que habían comenzado un proceso de colonización
mandatado por la Federación Mundial Sionista a una tierra que no les pertenece?
Una decisión de entrega de territorio, que
implicó la mejora para una minoría, extraña, extranjera, venida allende el
Levante Mediterráneo y que significó el empeoramiento de su situación para la
mayoría de la población palestina, que no sólo comenzó a vivir la destrucción
de su vida cotidiana, sino que se encontró sujeta a la construcción de un
relato mitológico y mitómano, que comenzó a deshumanizar al habitante original,
como también a borrar su historia y su cultura en aras de construir un relato
de lo judío, que ha tenido réplicas de historiadores de ese pueblo como Shlomo
Sand.
Este autor, en su libro “La Invención del
Pueblo Judío” consigna la escandalosa construcción del mito nacional israelí,
que trata de explicar la raíz de su origen como Estado-Nación. Para Sand, el
relato de la diáspora judía del siglo I d.C. y la reivindicación de una
continuidad cultural y racial del pueblo judío hasta el día de hoy, ha sido
utilizado abusivamente, para justificar el asentamiento de judíos en Palestina
y el proyecto del Gran Israel. En su libro, como lo señala la presentación de
la Editorial Akal “Shlomo Sand demuestra que el mito nacional de Israel hunde
sus orígenes en el siglo XIX, no en los tiempos bíblicos en los que muchos
historiadores –judíos y no judíos– reconstruyeron un pueblo imaginado con la
finalidad de modelar una futura nación, develando así la construcción del mito
nacionalista y la consiguiente mistificación colectiva”. Es un libro, como lo
definió el medio The Guardian “que permite la demolición radical de un mito
nacional”
Moshé Machover, matemático y filósofo israelí
radicado en Inglaterra, es incluso aún más punzante respecto a la existencia de
un pueblo judío, ya que sostiene que esto es "una falsa idea promovida por
la ideología sionista: el mito de que los judíos en todo el mundo son una
nación antigua, exiliada por la fuerza de su antigua patria, la tierra de
Israel". Sin duda, en ese contexto, continuar en esa idea, tratar de
imponerla y ocupar tierras ajenas es una conducta delirante, una distorsión del
pensamiento, que más bien nos habla de un trastorno en salud mental que de una
realidad, como perversa es también el uso de prácticas violatorias de los
derechos humanos de millones de palestinos, en pos de ese objetivo mitológico.
La
Aparente pero Lógica Irracionalidad
Una puesta en escena de esa perversidad, muy
ajena a aquella descrita por Edgard Allan Poe en su creación “el demonio de la
perversidad” cuando la define como “un
móvil sin motivo, un motivo no motivado. Esta inevitable tendencia a hacer el
mal por el mal en si mismo. Es un impulso radical, primitivo, elemental. Es
decir, un impulso incontrolable y no racional que es capaz de anular la
voluntad del ser humano”. Y digo que es ajena, pues aceptar esta definición
implicaría consentir que el ser humano no posee voluntad, ya que todo lo que
haga o deje de hacer viene determinado por una acción exterior: lo que Poe
define como el demonio de la perversidad. Esto, a no dudar, evitaría responder
de nuestros actos, nos permitiría sortear toda responsabilidad. Visto así, el
hombre no es consciente de aquello que hace pues es incapaz de contraponerse al
instinto inherente de la perversidad.
Ya quisiera Lieberman o un francotirador
señalar como atenuante, el que ha sido influido por el demonio de la
perversidad. El perverso asimilado al sionista es aquel que goza sus acciones
delictivas sin represión, sin muestra alguna de sufrimiento por lo que hace. Un
rasgo del perverso que lo empuja hacia la acción sádica donde este ser humano,
que da la orden de disparar bajo el marco de intereses nacionales, de
seguridad, de proteger aparentemente a sus soldados, como también aquel que
ejecuta la orden criminal y grita alborozado cuando dan en el blanco de un ser
humano desarmado, se deleitan con su acción delictiva, pues están seguros de su
impunidad e incluso el premio ante el crimen cometido “por servicios a la
patria” “por su valentía”. Pero, insisto, nada de esto es irracional, es parte
de una estrategia de dominio, que en el ámbito geoestratégico se denomina caos
premeditado llevado a su clímax por el también sionista y ex subsecretario de
defensa bajo una de las administraciones de George W. Bush – 2001-2005 - Paul
Wolfowitz
Es necesario preguntarse ¿Es irracional llevar
adelante una política de colonización de un territorio a manos de gente,
principalmente europeos, que son trasladados desde otros países para usurpar la
tierra palestina? ¿Es algo irracional el comenzar, por ejemplo, un proceso de
judaización de la historia, de la arqueología, de la cultura, incluso de
aspectos tan simples como la cocina del pueblo originario e inventar que se
trata de una tierra prometida que aquellos que deben habitarla lo harán por ser
un pueblo elegido? ¿Es irracional esta situación? Parece serlo pero no, es una
conducta dotada de una clara racionalidad.
Nos encontramos ante un proceso tejido,
discutido y llevado a cabo con el fin de crear un sistema de apartheid que
someta a la población palestina, que la obligue a buscar nuevos horizontes, que
la transforme en un pueblo errante, que sea exterminada a manos de una
ideología extremista. Eso, sin duda es una conducta perversa. Un impulso
incontrolable de voracidad, de crimen, de expolio. Es un impulso que adquiere
realidad al anular la voluntad del que se considera un ser inferior y para ello
lo somete, discrimina, humilla, aparta, ignora, segrega, hiere y asesina. Y
esto se hace con plena conciencia, con lógica criminal, con planeamiento,
control, acción, dirección, análisis y evaluación.
En lo específico y con referencia a los
crímenes de los cuales estamos siendo testigo en la Franja de Gaza
principalmente, a manos de la soldadesca sionista, nos permite recurrir al
análisis de intelectuales como Norman Finkelstein – estadounidense de religión
judía e hijo de supervivientes de los campos de concentración nazis en
Auschwitz y Majdanek – que en su libro “Método y locura: La historia oculta de
los ataques de Israel en Gaza” da a conocer que el repetido recurso a la guerra
más salvaje por parte de los gobiernos de Israel dista mucho de ser irracional “en realidad, afirma Finkelstein, los
ataques de Israel han sido diseñados para sabotear un posible compromiso de paz
con los palestinos, aún cuando los términos de este les favorezca ampliamente”.
Y que en este año 2018 suma la necesidad de intensificar las acciones
desestabilizadoras contra el gobierno sirio, los ataque a Irán y el proceso
hacia una política de alianzas con la Casa al Saud.
La paz a la cual hago referencia es una meta
que no se desea alcanzar por parte del sionismo, simple y llanamente porque lo
Acuerdos de Oslo fueron una farsa destinada a detener el impulso liberador del
pueblo palestino. Un Acuerdo violado desde el momento de la firma por Israel y
cuando se quiso llevar a la práctica por un pueblo palestino cansado de
mentiras se desencadenaron entonces guerras de agresión, desequilibradas y
cruentas. Asesinatos selectivos. Construcción de muros, aumento de check point.
Secuestros, destierros, demolición de viviendas. Destrucción de cultivos,
procesos de judaización de Al Quds Este, Al Jalil. Invisibilización de la
historia y la cultura palestina.
En esta postura del sionismo y a la vista de
las cifras de víctimas de las operaciones militares israelíes, ejemplificadas
con las operaciones de la última década contra la Franja de Gaza y que este año
2018 tiene su expresión con francotiradores instalados como una SS versión
siglo XXI. Una tropa que cuida a sus prisioneros en el campo de concentración
más grande del mundo, disparándoles como un juego de diversión, grabado y
celebrado cuanto más palestino se asesinen. Y todo esto sin que haya muerto
israelí alguno, como podría suponerse cuando los medios de comunicación hablan
de una guerra. Pero ¿Este asesinato a mansalva, perverso y brutal es una
guerra? No hay proporción alguna y el mismo Finkelstein afirma que se suele
sostener esta desproporción en el número de víctimas ocasionadas y las víctimas
propias tienen un carácter delirante y patológico.
Una
Entidad perversa y delirante
¿Es así? ¿Sufre la sociedad israelí de una
patología delirante? Si entendemos por delirante aquella sicopatología donde se
destacan temas tales como: creencias irracionales de daño y persecución y, por
otro lado, un trastorno del pensamiento donde predomina el delirio y las
alucinaciones respecto a su identidad con visiones de grandeza o megalomanía -
considerarse un pueblo elegido por ejemplo - La entidad israelí, al interpretar
la realidad de manera distorsionada tiene conjuntamente un trastorno delirante de
carácter colectivo y una perturbación de
pensamiento con predominio de delirio megalómano, con una ruptura con la
realidad circundante, sin capacidad autocrítica, sin pensamiento coherente y
lógico. Se autoconvence que aquello que hace, por más criminal que sea, tiene
un objetivo superior: la grandeza y la seguridad del sionismo a partir de una
orientación de un dios exclusivo y excluyente.
El pensamiento delirante se genera a partir de
una interpretación distorsionada de la realidad. Allí donde todos ven una
conducta de agresión, la persona delirante habla que le hacen daño, que su
seguridad está en peligro, por más fuerza militar que posea. Una persona
delirante de estas características tiene, en consecuencia, una conducta de
autodefensa. Allí donde los organismos internacionales hablan de la necesidad
de detener la construcción de muros y asentamientos, que segregan y usurpan
territorio palestino, el delirante habla de la necesidad de proteger sus
fronteras. Donde el pueblo palestino, en uso moral y legal de actos de defensa
de su territorio ejecuta acciones de autodefensa contra tropas y colonos
ocupantes, el delirante habla de terrorismo ocultando así su propia política
colonialista, racista, criminal y lógicamente extremista. Una conducta amparada
por una metodología de explicación y propaganda denominada hasbara.
En el plano político no se conocen medidas
preventivas contra el trastorno delirante, por ello resulta importante, que los
organismos internacionales, las sociedades, definamos cursos de acción
encaminados a proteger a los pueblos que sufren la acción de políticos,
religiosos, colonos, instituciones civiles y militares aquejados de esta
patología. Es indudable, a la luz de la conducta histórica del sionismo, que
esta ideología y su expresión estructural bajo el nombre de Israel es una
entidad dotada de una conducta de perversión, donde la moral y los valores
están absolutamente trastocados.
La perversión, como concepto aplicable al
actuar político y militar de Israel, supone a un gobierno y miembros de esa
sociedad que actúan con conductas invertidas, normalmente no aceptadas y
moralmente incorrectas, que buscan a través de la puesta en práctica de esas
acciones perversas el placer del dominio mediante el uso del terror. Actos
perversos contra la población palestina ejecutada por soldados y colonos:
asesinar a sangre fría, detener y torturar, impedir la libre circulación de los
habitantes del territorio. Impedir ejercer sus acciones religiosas. Demoler las
viviendas – 5 mil de ellas destruidas hasta sus cimientos desde el año 200 a la
fecha - destruir sus cosechas, arrancar de raíz sus árboles de olivos, cercar
sus ciudades con muros y alambradas. Hacer uso de la llamada ley de Ausencia,
que permite apropiarse (robar) la casa de un no judío al que se ha obligado a
huir. Impedir el uso de bienes como el agua y la electricidad. Generar guetos,
carreteras exclusivas para colonos.
Desde
aquel enero del año 2017 cuando escribí un artículo donde denuncio al sionismo
como ideología perversa y delirante, la acción criminal del régimen israelí no
ha hecho más que intensificarse. No es necesario cambiar una línea de lo
sostenido en aquella oportunidad. Por ello, el apartheid practicado por Israel
contra la población palestina deja de ser un simple recurso argumentativo y se
convierte en una realidad- El propio Tribunal Russel Para Palestina, reunido en
la Ciudad del Cabo – Sudáfrica – el año 2011 que convocó a destacados juristas
internacionales concluyó que “Israel somete al pueblo palestino a un régimen institucionalizado
de dominación considerado apartheid por el derecho internacional” bajo el marco
de la Resolución 3379 de la Asamblea General de la ONU, aprobada el 10 de
noviembre de 1975 , equiparó al sionismo con el racismo en general y con el
apartheid sudafricano en particular, y llamó a su eliminación, entendiéndola
como una forma de discriminación racial.
Toda esa larga lista de acciones perversas del
sionismo no cesa y se fundan en una ideología que reúne las características
propias de una ideología fascista: Nacionalismo, autoritarismo y etnocentrismo,
que ve al palestino como un animal, un ser inferior, alguien sin derechos
frente al supuesto pueblo elegido, a quien un dios extraño, veleidoso y
excluyente le concedió una tierra ajena y ha hecho de ese mito una razón
fundante. Una ideología que bajo el actual régimen israelí preconiza un Estado
“étnicamente puro”. Esa perversión se funda en actos de una ideología, que
encuentra su expresión y verbalización en líderes israelíes que alientan el
odio, la segregación y el crimen de los Goys – no judíos – calificando a los
palestinos como animales a los cuales hay que exterminar.
Perversión como la del ex Primer Ministro
Menahem Begin, nacido en Bielorrusia, quien el año 1982 declaró ante el
parlamento israelí el carácter infrahumano de los palestinos “se los digo,
apenas son humanos”. Perversión como la del también ex Primer Ministro Ehud
Barack, de padres lituanos, quien en la segunda Intifada advertía a los
israelíes “los palestinos son como los cocodrilos, cuanta más carne les dan,
más quieren”. Palabras complementadas con las
“piadosas” expresiones del rabino Yizhak Ginsburg, nacido en Estados Unidos
quien señalaba “la sangre judía y la sangre de los Goyim no es la misma y en
ese plano, matar no es un crimen si las víctimas no son judías”. El
fallecido Yizhak Shamir, de origen bielorruso y ex Primer Ministro, quien
vociferaba a los cuatros vientos “Aplastaremos
a los palestinos como a langostas, aplastaremos sus cabezas contra las rocas y
los muros”
Como no referir en este breve recuento las
palabras del actual Ministro de Defensa, el colono ultranacionalista de origen
moldavo Avigdor Lieberman quien ha propuesto entregar medallas de
reconocimiento a los soldados que han asesinado, por la espalda, a los
palestinos que se manifiestan en la Franja de Gaza. Y, dentro de estas ideas
tan propias de los líderes de la autodenominada “mayor democracia de Oriente
Medio” destaca la de Ayelet Shaked, actual Ministra de Justicia quien afirma
que “Detrás de cada terrorista hay decenas de hombres y mujeres sin los cuales
no podría atentar. Ahora todos son combatientes enemigos, y su sangre caerá
sobre sus cabezas. Incluso las madres de los mártires, que los envían al
infierno con flores y besos. Nada sería más justo que siguieran sus pasos.
Estas madres deberían desaparecer junto a sus hogares, donde han criado a estas
serpientes. De lo contrario, criarán más pequeñas serpientes".
El trastorno delirante, la perversión, el
delirio megalómano, son partes componentes del sionismo, constituyen parte del
engranaje de una ideología que así como Daesh, Fath al Sham, Ahrar al Sham u otros
grupos takfiri constituyen una
perversión del islam, con el cual no tiene nada que ver, así también el
sionismo del régimen israelí en Palestina constituye una perversión criminal
del judaísmo. Así declarado, por ejemplo por
la organización de rabinos Neturei Karta, convencidos de la
incompatibilidad entre las enseñanzas del judaísmo y una entidad denominada
Israel asentada sobre la fuerza de las armas, el pillaje y el sufrimiento de
todo un pueblo. En la Franja de Gaza estamos siendo testigos de a estrecha
relación existente entre la clase política israelí, sus colonos y sus
soldadesca con el delirio, la perversión y la megalomanía, que encuentran su
expresión concreta en los asesinatos llevado a cabo del pueblo palestino, por
uno de los regímenes más extremistas que conozca hoy la humanidad.
Pablo Jofré Leal
Periodista. Analista internacional.