HISTORIAS BIBLICAS DE AYER
QUE SE REPITEN HOY
DIOS REY O AMANTE
Continuamos el tema del blog pasado abordando el tema
del reino de Dios y abriendo un
nuevo horizonte, siguiendo la propuesta de
la teóloga Sally Mc fague. Su visión nos pone en guardia sobre el peligro de la metáfora de Dios
como rey, lo que en
tiempo de Jesús era algo normal: el mundo estaba plagado de reyes y reyezuelos,
pero hoy, en tiempos de democracia (aunque aún sean torpes democracias) no
encaja en la conciencia que va surgiendo en la historia. Se plantea entonces el
simbolismo del mundo, no como reinado,
sino como cuerpo de Dios.
Ya empezamos a
tratar esto en el blog pasado. Nos planteamos cómo la relación entre Dios y el universo creado necesita que saltemos desde aquella visión del ayer…
AYER a…
¿Qué nos sucede
con el reino?
Dice la autora que nos inspira: Si el núcleo del evangelio cristiano es el poder salvífico de Dios, las
metáforas triunfalistas como “el reino” no pueden expresar esa realidad en
nuestro tiempo, por más adecuadas que puedan haber sido en el pasado.
El modelo monárquico es peligroso actualmente: alienta el sentimiento de
lejanía del mundo, tiene en cuenta únicamente su dimensión humana y mantiene
actitudes tanto de dominación como de pasividad respecto al mundo (que parece no nos importa nuestro compromiso
en él).
Permitan que popularicemos un nuevo enfoque cambiando esta visión del simbolismo REINO DE DIOS por
una nueva relación entre Dios y el mundo
que no sea la del Dios “rey eterno y todopoderoso” como se
repite en la
liturgia actual. Cambiemos nuestra
mirada con algunas nuevas metáforas y símbolos;
HOY
Los
cristianos,- die Mc FAGUE - dada su
tradición, deberían estar más predispuestos a
encontrar el sentido de un
lenguaje «corporal», no sólo a causa de la resurrección de la carne, sino
también en virtud del pan y el vino de la eucaristía como cuerpo y sangre de
Cristo, y de la Iglesia como cuerpo que tiene a Cristo por cabeza. Los
cristianos tienen una sorprendente tradición «corporal»;
Los símbolos referidos al sexo, al alimento, al agua, a la respiración y
a la sangre (todo lo que hace posible que la vida encarnada comience y
continúe), así como la relación de madres (y
padres), amantes y amigos (las
relaciones básicas que, más que cualesquiera otras, contienen el potencial
necesario para expresar la plenitud más profunda), son los elementos a partir
de los cuales pueden elaborarse las metáforas que expresen la presencia
salvífica de Dios.
Este simbolismo nos lleva a tener presente la expresión de san Juan en
su primera epístola: Dios es amor… Ese amor si lo consideramos encarnado
- hecho carne -lógicamente lo miraremos
como uno de los modos en que los seres humanos enfrentamos la unión con Dios. Las expresiones de nuestra visión de la Santísima Trinidad se
refieren al Padre (y por qué no madre?) al Hijo (¿y por qué no amante?) y al Espíritu
(¿y por qué no amigo?
No olvidemos que como dice Santo Tomás de Aquino” de Dios podemos decir lo que no es; no podemos
decir lo que es”. Por eso nuestro lenguaje utiliza simbolismos que se
ajusten a nuestra vida y experiencia.
La figura de la madre nos libera de la visión patriarcal.
Todos hemos podido comprobar cómo la
figura del padre, por ejemplo, en la
parábola del hijo pródigo, se asemeja más a la actitud de la madre esperando
y abrazando al hijo que vuelve de sus
errores.
La figura del amante, es el amor de la
sanación. El amor que reconcilia lo
alienado, lo separado Dios como amante desea la unión con estas criaturas
únicas que tienen la capacidad de responder con amor en formas personales…
El amigo refleja al espíritu como ser
unitivo caracterizado por la libertad y
la participación.
Como síntesis, el amor- dice O´Murchu – el
amor no sabe de barreras ni límites. Místicos y novelistas, artistas y comediantes
han intentado explorar ese poder misterioso.
Desde las partículas básicas que mantienen a la materia unida a las energías
divinas que sostienen nuestro sentido, encontramos una fuerza de vida que alienta
y atrae.
La reflexión teológica actual nos dice: el
amor es una fuerza de vida independiente, un espectro de posibilidad desde su
grandeza divina hasta su particularidad en la interacción subatómica. Es el
origen y la meta de nuestra búsqueda de sentido.
Por eso los intentos de abordar nuestra vida y
nuestra fe como la entrada en el REINO
DE DIOS quedan transformados al
sentirnos parte del CUERPO DE DIOS. Un Dios que no mantienen su relación sobre el poder sino
sobre el amor infinito reflejado en el Dios padre y madre, amante y amigo.
¿Nos
atrevemos a zambullirnos en este misterio?