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Colaborando con...

4 de mayo de 2018

DE COLABORAR


PARA  OTRO  MUNDO   POSIBLE
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Hablamos hace una semana   de convivir
Nos preguntábamos si era posible vivir con… 

tener  puertas abiertas, fronteras abiertas entre gentes que nos acompañan en esta bolita girando entre las galaxias del universo.

Pero quienes aquí vivimos No somos seres pasivos sino personas  que necesitan pasar el tiempo transformando la naturaleza que tienen entre manos. 





No cada  uno  en su propia labor  sino hombro con hombro   en algo que no es fácil oír que se trata de  COLABORAR 

Y no se hará el trabajo
Con la fiebre angustiada
De quien pende del hilo del empleo
Para no morir de  hambre
En ese mundo nuevo
El trabajo será  como un servicio amable
De cada uno a todos los demás
No hervirá como hoy
La obsesión  por ser competitivo
Que consiste en trepar
Sobre los cráneos del débil o del torpe
Tan sólo llamaremos competencia
A servir a los otros los primeros
Sin que nos mueva a ello la ganancia
La turbia obstinación de ganar más que otros
¡Ganar!
 Esa palabra sólo será en plural
Ganaremos cuando ganemos todos
Pero ¡todos!


Si preguntamos a un muchacho que estudia, bachillerato, por ejemplo, para qué estudia, seguramente nos contesta:” para tener una profesión”-  Si le preguntamos para que necesita esa profesión responderá sin dudar: “Para vivir, para poder comer, para ser alguien en la vida, para ganar dinero.”

 Nos llamará la atención que no se le ocurra pensar cómo  toda profesión, todo trabajo debe tener un efecto benéfico en  la sociedad.  Debe tener, aunque todos conocemos trabajos esclavos sin ningún interés benéfico.

Un campesino trabaja la tierra no sólo para su provecho, alimentación, venta, sino para que en su país haya comida para los habitantes.  El maestro no intenta solo tener su salario, que  bien  le  hace falta  sino con el deseo de  educar a jóvenes de distintas edades para, como dice el tópico “ser personas de provecho el día de mañana”

El campesino, el maestro, el médico, el albañil…  son piezas de  un conjunto de seres  que  han transformando la realidad de modos diversos.

Pero esa  no es la  conciencia más general. En la sociedad que tenemos por ahora existe una palabra  envenenada que es la competencia.  Y la gran discusión entre sociólogos, sicólogos y economistas es  si lo principal en la vida es  sentirnos los ser humanos, com-petidores o com-laboradores.
 Hijo – dice el padre a  su retoño. Esfuérzate y estudia que la vida es una selva  donde  sobrevive el más fuerte.
 
Marcaríamos  en un lenguaje humano la diferencia entre  ser competente. Poder desarrollar sus cualidades y se eficaz  en el trabajo  ser competitiva cuando esa eficacia deja tirado en la cuneta al que  tienen menos capacidades.

Afortunadamente la sicología transpersonal intenta ayudar a descubrir el valor de la solidaridad que en distinta a la competitividad.

Una persona no es más persona cuando  su progreso  el  trabajo produce el fracaso de los competidores.  El progreso de los seres humanos se basa, no en ser más que otros sino en hacer progresar a la sociedad humana


Intentamos avanzar en esta mentalidad no sólo como un producto religioso  que pide la  renuncia del más fuerte para el provecho del débil sino por la creación de una sociedad donde el yo de cada uno no hace lo posible por  “trepar sobre  los cráneos del débil o del torpe”

El progreso de la conciencia en la humanidad creemos que no es  un acto de renuncia movido por la  ética de las personas sino un  acto de claridad mental, de descubrimiento reflexivo de  una nueva humanidad. Ganaremos  cuando ganemos todos.

En las relaciones humanas, hasta los juegos que empezaron siendo un modo de divertirse se han convertido también en enfrentamiento donde anda por medio el dinero.  Un antiguo jugador en los tiempos en que el fútbol era una afición  amateur se decía hizo una profecía: El fútbol dejará de ser deporte cuando se  convierta  en  profesional. Así  ha sido.

DE BABEL A  PENTECOSTÉS


Los seres humanos quisieron trepar al cielo.  Eran individuo egoístas  que intentaron levantar una torre sonde fueran fuertes, como pequeños dioses frente a Dios. Dice el génesis que Dios confundió sus lenguas. Cada uno fue cada uno y aquel símbolo del poder humano se fue destruyendo y se fueron cada uno por su lado, cada uno por su  egoísmo.

Aquel humilde campesino de Nazaret, aquel carpintero  que se juntó con pescadores y se puso hasta de rodillas a lavarles los pies,  que pidió al Padre celestial que todos fueran  uno en el amor… los constructores de torres y templos se lo quitaron de en medio.  Sus discípulos fueron conscientes de su resurrección y mantuvieron la unidad no en una torre  sino en una  casa acogedora.

Allí les vino el soplo del espíritu,  el fuego  del  humilde reino de Dios que no son torres sino la construcción de una vida nueva y humilde.
En Babel, confusión, el orgullo egoísta  desmontó en poder, el dominio la competitividad

En Pentecostés todos se entendían a pesar de sus lenguas diferentes  para construir un mundo nuevo que no  era una torre sino un  universal  de hermanos… la colaboración