Esta canción de Roberto Orellana, “¿Quién me ha tocado?” puede ser importante para cambiar nuestra actitud frente a Jesús, frente a la eucaristía, frente a la liturgia.
Jesús no caminaba por las nubes, ni por los templos… caminaba en el pueblo y entre el pueblo… No iba por modernas calles asfaltadas sino por las callejuelas de las aldeas y quienes lo seguían no lo hacían a distancia, sino cerca.
La gente se apretaba en torno suyo para escucharlo mejor… a veces se subía a una barca para que no lo empujasen a la orilla del mar. Esta vez una mujer enferma… una enfermedad que consideraban entonces castigo del pecado se acercó a Jesús.
La mujer tocó a Jesús… ¡qué falta de respeto! Hoy mucha gente ni se atreve ni a mirar a la eucaristía. Cuando el celebrante dice tomen y coman esto es mi cuerpo,… muchos agachan la cabeza… no se atreven a mirar. Cuando reciben la comunión no se atreven a extender la mano para tocar con ella a Jesús. Menos mal que abren la boca para recibirle, aunque muchos en su vida pequen más con la boca que con la mano… ¿Por qué habrá tantos escrúpulos en la religión? ¿Porque a un Jesús simpático, comunicativo, acogedor tendremos tantos falsos respetos? ¿Ustedes se atreverían a abrazarle como María Magdalena? ¿… se atreverían a tocarlo? Esta canción, esta narración evangélica nos debe hacer pensar, liberarnos de tantos falsos respetos… Si lo tocamos nos librará de nuestros males y nuestra falsa religión. Toquemos a Jesús.