Raïssa Maritain
Poeta y contemplativa (1883-1960)
“Es un error
aislarse de los hombres… Si Dios no lo llama a uno a la soledad, uno debe vivir
con Dios en medio de la multitud, darlo a conocer allí y hacerlo amar.”
La vida de Raïssa Maritain estuvo inextricablemente
entrelazada con la de su esposo, *Jacques
Maritain, el famoso filósofo católico. A lo largo de su extensa vida juntos, estuvieron unidos no sólo por los
lazos del matrimonio sino por una “santa amistad”, unión en la que Dios se mantuvo
como un íntimo tercer integrante.
Raïssa y Jacques se conocieron siendo estudiantes en
la Sorbona. Raïssa había nacido en Rusia. Sus padres, judíos ortodoxos, se
habían mudado a Francia buscando mejores oportunidades educativas para sus
dotadas hijas. Raïssa avanzó tan rápidamente en sus estudios a pesar de tener
que aprender una nueva lengua, que fue admitida en la universidad a los
dieciséis años.
Conoció a Jacques Maritain cuando él solicitó su firma
para una petición en protesta del tratamiento dado a los estudiantes
socialistas por la Rusia zarista. La atracción entre ambos fue inmediata, y
pronto fueron inseparables. Contrajeron matrimonio en 1904. Raïssa y Jaques
compartían la pasión por la poesía, el arte y la justicia social. Pero pronto
hallaron otro lazo: una obsesión común con el
problema de la verdad y la necesidad de descubrir el sentido de la vida.
Si bien ninguno de ellos tenía mucha educación religiosa, les parecía
intolerable imaginar que la existencia
pudiera ser un absurdo. Hicieron
la promesa de que si en el plazo de un año no encontraban la respuesta a su
búsqueda, terminarían con sus vidas.
Luego, comenzaron a asistir a las conferencias del
filósofo Henri Bergson. De él obtuvieron el sentido del Absoluto. Fueron
conducidos, a su vez, hacia el novelista * Leon Bloy, quien no sólo era un
católico devoto, sino un profeta, cuyos escritos celebraban la predilección de
Dios por los pobres, a la vez que criticaban cáusticamente los pecados de la
burguesía católica. A través de su amistad con Bloy, los Maritain fueron
introducidos al mundo del catolicismo y de las Sagradas Escrituras. Raïssa se
vio particularmente conmovida por los escritos de Bloy sobre los judíos,
elegidos por Dios para representar un papel especial en la historia de la
salvación. En el espacio de un año luego de su primer encuentro con Bloy, los
Maritain fueron bautizados en 1906. Bloy fue su padrino.
Habiendo encontrado su camino a la Iglesia, Raïssa y
Jacques concibieron su vida, a partir de allí, en términos religiosos. Tomaron
los votos como oblatos de San Benito y luego hicieron voto perpetuo de
castidad. A pesar de su compromiso privado, sentían, resueltamente, que no
estaban hechos para la vida monástica sino que estaban llamados a vivir su fe
en medio de los círculos artísticos e intelectuales en los que se hallaban
inmersos.
En
el primer tomo de sus memorias, We Have
been Friends Together (Diario de una Amistad), Raïssa describió los
primeros años de su matrimonio casi enteramente desde el punto de vista de sus relaciones con personajes tales como
Bloy, el artista *Georges Rouault, y el poeta *Charles Peguy. A través de toda
su vida juntos, el salón de los Maritain
fue el centro de un extraordinario renacimiento intelectual católico. Jacques
se transformó en el filósofo católico más famoso del siglo XX; Raïssa también
fue reconocida a través de la publicación de varios volúmenes de poesía y
prosa, pero Raïssa permaneció más en segundo plano, colaborando íntimamente en
la obra de su esposo. Él dijo, más tarde, que su ayuda e inspiración habían
penetrado todo lo que había escrito: “Todo lo bueno viene de Dios. Pero como
intermediaria sobre la Tierra, todo lo bueno me ha llegado de ella”.
Raïssa
falleció el 4 de noviembre de 1960. Fue sólo entonces cuando Jacques descubrió
sus diarios íntimos y comprendió la profundidad espiritual que había
permanecido oculta hasta de él. Publicados más tarde, estos diarios reflejan la
intensa vida de oración de Raïssa y la comprensión de su vocación como
contemplativa “en los caminos del mundo”. De hecho, sobre la base de estos escritos,*Tomás Merton
la llamó “tal vez la mayor contemplativa de nuestro tiempo”.
En
una de las entradas había escrito: “Tengo la sensación de que lo que se nos
pide es vivir en el torbellino, sin sustraer nada de nuestra sustancia, sin
guardarnos nada, ni descanso, ni amistades, ni salud, ni placeres; orar
incesantemente…en realidad arrojarnos y dejarnos sacudir por las olas de la
voluntad divina hasta el día en que se nos diga: Es suficiente”.
Rosario
Carrera
Inspirado
en libro de Robert Ellsberg, Todos los
Santos.