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29 de noviembre de 2018

Un sacerdote no es

 
UNA MÁQUINA RELIGIOSA

Dirijo esta reflexión a cualquier persona que tiene relación con lo  que se llama religión.  De esas personas hay dos clases:  
Unas lo manifiestan  acudiendo  al templo con frecuencia, leyendo  los libros sagrados e intentando aplicar lo que leen en su vida.
Otras personas  se limitan a asistir a celebraciones religiosas sólo  en ocasiones especiales: funerales, entierros, aniversarios o bendiciones de objetos o  momentos que piensen importante bendecir.
Me dirijo a todos, pero sobre todo a este segundo grupo. Los que llamaría.

 Cristianos  ocasionales
Lo primero  tengo que decirles que  cuando  por cualquier motivo van a buscar a un llamado sacerdote o “padre”  sepan  que esa persona es un hombre de carne y hueso y que,  si  su vocación es verdadera, no sólo está en esa vida para hacer ceremonias religiosas. Además de tener que vivir una  vida normal, alimentarse y descansar, para ejercer bien su misión debe  estudiar y meditar, orar,  dar  enseñanza de su fe y estar atento  a lo que en el mundo va cambiando, preocuparse de los problemas de  su país, especialmente de los pobres, marginados, gente sin orientación ni conocimientos, a veces  puede escribir enseñanzas de la palabra de Dios y todo lo que sea ayudar a  conocer mejor a Jesús y su iglesia. A veces usando los medios de comunicación que son  cada vez más importantes  en este tiempo. También es para el sacerdote de gran  responsabilidad  ayudar a que las comunidades estén unidas y hagan el bien.
Todas estas  actividades son muchas  veces más importantes que las ceremonias de misas, sacramentos y otras celebraciones.

Sin embargo   muchos, sobre todo  de los llamados creyentes  ocasionales, que van a buscar al “padre” sólo en circunstancias especiales,  no se acaban de dar cuenta. Piensan que el sacerdote está en su despacho  esperando que alguien venga a llamarlo.
Esto sucede porque demasiada gente no conoce lo que Jesús,  que es quien nos inspira, hizo en toda su vida.  Que no pasó haciendo ceremonias,  sino que  con su vida y su trabajo ayudó a la gente a vivir  como hijos de Dios. Precisamente el templo no le atraía a Jesús.  A veces entró  allí para expulsar a los que estaban en ese templo como en un mercado. Por eso y otros enfrentamientos semejantes, fueron los sacerdotes del templo los que hicieron lo posible para condenarlo  a muerte.
El sacerdote es cierto tiene que vestirse y alimentarse… y  puede que los fieles colaboren económicamente, pero  se insiste en que no debe  cobrar dinero por los sacramentos que celebra. Incluso, aunque eso les quite tiempo, hay sacerdotes que trabajando como profesores en un colegio, escribiendo libros o hasta como  albañiles, mecánicos, oficinistas… Así  consiguen algún sueldo para no  tener  que depender de la parroquia. En ella es bueno que los fieles administren el dinero de las colectas  para mantener la parroquia y al sacerdote, pero sin tener que  pagar sueldo por misas, funerales, sacramentos…
Todo esto que les digo mucha gente no lo entiende, sobre todo los que sólo a veces acuden a la parroquia para pedir alguna   celebración. Hay que decirles como indicaba al principio,  que el sacerdote es un ser humano que  quiere seguir e imitar a Jesús
Sobre todo ayudando a que los laicos vivan bien unidos y haciendo el bien y conociendo la Palabra del Señor- No es el sacerdote  para  estar esperando a cualquier momento para  hacer ceremonias  con personas que  no quieren más que eso: ceremonias individuales  sin ninguna preocupación por Jesús y su enseñanza.
Les pido a los creyentes que se tomen en serio la fe;  que  procuren decir esto a amigos y conocidos, a quienes solo buscan  ceremonias ocasionales sin verdadera fe.
Porque de todo esto los laicos bautizados también forman parte de  la misión de Jesús y tienen que apoyar al padre y a la comunidad.
Si desean más aclaraciones o comentarios  pueden escribir al email  martinguat@gmail.com
y reflexionar sobre este mensaje que les ofrezco.