PALABRAS
A VOLEO
La palabra a voleo que hoy hacemos volar, aparentemente es una palabra “laica” pero
puede resultar una expresión, si no
religiosa, si, digamos espiritual; Aunque no se lo crean se trata hoy de la
SONRISA
La palabra sonrisa viene de son- y
risa. Son- es un prefijo que viene del latín sub- (abajo). La palabra risa viene del latín risus,
participio del verbo ridere, el mismo que nos dio reír y ridículo.
Hay
sonrisas y sonrisas, depende del
adjetivo que las acompañe;
Sonrisas tristes, sonrisas alegres,
irónicas, crueles, nostálgicas, falsas,
humorísticas.
El humor decía Ramón Gómez de la Serna en sus
“greguerías”, < el humor es una
sonrisa vista a través de una lágrima>
Pero ahora queremos meditar en la sonrisa franca abierta, alegre, la que es como una risa contenida. Es la sonrisa de los niños y las personas
sencillas, la sonrisa que sale de
dentro.
Hubo un tiempo en que
en los carros que circulaban por cierta ciudad, en el
cristal posterior se puso de moda poner
un letrero… sonría por favor. En esa ciudad un dictador amargaba la vida de la
gente y a la gente crítica no le
quedaban gamas de sonreír.
Bueno, pero para comenzar habíamos
dicho que esta sonrisa, que a primera vista no tiene nada que ver con la
religión puede que tenga que ver positiva o negativamente.
Cuántas veces mirando desde el fondo o
desde delante a las personas que asisten
a una celebración religiosa se ven
rostros, gestos serios, solemnes, o aburridos! ¡Qué pocas veces se descubren
expresiones alegres, sonrientes!;
Muchas veces son los pequeños
quienes, mientras los mayores repiten oraciones o canticos, por lo general
poco alegres y hasta angustiados
“”perdona a tu pueblo señoooor”””, mientras los mayores rezan serios los pequeños
corretean por el templo, se tiran al suelo y, al llegar la ceremonia
(¿ceremonia?) de la paz ellos corren
a abrazar y besar al sacerdote, a
enseñarle una muñeca que traen…
De todos modos ese es el único momento
en que
los fieles esbozan alguna cortés
sonrisa, aunque ya se le escapó a algún
obispo decir que no se debe sonreír ni ponerse afectuoso en esa “ceremonia” (¿ceremonia?)
Pero enseguida llega el “solemne” momento de la comunión y ahí se acaban las sonrisas; las personas se ponen tiesas, y en fila. Algunos juntan las manos piadosamente, los
más decididos extienden su mano para
atreverse (¡qué atrevidos!) a recibir a
ese Jesús que se hace pan , a recibirlo en sus manos de amas de casa,
oficinistas, labradores… los pequeñines agarrados a su mamá abren una boquita de pez, sin explicarse por qué a
ellos no les dan a comer eso.
Hay otros, y eso es el colmo del ridículo, que se acercan a
comulgar con las manos en los bolsillos;
Así como lo oyen, y suele ser gente joven.
En los años que un servidor de ustedes
lleva de ministro del señor ha visto muy
pocas personas acercarse sonrientes a
tomar en sus manos el pan. Con una sonrisa cercana a la risa
como me imagino que María Magdalena y las otras mujeres que lo acompañaban se acercarían a Jesús. O
la otra, la que sufría hemorragias y se acercó a tocarle el manto por
detrás; ¡qué saltos de contenta daría cuando
él sonrió y la dijo que se fuera
curada!.
Pero
la gente que suele ir a misa es demasiado respetuosa.
Cada uno, una, se sienta en su
banca al entrar en el templo y ni sonríe
ni mira a quien tiene al lado, aunque haga semanas o años que se juntan el mismo día y a la misma hora
en el mismo sitio.
En los templos ¿cuántas imágenes de
Jesús jugando con los niños, compartiendo amigablemente con toda clase de gente en banquetes… o sólo saben poner en el lugar sagrado, aparte del crucificado, Cristos con mantos coronas y rayos luminosos que desfigura al Campesino de Nazaret y no le dejan ser vecino cercano?
¿Qué pasa con la sonrisa?, ¿es
demasiado laica?¿no es bastante religiosa, ceremoniosa?.
¿Qué
parte de responsabilidad tienen
de esto los clérigos y los
clericales que les acompañan, cuyos
trajes, más bien oscuros con signos y
hábitos solemnes no invitan mucho a sonreír.
Este ministro del señor que les escribe
se atreve a proponerles desde los niños
a los presbíteros (en griego, viejos)
que se peguen en el corazón la frase de aquel tiempo sonría por favor - No, por favor no,- pónganla
solamente cuando de verdad les salga de dentro, porque todos sabemos que
a veces en la vida no hay más remedio
que llorar, pero no siempre estén
amargados, amargadas, sonrían de corazón.
(Dedicada esta reflexión a quien se
acerca a recibir la eucaristía con los ojos y el corazón sonriente)