Enrique Zabala Ortiz de Urbina
Comunidad Marianista
1928-2019
Enrique
nació en Vitoria (Álava, al norte de España) el 28 de julio de 1928. Sus padres
educan a su
hijo para que poco a poco crezca en la fe. Estando ya en el escolasticado después de hacer la primera profesión, escribe al Provincial, para manifestarle su deseo de ser misionero. Le explica que es una vocación que empezó en sus primeros años de estudio en el Colegio de San Viator en su tierra natal. Cuenta que “allí me alisté a la Santa Infancia…la Providencia iba colocando en mi tierna alma los gérmenes de una futura vocación misionera.”
hijo para que poco a poco crezca en la fe. Estando ya en el escolasticado después de hacer la primera profesión, escribe al Provincial, para manifestarle su deseo de ser misionero. Le explica que es una vocación que empezó en sus primeros años de estudio en el Colegio de San Viator en su tierra natal. Cuenta que “allí me alisté a la Santa Infancia…la Providencia iba colocando en mi tierna alma los gérmenes de una futura vocación misionera.”
Esas
vivencias infantiles empiezan a hacerse realidad en 1940 cuando ingresa en el
postulantado marianista de Escoriaza (Guipuzcoa, país Vasco). Después de 4 años
felices comienza su noviciado en Elorrio (Vizcaya) y un año más tarde, el 21 de
septiembre de 1945, emite sus primeros votos como religioso marianista. Antes,
en la carta en la que muestra su deseo de hacerlos, expresa también su disponibilidad
de realizar su misión dónde y cómo
parezca conveniente, como sacerdote, educador o hermano obrero. Después de los
primeros votos, va al escolasticado de
Carabanchel en 1945, vuelve a manifestar sus intenciones de renovar sus votos.
Después
de tres años de escolasticado empieza a vivir su vocación de educador en el
Colegio Nuestra Señora del Pilar de Madrid. En 1951 se compromete
definitivamente haciendo su profesión perpetua. En estos años ha ido
consolidando su vocación de ir por el mundo entero anunciando el Evangelio y se
ofrece para ir a Japón.
Va al Colegio de San José en Yokohama. Enrique es un amante del deporte y un gran jugador de fútbol. Está muy a gusto, aunque llegó pensando que en un país de misión la vida sería más austera que en España y no es lo que encuentra.
Regresa
a España con una experiencia positiva, la conciencia de una misión cumplida y
el aumento de sus conocimientos de inglés que le permitirán ser profesor de
esta lengua. En España se incorpora de nuevo al Colegio del Pilar de Madrird.
Durante su estancia en él, consigue la titulación oficial para dar clase de
Inglés.
En
1967 la Provincia de Nueva York, solicita la incorporación de Enrique al
colegio Ponceño de varones de Puerto Rico, posteriormente es autorizado se
entrega por completo a la misión, da clases de español y religión y participa
activamente en los deportes del colegio. En el curso de 1968-1969 se anuncia
que los religiosos marianistas va a dejar el Colegio, lo que también le afecta
a él.
Quiere
seguir viviendo su vocación misionera. Se plantea la posibilidad de ir a
Colombia o Perú. Finalmente aterriza en Santiago de Chile para trabajar en el
Instituto Miguel León Prado. Aquí encuentra más austeridad, pero querría aún
más.
No
son años fáciles para Enrique: vivimos los años del postconcilio, años complejos en los que no es fácil dar
respuesta a todas las propuestas de renovación conciliar que han surgido del
Vaticano II.
Enrique
es muy crítico con la situación de la
vida religiosa en España y también en Chile. La situación de incertidumbre que
vive en esta situación de dudas y tensiones le hace dedicarse con más
entusiasmo a su vocación. Intenta también hacer todos los esfuerzos posibles
por dinamizar la comunidad en que vive. Sus críticas o van unidas a una visión
de las realidades positivas y da a sus cartas en claro tono pesimista. En estos
años su creatividad y su imaginación
crean un método de aprendizaje que sorprende a todos por su novedad y eficacia.
En
1997 plantea su deseo de retirarse ya de la enseñanza. Lleva 49 años dedicado
ininterrumpidamente a esta misión. El
Consejo provincial está de acuerdo. El P. Lorenzo resume lo que han sido estos
años para Enrique: “Creo que en la
enseñanza has dejado lo mejor de ti mismo y al mismo tiempo has encontrado las
mayores alegrías de tu vida”.
Enrique
sigue pensando en ir al tercer mundo a un lugar en que su inglés pueda ser
útil. Escribe a Martín Valmaseda, misionero en
Guatemala en un ambiente muy pobre. Martín le anima a ir. Enrique acepta,
aunque sabe que la vida de comunidad, entre solo dos personas va a ser muy
difícil. Recibe la autorización del Consejo provincial. Vive 8 años allí, vive
la pobreza que desea, trabaja para formar profesores de inglés, sigue dando
clase a pequeños grupos de alumnos de áreas marginales. Luego por su seguridad
parece prudente abandonar Guatemala, en donde fue feliz.
Viaja
a otros países de Latinoamérica y finalmente pide regresar a España a dar
testimonio de muchos años de entrega. En el 2011, va a la comunidad de Jerez de
la Frontera a recordar buenos tiempos. El Provincial, P.Miguel Ángel Cortés, le
escribe en 2015 con motivo del 70 aniversario de su primera profesión
religiosa. Dice: “Ahora ya no corres tus
preciados maratones, pero sigues corriendo con no menos decisión la carrera de
la que hablaba S. Pablo:…Corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama
Dios desde arriba en Cristo Jesús”.
Su
salud empeora. En septiembre de 2017 es trasladado a la comunidad de Siquem.
Poco a poco va perdiendo vitalidad. Siempre constante, los primeros meses sigue
escribiendo THE SCREEN un periódico mensual, de confección casera, todo en
inglés. Continua debilitándose y finalmente deja de hacerlo. El 6 de marzo de
2019 termina su vida en esta tierra y empieza la carrera definitiva que nuestro
padre bueno nos ha organizado para toda la vida.
Por
Rosario Carrera
Fuente:
SM Curia Generaliza, Comunidad Marianista.