DORA CLEMENCIA AZMITIA DORANTES
“Menchy”
(Información compartida del folleto
“Mujeres de Esperanza”/Septiembre de 1990,
Coordinadora Cristiana de Solidaridad
con el pueblo de Guatemala, México D.F.)
Menchy, como
la llamábamos con
cariño, nació el
último día del mes
de agosto de
1958. Fue la Primogénita de la familia
Azmitia Dorantes, un
matrimonio cristiano que desde pequeña
la guió en el
camino cristiano del amor y servicio a
los demás, tuvo tres hermanos más: Mario, Graciela
y Juan José.
Don
Mario y Doña Cony, sus
papas, eran colaboradores
muy asiduos de
la parroquia (San Juan
Apóstol, Zona 6) a la
que pertenecían y participaban en varios
movimientos de apostolado.
Estudio en el
colegio Belga y ejerció
como maestra de
educación primaria en
el mismo. Fue muy estudiosa
y muy participativa en todas
las actividades que
se hacían: su figura
delgada y frágil se
miraba corriendo por
todos lados , de
un lugar a
otro. Incansablemente también
fuera del colegio
y siguiendo el ejemplo
de sus papas, Menchy participó desde muy
pequeña en la parroquia: dio clases
de catequesis, enseño
trabajos manuales a
los jóvenes y
niños.
Su ansia
de servicio no tenía
limites, cuando cumplió 12 años inició el trabajo que
la iba a
marcar para toda su
vida: la promoción de
los campesinos, de
la gente pobre. En
una aldea vecina a la
capital de Guatemala llamada “El
Carrizal” estuvo por espacio de
dos meses acompañando el trabajo
de un sacerdote,
varias religiosas, dos
médicos y jóvenes recién
graduados de maestros. En
esa experiencia comenzó
su preocupación por el campo
por las condiciones
en las que
Vivian los campesinos.
Y así llevo
a la
práctica; cuando joven estudiante se
le podía ver en todos
los movimientos juveniles tanto en
la parroquia como en
el colegio. Los equipos
de JEC ( Juventud Estudiantil
Cristiana) contaron con su
presencia constante, cuestionante
y dinámica. En sus
reflexiones percibieron que como
cristianas no podían permanecer indiferentes ante la situación
de su pueblo,
donde el 60% no
sabe leer ni escribir y
donde las condiciones
de vida de
la gente están en
total contradicción con
el plan que
Dios quiere para todos
sus hijos.
Es así como
surge el movimiento
Operación Uspantán que
debe su nombre
al municipio ubicado en
Quiche. En un principio,
se tuvo como criterio
la necesidad de
atender a los campesinos de
la zona de Uspantán por
la situación de miseria en
que viven y el
encontrar una forma
efectiva de concretizar
el compromiso cristiano
de la voluntarias
dentro de la
misma realidad del
campesino.
Cuando Menchy
fue nombrada unánimemente
presidenta de Operación
Uspantán, no solo
se profundizo la
formación sino que
se llegó a
una mejor comprensión del trabajo, se
globalizaron los objetivos
centrándose los criterios
alrededor de una realidad
integral. Es así como se
proporcionaron elementos teóricos
y analíticos a las
voluntarias y al
campesinado para que pudieran ubicar su realidad
de injusticia en contextos
estructurales dentro de los
cuales el cristianismo
exigía una respuesta
de cambio. A finales
de 1970 la situación
en Guatemala se
fue polarizando, en
la capital, huelgas, manifestaciones, luchas,
enfrentamientos callejeros y
en el campo
secuestros, desapariciones, violencia.
La
situación en las
aldeas donde había
trabajado con Operación Uspantán
era difícil, la
presencia del Ejercito era más continua y
algunos de los
curas que trabajaban en esos
lugares era amenazados
por su labor
en bien de
estas comunidades. Limitada
la posibilidad de asistir
a la Operación Uspantán, Menchy se
entrega por entero a
la “Comunidad Caminante” grupo juvenil ( Parroquia San
Juan Apóstol) que se organiza
para trabajar en las
áreas indígenas cercanas a
la capital, más
concretamente en Santa María de
Jesús, pueblito de Antigua
Guatemala, rodeado de
montañas y de
una población
mayoritariamente indígena. Allí realizo
un trabajo similar a la Operación Uspantán.
Su
participación en la JEC
la llevo
a participar en un Encuentro Internacional en España, donde compartió su experiencia de vida y compromiso. Todos la recuerdan como la joven
alegre y entusiasta, llena de vida y entrega. Además estudiaba Pedagogía en la
Universidad de San Carlos.
En el año 1981,
la situación era
cada día más
difícil, los asesinatos estaban a la
orden del día,
los secuestros eran
constantes, varios amigos
se habían ido
de Guatemala… en medio
de esa situación
Menchy profundiza su compromiso cristiano, adquiere una
conciencia política y se
incorpora a la
lucha de los
pobladores, habitantes de
barrios marginales de
la ciudad capital,
a quienes acompaña en sus
manifestaciones y protestas
por la situación
en la que
viven.
Otro paso en
la vida de
Menchy fue su matrimonio,
efectuado el 14
de marzo de
1981. Se casa con uno de
los jóvenes de
la comunidad, adquiere así
un nuevo compromiso símbolo de
entrega de amor. Como ella,
su esposo estaba
junto al pueblo,
así podrían como
pareja caminar juntos en su
compromiso.
Muy poco duro
esa dicha, el
19 de septiembre
de 1981, en
una tarde triste la
familia s e entera de
que Mario el hermano, había sido secuestrado. Desde hacía
varios años, Mario
siguiendo el ejemplo de
su hermana mayor, se
había incorporado a diversos
grupos juveniles y
trabajaba en las
organizaciones de las
personas de los asentamientos
y barrios marginales. Era estudiante
de Ingeniería Eléctrica
en la Universidad de San
Carlos, al momento de
su secuestro tenía
22 años.
Menchy fue
secuestrada en el afán de
buscar a su
hermano, no quería ver
sufrir a sus
padres y en un
exceso de amor fue
a buscarlo y cayó
en una trampa que
le tendieron los
enemigos de la vida. Al
día siguiente, en
medio de la
confusión y del dolor en
la búsqueda de
sus hijos, se
llevaron también a
Don Mario y se
queda sola la
madre, los hermanos lograron
escapar corriendo y escondiéndose
algunos días hasta
que pudieron comunicarse con
su mama. Cuando fue
secuestrada Menchy tenía
3 meses de
embarazo...nunca jamás se supo de
los cuatro: Don
Mario, Menchy, Mario hijo y
el pequeño que ya
tenía vida en
las entrañas de
Menchy. Toda una familia
“No acabamos de entender por qué un
pueblo tiene que
sufrir tanto para
alcanzar la liberación” (frase
que Menchy escribía
en sus cartas).