Hermógenes Coarchaita
El mártir del agua
Activista en favor del medio ambiente, los derechos de
las comunidades
y la oposición de la militarización forzada
El
1 de julio de 1978, mientras sucedía la fraudulenta transmisión presidencial
del general Kjell Eugenio Laugerud García al general Fernando Romeo Lucas, un
sencillo sacerdote era inhumado en la finca El Pirú, entre la Antigua Guatemala
y Ciudad Vieja. Veinticuatro horas antes había sido asesinado.
Muchos
cristianos, católicos y de otros credos, avalaron —con su presencia o su
silencio— la consumación del fraude electoral y callaron ante la muerte del
padre Hermógenes López Coarchita acribillado en la carretera que de San José
Pinula conduce a Palencia. La autoría se atribuía presuntamente al gobierno de
turno.
Según
sus biógrafos «quienes lo conocieron aseguran que fue un ministro religioso de
muchas
virtudes: humilde, reservado, atento, cercano a los niños, a los
enfermos y a los ancianos». Pero, si ése era su perfil, ¿por qué lo mataron? La
razón nunca se supo. Se habló de probabilidades. La más racional pudo haber
sido la defensa de la gente pobre en su Parroquia de San José Pinula. Él no era
político, era el clásico pastor bondadoso, defensor de su grey, el que la
cuidaba y acompañaba. Llamaba a sus feligreses «mis pinulas» porque sentía en su propia carne las amarguras de su gente. Sin embargo, —de acuerdo a muchos testimonios—, para la época «ciertos sectores eclesiales y sociales se escandalizaban al ver un sacerdote embarrado y empolvado por las veredas y caminos de su pueblo» y vociferaban si reclamaba los derechos de sus feligreses como sucedió en el caso de la defensa del agua de las aldeas que, el padre Hermógenes, defendió hasta el día de su muerte porque quisieron usurpar las fuentes para surtir con ellas a la ciudad capital.
También,
era una espina en el lomo de algunos militares cuando, con justa razón,
reclamaba al alto mando del ejército el hecho de que se llevaran a los jóvenes
de su parroquia para prestar servicio militar. Actividad donde, a más de la
carga que se les imponía, se les adoctrinaba para matar y ser crueles al
extremo.
Todos
conocían sus condiciones de buen pastor y su vida transparente, sin embargo, lo
que no se supo hasta pocos años atrás fue que dejó escrito un diario de las
vicisitudes de la parroquia. Hay por lo menos seis cuadernos manuscritos
dedicados al acontecer parroquial y a su propia vida que motivaron a las
autoridades eclesiásticas para abrir —casi tres décadas después— una Causa y
tratar de elevarlo a los altares. En ese contexto, el día sábado 22 recién
pasado, el Arzobispo Metropolitano de Guatemala concluyó un proceso diocesano
que permitirá trasladar la Causa a Roma donde, indudablemente, será acogida
para dar paso a los trámites necesarios a fin de que el padre Hermógenes sea
canonizado. La capacidad de apertura del papa Francisco así lo anuncia.
Iniciar
una Causa en la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos en El Vaticano
es palabra mayor. Y puede tardar años el proceso. Sin embargo, «Los Pinulas»
tienen su propio santo. Sin autorización del Vaticano, sin autos de fe, sin
Postulante de Causa ni abogado del diablo, los «Pinulas» tienen su propio
santo. En cada casa, en cada pequeño local comercial, en cada altar hogareño,
la foto de Hermógenes López Coarchita está presente. Y también en los hogares
de «pinultecos» que viven fuera de San José Pinula y de Guatemala.
Méritos
para ello los tiene. El P. Hermógenes había denunciado los porfiados intentos
de una empresa privada por entubar el agua de los manantiales de San José
Pinula con el fin de comercializarla en la
capital de Guatemala. La gente
estaba desesperada y «sus pinulitas» como llamaba a sus feligreses, estaban
dejando de ser los humildes aceptadores de cuánto quisieran hacerles y habían
comenzado a sabotear los sistemas de medición de agua que la empresa colocó en
cada río. Temía Hermógenes un desenlace violento en un momento cualquiera.
Meses atrás, había encabezado una caminata hacia la metrópoli. Fue famosa porque toda la gente de las aldeas cercanas
se unió y llegaron caminando hasta la municipalidad de Guatemala. El alcalde
metropolitano se disgustó mucho con el discurso del Padre. Fue neurálgico el
final de su disertación cuando la selló con aquellas palabras del Evangelio:
“Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico se salve”
(Mt 19,24).
También
denunció fuertemente el alza al precio de la leche y sus derivados, que en
aquellos días hacía imposible a «sus pinulas» comprarla para su consumo.
Así,
sus protestas contra la agarrada para el cupo, la defensa del agua de San José
Pinula y sus denuncias contra el alza del valor de la leche constituyeron tres
frentes que lo llevaron al martirio.
Ejemplarmente,
el P. Hermógenes venció los fantasmas de sus miedos para ser un pastor que dio
la vida por sus ovejas.