Padre Ángel: "A ver si voy a poder bendecir a un perro y no a un homosexual"
Padre Ángel. Mieres, 1937. Sacerdote católico. Fundó y preside Mensajeros por la Paz; su iglesia de San Antón, en el centro de Madrid, abre 24 horas para dar cobijo a personas sin hogar y siempre ha ido a su aire. Ahora publica libro: Un mundo mejor es posible.
Asegura que el mundo está mejor que nunca. ¿Eso es la fe?
No, ni fe ni buenismo, son los datos. Es mucho mejor que el de hace 200 años y, también, que el de hace 20. Y lo es en todos los aspectos: la solidaridad, la calidad de vida, la longevidad, la alimentación... Y, sobre todo, lo que más ha mejorado es la conciencia social y la solidaridad. El mundo que le vamos a dejar a nuestros hijos, que a su vez son mucho más humanos que nosotros, es mucho mejor del que nos encontramos.
Vale, aceptamos barco, y aun así usted asegura en su libro que un mundo mejor es posible. ¿Por dónde empezamos?
Por ejemplo, por la política. La estampa que dan en el Congreso es negativa. Se discute con una agresividad que no ves entre los niños de un colegio. Y sobre todo hay que solucionar lo que está pasando con los inmigrantes. Dentro de 10 años se nos caerá la cara de vergüenza con que dejásemos morir a la gente en el mar, que pusiéramos cuchillas en las fronteras para que la gente se cortase, que devolviéramos en caliente a gente desesperada... A nuestros hijos les parecerá una barbaridad tan de película como a nosotros los campos de concentración nazis. Los dos problemas más graves de este mundo son la inmigración y la soledad.
Las enfermedades están claras, pero ¿cuál es la cura?
La cura es querer, creer, dialogar y ponerse a ello. Lo que pasa es que vivimos en una España llena de agoreros y nuestros gobernantes son demasiado tristes. Antes veías a Adolfo Suárez o Felipe González y eran tíos carismáticos, simpáticos, contagiaban alegría y ganas de hacer cosas. Ahora, sólo Carmena sonreía y parecía feliz por tener un trabajo que permite ayudar. En las elecciones he visto ganadores que lo celebraban con cara de pena, como si gobernar fuera un problema y no un honor. Y en la Iglesia pasa igual: obispos, curas... Todos como si la vida fuera un pesar. Necesitamos gente alegre y con energía para mejorar. Gente que sepa que la vida es corta y no puedes perder el tiempo que tienes para amar y hacer el bien. Luego se arrepienten del tiempo perdido.
En estos casi 60 años que lleva entregado a los demás, ¿nunca le han entrado ganas de hacer el mal? Aunque sea un poquito, por ver si es divertido.
No. Los que hacemos el bien somos felices así y sólo así. Eso es lo que nos divierte. En el fondo, ayudar a los demás es un poco egoísta porque me hace sentir bien y ser feliz. Ya no entiendo la vida de otra forma.
Usted mantiene abierta la Iglesia de San Antón, en pleno centro de Madrid, las 24 horas del día para que puedan dormir, comer y refugiarse personas sin hogar. Pero ha habido quejas de vecinos.
Sí, hemos tenido algunos problemillas porque a cierta gente le molesta ver pobreza, porque huele mal, porque no es bonita. Es entendible, pero nos vamos entendiendo. Nadie en buena conciencia puede quejarse porque le des un café o algo de comer a una persona necesitada, sea un alcohólico o un histérico. ¿De verdad vamos a poner problemas a dejar a una persona un banco para dormir? Por esta iglesia ha pasado más de un millón de personas en estos cuatro años. Vienen a rezar, a llorar, a reír o porque hay servicios y wifi. Da igual. El caso es que vienen a por algo que no tienen, necesitan y nosotros podemos ofrecerles. Yo tengo el corazón herido de conocer tantas vidas rotas y nadie me va a negar la posibilidad de escuchar y ayudar.
En cuestiones sociales, usted sigue las reglas de la Iglesia católica un tanto a la remanguillé. ¿Eso vale?
A mí me vale. Cuando uno cree en las cosas que hace, no tiene miedo a nada. Di aquí una misa por Pedro Zerolo [político socialista y activista LGBT fallecido en 2015] y se me criticó. Pues lo volvería a hacer igual. ¿Cómo me voy a oponer a tratar igual que a los demás a dos hombres que se quieren? En esta iglesia bendigo a las mascotas, así que a ver si voy a poder bendecir a un perro y no a un homosexual o una lesbiana. No tiene sentido, así que les bendigo. Sé que hay gente dentro de la Iglesia a la que no le parece bien, pero esta es la Iglesia de Jesús de Nazaret y a Jesús también le criticaban por rodearse de pecadores. No hago nada que no esté en el origen de mi fe.
¿Se está modernizando la Iglesia con el papa Francisco o hay más gestos que hechos?
El papa Francisco nos dijo que abriésemos las iglesias como si fueran hospitales de campaña donde se puedan curar las heridas por dentro y por fuera. Yo le he tomado la palabra y eso es lo que pretendo aquí. Él está intentando modernizar la Iglesia desde dentro, pero no es nada fácil acabar con hábitos en los que los sacerdotes llevan muy cómodos muchos años. Nos ha dicho a los curas y a los obispos que tengamos olor a vaca y no olor a colonia. Y es que ha habido demasiado sacerdote que olía a colonia.
¿Entiende que la Iglesia católica sea una institución que genera rechazo en muchas personas, creyentes incluso?
Es evidente que la Iglesia hizo y sigue haciendo cosas negativas: la pederastia, lo de creerse propietarios de las almas y de los cuerpos de nuestros feligreses cuando sólo somos sus pastores. Pero yo sigo creyendo en la Iglesia católica. Mi secretario general no es Pedro Sánchez ni Albert Rivera: es Jesús de Nazaret. Y esta Iglesia fue pionera en obras sociales, es la Iglesia que lava los pies de los leprosos, que tiene un Papa que se postra de rodillas ante los líderes de Sudán pidiéndoles la paz. Esa es la Iglesia que me gusta.
¿Ha sucedido algo parecido en España con el catolicismo que con la bandera: se ha politizado hasta el punto de que parezca cosa de derechas?
Sí, es doloroso que sea un partido como VOX el que se acabe autoproclamando defensor del catolicismo. Hay creyentes de izquierdas que parece que se avergüenzan de la Iglesia. No tiene sentido, como uno no se avergüenza de ser del PP, de Podemos o del PSOE porque haya habido alguien en tu partido que haya robado. Yo no defendería mi institución con sangre, porque defiendo más a los hombres que a las organizaciones, pero desde luego que no pienso avergonzarme de pertenecer a ella. Yo presumo de ser cura.
¿En qué momento vio usted la luz: siempre supo que quería ser sacerdote o tuvo una revelación repentina tipo Saulo?
Cuando era niño y me preguntaban que quería ser, en vez de futbolista o médico, yo decía que cura. Pero entonces aún no era por fe o vocación sino por admiración al cura de mi pueblo, don Dimas. En Mieres en aquellos años se mataba a la gente, fallecían también muchos en las minas y había cientos de viudas y huérfanos, y él siempre iba a consolarlos y ayudarlos. Yo lo veía y lo idealicé. Así que decidí ser cura no para dar misa sino para hacer el bien como él. Después, en el seminario, ya con veintitantos años, tuve la oportunidad de trabajar con los gitanos, que eran lo más apartado de la sociedad en aquellos tiempos y, poco a poco, a través de ese labor de ayuda en una sociedad en la que había hambre y frío fuimos conquistando nosotros a la sociedad y la vocación a mí.
¿Qué ha provocado su mayor crisis de fe?
He tenido crisis de fe cuando los que mandan en la Iglesia me han querido hacer comulgar con ruedas de molino. Cuando uno tiene los pies en la tierra no aguanta eso, no soporta ver que hay muchos niños a los que no se ha querido bautizar por ser hijos de madres solteras o de lesbianas. O cuando alguien no te entiende por besar y bendecir a un homosexual. Ahí sí he tenido momentos de crisis, porque esa no es la Iglesia en la que yo creo. Aunque, en honor a la verdad, ha tenido más problemas la Iglesia conmigo que yo con la Iglesia.
Sufrió un cáncer. Por mucha fe que uno tenga una vida posterior, ¿la muerte asusta igual desde cerca?
Sí, yo he tenido mucho miedo a la muerte y he rezado a oscuras y me he aferrado a esta vida. Pero ahora, cuando uno ya se acerca al fin de la vida y ha hecho muchas cosas que le han llenado, ese temor se disipa. Al final, lo que te quita el miedo a la muerte no es la fe, es la edad.
El lema de Mensajeros de la Paz es "Sólo ante Dios y un niño debemos ponernos de rodillas", ¿cómo valora la actuación de la Iglesia ante su grave problema de pederastia?
No se puede negar que ocurrió y que se tardó en afrontar, pero fue en tiempos pasados. La Iglesia de hoy es mejor que la de hace unos años y es muy difícil que actualmente haya algún sacerdote que haga algo así, igual que cada vez existen menos políticos corruptos. La sociedad mejora y las organizaciones mejoran.
Pero se encubrió y la Iglesia se resistió a disculparse...
Es que eso de que haya que pedir perdón por esto... que lo pidan los que lo han hecho. No sé por qué tenemos que pedirlo todos ni la Iglesia en general. Ha sido una desgracia de la Iglesia, pero no sólo de ella, sino de todas las instituciones que han tenido mucho trato con niños. Pero, insisto, por fortuna se ha afrontado y se han tomado medidas para que no vuelva a pasar.