¡Virgen del Carmen bella!
Icono de la Palabra creadora.
Abres tu tienda y Dios te hace
fecunda.
Das a luz a Jesús y Él es tu luz y la
nuestra.
Con el Evangelio, hecho carne y
corazón del pueblo,
sales al encuentro de un mundo
itinerante, que va en busca de paz y de justicia.
Pones en toda noche claridades,
siembras de esperanza los caminos.
En ti, mujer nueva, los pobres leemos
al Dios de la ternura.
¡Virgen del Carmen bella!
Una historia de fe y amor recorre tus
adentros.
Y una historia de fe educas,
acompañas, alientas en nosotros.
Hay mucho dinamismo en tus andares.
Con las dos manos, sin miedo, tomas la
vida y la levantas.
Nos pones delante lo que Dios ha hecho
contigo,
y un río de alabanza nos nace y se
desborda.
Tocas con tu mano nuestra herida.
Tu presencia nos indica los caminos
del Espíritu.
¡Virgen del Carmen bella!
Decir tu nombre es siempre un milagro
de la gracia.
Nuestro mundo cansado se recrea en tu
belleza.
Como gota de rocío, refrescas nuestras
hojas agostadas.
Como grano de trigo, llenas nuestras
mesas de tu pan.
Al vivir para Dios, tu vida se
convierte en señal de nuestros pasos.
Tu sí a Dios despierta nuestro sí.
La energía del Espíritu, que a Ti te
ha alcanzado por completo,
pasa a ser también nuestra energía.
¡Virgen del Carmen bella!
Puerta abierta para acoger, en Jesús,
el gran abrazo
del Ser, que no se acaba, con la nada.
Nuestros límites, que tanto desazonan,
se apaciguan al dar con tu mirada.
Nuestro hastío, por tanto vivir lo que
no es vida,
se colma en tu corazón lleno de
gracia.
El enigma doloroso de la muerte
se aclara en la dulzura de tu abrazo.
¡Virgen del Carmen bella!
Faro luminoso, arriba, en la montaña
del Carmelo.
Te caemos en gracia, eso nos basta.
Tú dices tus canciones a quien se
acerca y te mira como un niño:
Que Dios es fuente y protagonista de
la historia.
Que nos ha mirado y revestido de su
gracia.
Que se ha hecho humano para que nos
atrevamos a serlo también nosotros.
Que se cumplen los aparentes
imposibles.
Que podemos movernos, confiados,
por el ancho mar del amor de Dios que
nos envuelve.
¡Virgen del Carmen bella!
Por llevar a Jesús en tus entrañas
te nació una fuente de alegría.
Eres señal para los ojos limpios,
despertadora de la esperanza más
dormida.
La risa escéptica ya no tiene cabida
por el brote inesperado de la vida.
En Ti se visten de ternura las
palabras.
En Ti todo comienza, todo es gracia.
¡Virgen del Carmen bella!
Señora del lugar, nuestra Señora.
Ya no somos del miedo, somos tuyos.
Que calle todo miedo para siempre.
Que vamos en buena compañía,
revestidos con la tela de tu gracia.
Sin nada que perder ya abrimos,
para Dios el corazón enamorado
entregando la vida a los hermanos.