León XIII
Papa
(1810-1903)
“Deseo ver a la Iglesia tan adelantada
El
largo reinado del papa Pío IX finalizó el 7 de febrero de 1878. A lo largo de
sus treinta y dos años en Roma, había logrado hacer más que cualquier otro Papa
de los tiempos modernos para mejorar la imagen y el poder del papado. Mas al
haber definido la identidad de la Iglesia en oposición negativa a la edad
moderna, había dejado poco espacio para un compromiso constructivo con los
problemas y valores del momento.
Desde que los republicanos capturaran Roma en
1870, el Papa se había transformado en un “prisionero del Vaticano” con poca
influencia sobre los movimientos culturales e intelectuales de la época. A
través de la hostilidad al principio del cambio social, la Iglesia se había
desconectado ampliamente de los intereses de la nueva clase trabajadora
industrial. No es de extrañar que, para el tiempo de la muerte de Pío, hubiera
muchos en la Iglesia ansiosos de un cambio de política.
En
la mañana del 20 de febrero, con la tercera votación, el cónclave papal eligió
al nuevo Papa. Era Joachim Pecci, de sesenta y ocho años, cardenal de Perugia,
quien tomó el nombre de León XIII. Con la elección del frágil y anciano Pecci,
el cónclave preveía, al parecer, un Papa de transición. El propio Pecci
compartía esta expectativa. Como dijo a sus amigos “Si me eligen, pronto
tendrán otro cónclave.” Pero de hecho, logró reinar veinticinco años como León
XIII, en los que hizo mucho para inaugurar un nuevo acercamiento entre la
Iglesia y el mundo moderno.
León
mantuvo la continuidad con el estilo conservador de sus predecesores, de varias
maneras, mas, por haber pasado una buena parte de su carrera en el servicio
diplomático del Vaticano, tenía una comprensión mucho más amplia del mundo más
allá de Roma, y un agudo interés en reinstalar a la Iglesia en una posición de
liderazgo moral y espiritual.
Una
de las primeras iniciativas de León como Papa fue muy simbólica. En su primer
nombramiento en el colegio de cardenales, confirió el capelo cardenalicio a
John Henry Newman, el sacerdote inglés y converso, sospechoso en los círculos
conservadores de albergar tendencias liberales. De otra forma, León autorizó un
nuevo estilo de compromiso intelectual: abrió los archivos del Vaticano a los
investigadores; apoyó la fundación del Instituto Bíblico de Jerusalén, y, en su
encíclica Providentissimus Deus (1893)
dio el primer apoyo tentativo del Vaticano a la ciencia de la moderna crítica
bíblica.
Sin
ninguna duda, sin embargo, la contribución más importante de León fueron sus
pronunciamientos en el campo de lo social. En particular, su encíclica Rerum novarum (1891), inauguró la era
moderna de la enseñanza social católica. Los pronunciamientos previos del
Vaticano, en tanto trataban acerca de los problemas sociales modernos, tendían a
concentrarse en advertencias contra el socialismo y otras amenazas a la
estabilidad social. León fue el primer Papa en tratar los problemas asociados
con el despertar del capitalismo industrial y en afirmar la simpatía de la Iglesia
por los intereses de la clase trabajadora.
documento. Su acercamiento al cambio social se basaba en gran parte en un llamado a la conciencia de los ricos antes que en el empobrecimiento de los pobres. Sin embargo, la importancia de este documento no estuvo tanto en sus recomendaciones sino en el hecho de su existencia.
Ningún
Papa de los tiempos modernos había declarado, como lo hizo León, que “se debe
hallar algún remedio, y rápidamente, a la penuria y miseria que abruman tan
fuertemente a la gran mayoría de los pobres.”
Al
tiempo que rechazaba el socialismo, la encíclica de León implicaba una fuerte
crítica al capitalismo desenfrenado. Por sobre todo, declaraba el interés vital
de la Iglesia tanto por el bienestar social y material como por el bienestar
espiritual de los seres humanos. Articulaba el compromiso de la Iglesia con los
principios de la justicia social, la dignidad del trabajo y la defensa de los
pobres; compromiso que continuaría desarrollándose en la enseñanza social
católica del siglo siguiente.
Por Rosario Carrera
Fuente: Ellsberg R. (2001) Todos los Santos. Buenos Aires:
Lumen