Albert Luthuli
Jefe Zulú, Premio Nóbel (1898-1967)
Jefe Zulú, Premio Nóbel (1898-1967)
“Resulta inevitable que,
al trabajar por la Libertad, algunos individuos y algunas familias deban
tomar la delantera y sufrir. El Camino hacia La Libertad se hace a través de la Cruz”
tomar la delantera y sufrir. El Camino hacia La Libertad se hace a través de la Cruz”
Entre
los que prepararon el camino para la libertad de Sudáfrica, el nombre del Jefe
Albert Luthuli es altamente respetado. Era miembro de la tribu Zulú e hijo de
jefes locales. Fue educado en Groutville, un pueblo en la reserva misionera
cristiana, en Natal. Estudió en el Adams College, donde conoció a su esposa y
comenzó una carrera de maestro. Más tarde, fue elegido jefe de Groutville, lo
que le permitió promover los derechos de su pobre y oprimido pueblo. Para el
gobierno de la minoría blanca, los jefes eran contemplados, principalmente,
como intermediarios útiles para conducir y controlar las masas negras. Luthuli,
sin embargo, había llegado a creer que sólo se podía servir a los intereses
definitivos de su pueblo derrocando el sistema de la segregación. En
consecuencia se involucró en el Congreso Nacional Africano (CNA), punta de lanza de la lucha
por la libertad de Sudáfrica. En 1952, el gobierno lo “expulsó” como jefe de
Groutville. Esto sirvió para libertad a Luthuli de los asuntos tribales y
comprometerse a fondo con las actividades del CNA, y emerger, por último, como
su líder nacional.
Las
actividades del CNA combinaban la educación política y la resistencia no
violenta en forma de huelgas, boicots y desobediencia civil. Como resultado de
su trabajo, Tuthuli fue encarcelado repetidas veces “proscrito” y confinado en
el arresto domiciliario. En 1955, luego de que el Congreso diera a conocer su
“Carta de Libertad”, Luthuli fue, finalmente, liberado. Pero el juicio, en el
que el joven Nelson Mandela conducía la defensa, abrió para los líderes de la
CNA la oportunidad de presentar su caso contra la segregación, al mundo. En
1960, Luthuli recibió el Premio Nóbel de la Paz.
Retornó
para encabezar una protesta pública contra las odiadas libretas- pasaportes
internos- que los negros debían llevar en Sudáfrica. Éstas se usaban para
imponer restricciones sobre los lugares donde se les permitía vivir a los
negros, en su propio país. Luthuli quemó la suya públicamente y exhortó a los
demás a que hicieran lo mismo. Fue arrestado una vez más, bajo otra orden de “proscripción”,
por cinco años.
Durante
toda su vida Luthuli se mantuvo fiel a la profunda fe cristiana en la que había
sido educado. Esto resultaba conflictivo para las mentes de algunos activistas
negros que descartaban al cristianismo, por ser la religión de los opresores.
Pero Luthuli estaba en desacuerdo: “Conocemos al cristianismo por lo que es,
sabemos que no es una propiedad exclusiva de los blancos.” Sin embargo, desafió
a las Iglesias a que se unieran a la lucha: “No esperamos ver a la Iglesia
organizando movimientos políticos. Pero debe estar con la gente en sus vidas.”
Hablando
por sí mismo, declaró: “Estoy en el Congreso, precisamente porque soy
cristiano. Mis creencias cristianas sobre la sociedad deben encontrar su
expresión aquí ahora, y el Congreso es la punta de lanza de la verdadera
lucha…Mi propio impulso, porque soy
cristiano, me impele a participar en el grueso de la lucha con otros
cristianos, llevando mi cristianismo conmigo y orando para que pueda ser usado
para influenciar definitivamente el carácter de la resistencia.”
Luthuli
murió en un accidente de tren, el 21 de julio de 1967. En ese tiempo, el
objetivo por el que había trabajado parecía imposiblemente lejano. El Congreso
Nacional Africano había sido declarado ilegal. Su líder, Nelson Mandela, y el
resto de la conducción del CNA se hallaban prisioneros en Robben Island,
cumpliendo sentencias de por vida. El sistema de la segregación estaba
afianzado, y la población negra parecía haber sido abandonada por Dios y por el
resto del mundo.
Sin
embargo, hombres y mujeres como Luthuli, debido a su fe en Dios, estaban convencidos
de que un día la justicia triunfaría. Y así, fueron capaces de continuar la
lucha, inspirados por la visión de la Sudáfrica que un día tal vez, aunque no
en ese momento, podría existir. De esta manera, Luthuli concluye su
autobiografía con estas palabras de esperanzadas.
La
lucha debe continuar; la lucha que crea la oportunidad para comenzar a
construir. La lucha continuará. Hablo con humildad y sin superficialidad cuando
digo que, si Dios me da la fuerza y el valor suficientes, moriré, si es
necesario, por esta causa. Pero no deseo morir hasta haber visto el comienzo
del edificio.
¡Mayibuye i Afrika! ¡Ven,
África, ven!
Por
Rosario Carrera
Fuente:
Ellsberg R. (2001) Todos los Santos. Buenos Aires: Lumen