José AntonioPagola: "La crisis nos puede enseñar a compartir más lo que tenemos y no
necesitamos"
"Es el momento de descubrir que no
es posible seguir a Jesús y colaborar en el proyecto humanizador del Padre sin
trabajar por una sociedad más justa y menos corrupta, más solidaria y menos
egoísta, más responsable y menos frívola y consumista"
"El encuentro de los cristianos,
reunidos cada domingo en torno a Jesús, ha de convertirse en un lugar de
concienciación y de impulso de solidaridad práctica"
"No podemos compartir el pan
eucarístico ignorando el hambre de millones de seres humanos privados de pan y
de justicia"
Muchas
personas siguen sufriendo de muchas maneras crisis económica. No nos hemos de
engañar. No podemos mirar a otro lado.
En nuestro entorno más o menos cercano nos iremos encontrando con familias
obligadas a vivir de la caridad, personas amenazadas de desahucio, vecinos
golpeados por el paro, enfermos sin saber cómo resolver sus problemas de salud
o medicación.
Nadie sabe muy bien cómo irá
reaccionando la sociedad. En algunas
familias podrá ir creciendo la impotencia, la rabia y la desmoralización. Es
previsible que aumenten los conflictos. Es fácil que crezca en algunos el
egoísmo y la obsesión por la propia seguridad.
Pero
también es posible que vaya creciendo la solidaridad. La crisis nos puede hacer más humanos. Nos puede enseñar a compartir
más lo que tenemos y no necesitamos. Se pueden estrechar los lazos y la
mutua ayuda dentro de las familias. Puede crecer nuestra sensibilidad hacia los
más olvidados.
También
nuestras comunidades cristianas pueden crecer en amor fraterno. Es el momento de descubrir que no es
posible seguir a Jesús y colaborar en el proyecto humanizador del Padre sin
trabajar por una sociedad más justa y menos corrupta, más solidaria y menos
egoísta, más responsable y menos frívola y consumista.
Es
también el momento de recuperar la fuerza humanizadora que se encierra en la
eucaristía cuando es vivida como una experiencia de amor confesado y
compartido. El encuentro de los
cristianos, reunidos cada domingo en torno a Jesús, ha de convertirse en un
lugar de concienciación y de impulso de solidaridad práctica.
Hemos
de sacudir nuestra rutina y mediocridad. No podemos comulgar con Cristo en la
intimidad de nuestro corazón sin comulgar con los hermanos que sufren. No podemos compartir el pan eucarístico
ignorando el hambre de millones de seres humanos privados de pan y de justicia.
Es una burla darnos la paz unos a otros olvidando a los que van quedando
excluidos socialmente.
La celebración de la eucaristía nos ha
de ayudar a abrir los ojos para descubrir a quienes hemos de defender, apoyar y
ayudar en estos momentos. Nos ha de
despertar de la «ilusión de inocencia» que nos permite vivir tranquilos, para
movernos y luchar solo cuando vemos en peligro nuestros intereses. Vivida cada
domingo con fe, nos puede hacer más humanos y mejores seguidores de Jesús. Nos
puede ayudar a vivir con lucidez cristiana, sin perder la dignidad ni la
esperanza.
El
Cuerpo y la Sangre de Cristo - C
(Lc
9,11-17)
23
de junio 2019
José Antonio Pagola