Lo que te hace ser persona
No es tu esfuerzo
lo que te hace ser hombre.
No son tus propósitos,
ni tus conocimientos,
ni tu actividad.
Tampoco tu aspecto físico,
tu fuerza, tus músculos,
tus aventuras alcohólicas,
tus relaciones amorosas,
tus palabras duras
o tus gestos agresivos.
Eres hombre
en la medida
en que creces junto a otros,
sirves a otros
y te comprometes con los otros.
En la soledad de tu vida
te deshumanizas cada día.
En la incomunicación de tus
sentimientos,
o en el egoísmo de lo que tienes,
vas destruyendo la imagen de Dios,
que está impresa en ti.
Eres hombre cuando
eres dueño de ti mismo.
Y sabes a quiénes
puedes entregar tu vida.
Eres hombre en la medida
de tu lucha,
para que otros hombres
puedan serlo,
para que vivan y trabajen
dignamente,
para que se les reconozca y
respeten en sus derechos,
para que oren, amen y crezcan
como hombres libres.
Nunca serás hombre
sin los hombres.
Nunca serás feliz sin los demás.
No podrás vivir plenamente,
si, al pronunciar el yo,
no hay un tú
que lo reciba,
o un nosotros
que lo celebre.
Yo soy hombre cuando tú estás.
Somos hombres
cuando estamos juntos.