PALABRAS A VOLEO
Esta vez les sorprendemos con
una palabra que es algo distinto del
habitual sustantivo. No ponemos esta vez sobre la mesa para
comentar el normal “nombre común” sino
algo que sí es bastante común, pero no
como nombre sino
pronombre y además como interrogativo algo que pide respuesta y que posiblemente les va - nos va - a
complicar la vida. Aquí van a
tener ustedes la pregunta un tanto misteriosa,
que pocos, no sé si algunos nos la podrán responder, porque el misterioso pronombre interrogativo es
sencillamente
¿CUÁNTOS? …
Esta palabra que hoy ponemos sobre el
tapete es esa pregunta que ahí leen… ¿a
qué respuesta?
En esta sociedad mercantil nos rodea por todas partes cuentas y estadísticas. Abramos el periódico cualquier
día y nos encontraremos con los datos de
la subida o bajada del nivel de vida,
del costo de la cesta de la compra, del
porcentaje de la sanidad de las personas, del número de ingreso de
turistas en el país, del aumento o disminución de alumnos en las
escuelas, de las consecuencias en número
de destrucción y de pérdida de vidas por
el último tifón, de los ahogados buscando refugio al atravesar el
Mediterráneo… Todo se cuenta, calcula y se procura que los datos sean lo más
exactos posibles.
Pero
la respuesta al “”cuántos”” que
hoy planteamos también se puede dar en
forma pronominal. Los jóvenes alumnos aprenden en la gramática
los llamados pronombres indefinidos.
La Academia de la lengua habla de
cuantitativos para referirse a los indefinidos que designan un número
indeterminado de objetos. Esta propiedad es la que hace que admitan una
gradación cuando hablamos de: pocos, muchos, todos, demasiado, bastante... y
les acompañan expresiones de lenguaje familiar: Una barbaridad, un
poquitín, ni te lo imaginas,
¡cualquiera sabe!.... A nivel
periodístico estas expresiones son menos aceptadas y no digamos en libros científicos. Imagínense lo que
sería un documento de antropología que nos dijera: “los homínidos
aparecieron en la prehistoria exactamente hace un montón de años, ¡ni se lo imaginan cuántos!”
Pasando a otros lenguajes nos
preguntamos por ejemplo, si en la teología, más concretamente en la
liturgia, es permisible este modo
poco concreto de hablar. En
estos tiempos postconciliares nos han aparecido algunos ejemplos chocantes. El celebrante de la eucaristía al
levantar el cáliz dice: tomad, bebed,
que esta es mi sangre que será
derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados”.
Cuando algunos católicos observadores
escuchan esto se queda un tanto
absortos… Jesús no murió por todos, según parece, ¿por cuántos murió?, ¿por
cuánto no murió? Afortunadamente
la mayor parte los asistentes a misa ni se enteran. Dan por supuesto
que a ellos sí les toca el sacrificio del Salvador ¿cómo no?;
pero me temo que a personas escrupulosas les quede una
inquietud: ¿estaré yo en la lista del “muchos o me dejan en la cuneta? Y lo
malo es que según parece, algunas jerarquías del vaticano se lo tomaron esto
muy en serio y hasta aconsejaron a los
fieles que, si escuchaban decir a un presbítero que Jesús derramó su sangre por todos, lo denunciase a las autoridades
competentes. Que lo quemasen en la hoguera… parece que ya no lo decían.
Yo no sé si habrá que
reformar algún texto evangélico diciendo, con San Juan o contra San
Juan, “en esto conocerán que sois mis discípulos en que decís por muchos y no
por todos…. Es eso mejor, o más bien “en
que os amáis los unos a los otros y das
pan a quien tiene hambre, etc.”
Afortunadamente la gente cuando va a misa no se preocupa
de si son muchos o pocos. Los pronombres indefinidos no les preocupan.
Los que meditan las palabras de Jesús
saben que no fueron muy literales los
evangelistas cuando más de cuarenta años después intentaron recordar exactamente lo que Jesús
dijo en aquella cena y en muchas otras ocasiones.
¡Vamos a lo nuestro compañeros! a meditar y vivir las verdaderas palaras y
acciones de Jesús y olvidémonos de los pronombres indefinidos. Es mejor que nos
definamos más en el seguimiento de
ese campesino de Nazaret que no daba clases de gramática, que no
hablaba latín, solo algo de griego y sobre todo arameo. ¿Cómo se dirá en ese
idioma muchos, todos, o… cuántos poco
más o menos?...