El pobre
Recibe
lo que se le da,
da lo que recibe,
sin retener nada jamás,
sin poseer nada.
Comparte
sin temor al mañana,
en la simplicidad
de un corazón
que sabe,
que no se le debe nada,
que todo es don.
El pobre
jamás habla de pobreza.
Nunca busca la pobreza,
pues es pobreza,
anónimo sin voz.
Va solitario entre
la multitud de los hombres.
Pacífico y sencillo,
humilde y tolerante,
justo y pacífico,
el hombre de
las bienaventuranzas,
camina por la vida
sin arrogancia,
con paso igual.
Seguro de quien pone
su confianza en Dios
y está a salvo.
Espera
todo del Padre.
Se convierte en obra del
Padre.
Y su amor profundo
hace de lo cotidiano
algo extraordinario.
Feliz y pobre
como un niño.
Pues ya desde ahora le
pertenece
el Reino de los cielos.
Palabras para el silencio