Buen provecho, Giordano.
Durante junio, el diputado Juan Manuel
Giordano alimentó su apetito con mariscos, asados y pizza. Comió bien.
Seguramente platos servidos con productos frescos, seleccionados y de primera
calidad. Hasta ahí todo en orden para mí. Cero bolas. El buen vivir es un
derecho y una aspiración legítima; humana. Es más, estaría perfecto que se coma
una vaca entera si así quiere, toda vez pagara cada bocado que se traga con su
salario.
POR FERNANDO BARILLAS / 25 SEPTIEMBRE,
2019
Pero no. El ya no tan dipukid endosó las
facturas de esas viandas, que ascienden a unos Q18 mil, a las arcas del
Congreso de la República. Es decir, usted que lee estas letras y yo, pagamos,
además del salario del dignatario, cada camarón y cada corte de carne que degustó
el individuo.
No es solo él, evidentemente. Buena parte
de los diputados actuales exprimen financieramente a la institución para la que
fueron electos cual parásitos en cuerpo enfermo. Se sirven del Estado, viven de
él, y el sistema, ese perverso que se disfraza de patriotismo cervecero, de
verde militar, de prédicas devotas los domingos y de patrón organizado, se los
tolera. Al final, está claro que la mayoría de congresistas está a servicio de
él.
Esta noticia llegó a mi mientras
realizaba un recorrido documental por la zona del corredor seco ubicada entre
Camotán y Jocotán. Antes de viajar a esta región yo al menos necesito
prepararme emocionalmente, ante las dramáticas situaciones que sé que
encontraré.
Porque en esta zona, mientras Giordano disfruta
a plenitud de sus comidas, la gente vive solo de tortillas, hierbamora -planta
silvestre que crece en el lugar-, frijoles y café sin azúcar. Todos los días,
los tres tiempos. No hay para más. No hay opción. La tierra no produce, las
sequías matan las pocas cosechas que crecen y están tan aislados que pensar en
bajar a los cascos urbanos más cercanos a buscar algún trabajo, es francamente
inviable.
El frijol es delicado. Si hay mucho sol
no brota; si hay mucha lluvia se muere. Y en el corredor seco o no llueve
nunca, o cuando llueve -cosa rara- lo hace sin parar. Así que dicho grano se ha
convertido también en un privilegio, al punto de que a veces prefieren venderlo
antes de consumirlo. Si la cosecha fue muy mala lo recolectado no lo utilizan
para comerlo, sino para volverlo a sembrar. Lo sacrifican a la tierra con la
esperanza de que en el siguiente ciclo la cosecha sea mejor y pueda generarle
algunos centavos.
Difícil no sentir rabia porque, mientras
Giordano le endosa al Congreso una factura de Q2,385 en asados, en el corredor
seco los pobladores luchan por obtener, aunque sea, un poco de maíz.
Definitivamente este grano no puede faltar. Ante la ausencia de frijoles en la
mesa, las tortillas se las pueden comer solas o con sal. Pero sin maíz no tienen
absolutamente nada.
Yo vi a un perro disputarse con un pato unos pocos granos de maíz. |
Y si las familias viven este drama a
diario, no querrán ver la situación de los perros y gatos que sobreviven con
ellos. Los gatos al menos cazan ratones silvestres. A algunos perros, si bien
les va, les dan una tortilla al día y no es por maldad; es porque no hay. Yo vi
a un perro disputarse con un pato unos pocos granos de maíz.
Mientras Giordano gasta Q4,270 en una
sentada con sus colegas y amigos, el gobierno argumenta no tener recursos
suficientes para atender el drama sanitario que se vive aquí. La presencia del
Estado se circunscribe a la asistencia de algunos enfermeros del Ministerio de
Salud, que trabajan de planta en los puestos de salud ubicados en algunas
aldeas, pero que también tienen qué realizar rondas de vacunación o de
inspección. Enfermedades abundan por la baja calidad de alimentación de los
pobladores, sin hablar de las tasas de desnutrición. Inevitablemente, estos
técnicos no se dan abasto para atender las diversas necesidades médicas de la
región.
De la infraestructura vial ni hablar. No
existen más que brechas que atraviesan cerros y pinos, y solo se puede circular
en ellas con vehículos todo terreno. Cuando les toca viajar a Camotán o Jocotán
para algún trámite o realizar alguna compra, los pobladores deben pagar Q24 de
pasaje ida y vuelta, gasto que es un lujo para ellos. Pero Giordano, fresco,
casual, le pidió al Congreso que le reintegren Q870 que dilapidó en pizza
italiana.
Los habitantes del corredor seco, que
poco a poco se mueren de hambre y enfermedades, no son prioridad para el
Estado.
Sin embargo, paradójicamente, el
Ministerio de Energía y Minas autorizó recién la explotación de grafito y óxido
de hierro en un lugar a pocos kilómetros del inicio de la ruta que conduce a La
Palmilla. Su nombre comercial es Cantera El Porvenir y al pasar por ahí se
observa maquinaria pesada aplicando balastro para mejorar el acceso a la misma.
En su entrada, personas fuertemente armadas vigilan e intimidan a cualquier
vehículo que transita por la zona, como si estuvieran protegiendo algo más
grande que lo que dicen están extrayendo.
Los hombres, esperanzados, han acudido a
buscar trabajo. Dicen que ofrecieron pagarles Q75 por día, pero al final del mes
reciben Q50 diarios por picar piedra, abrir brechas y talar árboles, labor que
ha de ser sumamente extenuante y agotadora, más aún si recordamos de qué se
alimentan a diario.
La desigualdad debería ser el tema de prioridad
nacional. Si tuviéramos diputados responsables y comprometidos realmente con
transformar la realidad del país, los veríamos en este momento discutiendo,
proponiendo y aprobando un presupuesto que en el 2020 permita llevar obras
básicas de salud, vivienda, tramos viales y proyectos productivos, que son
indispensables para contribuir sustancialmente con las condiciones de vida de
los habitantes del corredor seco. Y, obviamente, asumiendo de forma paralela
medidas de austeridad y de decencia, que pasan, entre otras cosas, por pagar de
su bolsa lo que comen.
Ah, y por supuesto: deberían estar
fiscalizando las razones por las que fue autorizada la instalación de un
proyecto extractor en una de las regiones más pobres del país y que, una vez
más, no representa para ellos ni al país mayor beneficio.
Pero no. La legislatura actual está ahí,
entre manjares, aprobando beneficios fiscales para los ganaderos, organizándose
para perseguir a la comisión internacional que los evidenció como lo que son, y
buscando garantizarse la elección de jueces cuestionables para que jamás paguen
por sus actos.
Como bien dice Jorge Mario García
Laguardia, este Congreso se ha dedicado a destruir al Estado y no merece otra
cosa más que desaparecer. Pero más allá de ello, las actuaciones de estos
diputados deberían ser suficientes para que lleguemos al hartazgo, a menos que
decidamos como sociedad seguir conformándonos a normalizar el descaro y a
aceptar que el anhelo por construir un país más igualitario, cada vez está más
lejos.
Septiembre está por concluir y Giordano
seguro ha seguido comiendo variado y sustancioso. No sabemos a cuánto
ascenderán sus facturas de este mes, pero humildemente hago votos porque la
grasa acumulada en las arterias y el ácido úrico, también le pasen factura más
pronto que tarde.