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21 de noviembre de 2019

Amazonia, Conversión


Agenor Brighenti: "La Amazonía es un sujeto social y eclesial que, en la actualidad, clama al cielo y desafía a toda la humanidad" (III)




"La crisis actual está provocando el surgimiento de la cuestión del planeta como sujeto de derechos, frente a una economía de explotación"

"Los rostros que caracterizan a la Amazonía son diversos y buscan vivir en armonía"

"El 'otro', visto como "diferente", se convierte en una instancia de admiración, cuidado, interrelación respetuosa, complementariedad y una instancia ética de responsabilidad"

"Asumir a los pueblos indígenas como paradigma implica defender la identidad cultural de los pueblos indígenas y aprender de ellos y desde ellos cómo vivir las bienaventuranzas de una relación armoniosa de las criaturas con la Creación y el Creador, en una feliz sobriedad: la 'buena vida'"

12.11.2019 | Agenor Brighenti
La escucha del pueblo amazónico, tanto en el proceso de preparación como en la realización del Sínodo, tuvo como objetivo discernir los desafíos del Espíritu, que vienen del clamor de una región atacada por la codicia de una "economía que mata". Para el Papa Francisco es escuchar a Dios escuchando a la gente y respondiendo a sus llamadas, como Iglesia, discípulos de Jesucristo, que "señala el Amazonas" (Pablo VI). Puesto que el Espíritu "hace nuevas todas las cosas" (Ap 21,5), su llamada es a una "conversión integral" que abarca todo y a todos.


El Papa, al comienzo de sus trabajos, habló de la necesidad de que el Sínodo abarcara cuatro dimensiones: la dimensión pastoral, la dimensión cultural, la dimensión ecológica y la dimensión sinodal. Diferentes dimensiones de un cambio necesario en el ser y el hacer de la Iglesia en su conjunto, que incluye mentalidades, acciones, relaciones y estructuras. El Documento Final recoge las cuatro dimensiones de la necesidad de cuatro conversiones: conversión pastoral, conversión cultural, conversión ecológica y conversión sinodal, dedicando un capítulo a cada una de ellas.

Las cuatro dimensiones de la conversión integral

Cuatro dimensiones, que conducen a cuatro conversiones que convergen en una "conversión integral", apuntan a una Amazonía, mucho más que una región o un bioma. La Amazonia es un sujeto social y eclesial que, en la actualidad, clama al cielo y desafía a toda la humanidad. Los pueblos indígenas y la naturaleza constituyen dos "paradigmas" a tener en cuenta tanto en la evangelización como en cualquier iniciativa privada o pública. La Amazonía, como pueblo y como naturaleza, presenta la cuestión del "otro", ya sea desde el punto de vista étnico, como desde el punto de vista ecológico.

Desde el punto de vista étnico, existe el derecho a la identidad cultural y religiosa, tan poco tenido en cuenta en la evangelización del pasado, así como en la vida económica, social y política de ayer y de hoy. Desde el punto de vista ecológico, la crisis actual está provocando el surgimiento de la cuestión del planeta como sujeto de derechos, frente a una economía de explotación, irresponsable con las generaciones futuras. El "otro", entendido como mero objeto o prolongación de un "yo" que se cree superior y dominante en su naturaleza, conduce a posturas colonizadoras y depredadoras, como atestiguan las prácticas eclesiales y sociales del pasado y del presente. El "otro", visto como "diferente", se convierte en una instancia de admiración, cuidado, interrelación respetuosa, complementariedad y una instancia ética de responsabilidad.

La ecología como paradigma de la evangelización

Según el documento final del Sínodo, en su primer capítulo, mirada con respeto y aprecio por la alteridad, la Amazonía estalla como "vida insertada, vinculada e integrada en el territorio, como espacio físico, vital y nutricional, posibilidad, soporte y límite de la vida". Una región "esencial para la distribución de las precipitaciones en las regiones de América del Sur y que contribuye a las grandes corrientes de aire alrededor del planeta".

En esta región, "el agua y la tierra alimentan y sostienen la naturaleza, la vida y las culturas de innumerables indígenas, campesinos, afrodescendientes (quilombolas), caboclos, colonos, ribereños y habitantes de los centros urbanos". Destaca que en la región amazónica, "el ciclo del agua es el eje que conecta los ecosistemas, las culturas y el desarrollo del territorio".

Los rostros que caracterizan a la Amazonía son diversos. Es "una realidad pluriétnica y multicultural", históricamente un escenario de "encuentros y desajustes", que no ha impedido a los pueblos indígenas buscar "la vida en abundancia" en un modelo de vida, llamado "buen vivir". Se trata de "vivir en armonía consigo mismo, con la naturaleza, con los seres humanos y con el ser supremo" [...], "donde no hay exclusión ni exclusión, y donde podemos forjar un proyecto de vida plena para todos", expresión de la "realización plena de las Bienaventuranzas".

Sin embargo, según el documento final del Sínodo, visto con responsabilidad y compasión, la Amazonía misma es también "una belleza herida y desfigurada, un lugar de dolor y violencia", donde "los ataques a la naturaleza tienen consecuencias para la vida de los pueblos". La escucha presinodal observó "una crisis socioambiental única", que tiene subyacentes "intereses económicos y políticos de los sectores dominantes, con la complicidad de algunos gobiernos y algunas autoridades indígenas". 

Los más desfavorecidos "son los sectores más vulnerables, los niños, las mujeres, la madre tierra".
Los datos científicos advierten "de los riesgos de la deforestación", que ya afecta a casi el 17% del total de la selva amazónica", amenazando "la supervivencia de todo el ecosistema, poniendo en peligro la biodiversidad y cambiando el ciclo del agua, vital para la supervivencia de la selva tropical". Situación que ha generado migraciones tales como: "de los pueblos indígenas en territorios de circulación tradicional, separados por fronteras nacionales e internacionales"; "de los grupos indígenas, campesinos y ribereños a las zonas más pobres y periféricas de las ciudades"; y "de los pueblos indígenas a las zonas más pobres y periféricas de las ciudades"; y el "de los refugiados, obligados a abandonar sus países" (n. 12).

También está presente "la feminización de la migración que hace a miles de mujeres vulnerables a la trata de seres humanos, una de las peores formas de violencia y una de las más perversas violaciones de los derechos humanos" (n. 13).

Asumir la ecología como paradigma implica una conversión que integre el cuidado de la Casa Común en la misión evangelizadora de la Iglesia, exigiendo un cuidado pastoral de la ecología, que aliente y dinamice el compromiso cristiano con la salvación del planeta, cuna de la vida humana y sus ecosistemas.

Los pueblos indígenas como paradigma de la evangelización

Para el Sínodo Amazónico, recordando el proceso de evangelización en la región, el "grito del territorio y el grito de los pueblos", es necesario superar todos los restos de mentalidades y prácticas colonizadoras. "La colonización militar, política y cultural", "marcada por la codicia y la ambición de los colonizadores", fueron "abusos que causaron heridas en las comunidades y oscurecieron el mensaje de la Buena Nueva". Hay que reconocer que "a menudo el anuncio de Cristo se realizó en connivencia con los poderes que explotaban los recursos y oprimían a las poblaciones".

Afortunadamente, por otro lado, "hubo muchos misioneros que dieron su vida para transmitir el Evangelio. Es hora, pues, de que la Iglesia "se distinga de las nuevas potencias coloniales, escuchando a los pueblos amazónicos para ejercer su actividad profética con transparencia" (n. 15). Los mártires de la Amazonia, que escribieron "una de las páginas más gloriosas" de la Iglesia en la región, son una referencia importante para el cambio de paradigma en la evangelización. En ellos, la Iglesia hoy "reconoce con admiración a quienes luchan, con gran riesgo de su vida, por defender la preservación de este territorio" (n. 16).

Asumir a los pueblos indígenas como paradigma implica defender la identidad cultural de los pueblos indígenas y aprender de ellos y desde ellos cómo vivir las bienaventuranzas de una relación armoniosa de las criaturas con la Creación y el Creador, en una feliz sobriedad: la "buena vida".



Artículo tomado de:Religión Digital