Reflexiones
Carta
Abierta a los políticos
BENJAMÍN FORCANO, teólogo,
bforcanoc@gmail.com
MADRID.
ECLESALIA, 08/11/19.-
1. ¿Rechazo de Jesús de Nazaret o de la Iglesia?
1. ¿Rechazo de Jesús de Nazaret o de la Iglesia?
Comienzo por expresarles mi respeto como
personas y como ciudadanos a quienes miles de españoles van a elegir para
representarles y realizar un determinado modelo de política.
Entenderán que les hable con llaneza, pues
compartimos muchos aspectos que nos son comunes dentro de esa marco que se
llama España aun cuando la vivencia de esa España la tengamos elaborada de
diversa manera.
Me interesa la política por cuanto es
propia de toda comunidad humana y con ella vivimos tras aprobar principios y
leyes que regulan nuestro convivir
Puede que les extrañe si les digo que en
España todo ciudadano se encuentra condicionado por un prisma religioso
mayoritariamente cristiano. Condicionado no quiere decir determinado, pero sí
influenciado, sin negar la libertad de aceptarlo o rechazarlo.
Pero, paradójicamente, tal prisma no
proyecta preciso el mensaje de Jesús de Nazaret. Porque ser cristiano significa
hacer propio el estilo de vida de Jesús, un estilo que afecta al ser entero. Y
el prisma vigente no refleja la sustancia original del cristianismo, que es
Jesús de Nazaret, sino más bien el seguimiento que de él ha hecho la Iglesia,
configurado en los últimos siglos en forma piramidal antidemocrático.
Y es a esa
forma a la que la sociedad desde la Reforma, el Renacimiento, la
Ilustración y las Revoluciones modernas cuestionan y rechazan por verla
distanciada y hasta incompatible con la moderna autonomía de la razón y del
progreso.
Cierto que en todas las generaciones, el
Nazareno fue fuente, camino y meta de nueva vida para muchos. Pero en el camino
y estructuras eclesiásticas de la historia el paradigma de Jesús se fue
desvaneciendo, hasta derivar en formas de cultura y organización ajenas al
mismo Evangelio. De modo que el hijo del
hombre, que venía marcando la historia y cultura, e incluso el calendario
de Occidente, quedó relegado cuando no eclipsado en la Casa de nuestro convivir
humano.
Suyos eran en relevancia máxima, los
principios de la igualdad, de la justicia, de la fraternidad, del amor, de la
primacía de los últimos (los más
vulnerables, los más empobrecidos y los más explotados), de un Dios aliado
con su causa, de una denuncia profética, de un afrontar la muerte violenta de
la cruz sin doblegarse ante el poder del Imperio Romano y del Sanedrín judío.
2. La
frustrada renovación del concilio Vaticano II
Este panorama vino a agravarse con un hecho
reciente del concilio Vaticano II. Han pasado casi 60 años. En el concilio
(1962-1965) explosionó una mentalidad que venía fraguándose en la sociedad y en
el interior mismo de la Iglesia: replantear la visión tradicional cristiana,
aportando presupuestos para una relación nueva con el mundo, la ciencia, la
cultura, la economía, la política y toda la realidad humana planetaria. Un
parto de vida con valiosas propuestas de cambio y transformación.
Pero, este posconcilio renovador duró pocos
años. Los aires comenzaron a soplar en dirección claramente anticonciliar. La
llegada del Papa Juan Pablo II, con la posterior del Papa Benedicto XVI,
marcaban dirección con vuelta al pasado:
era la Restauración.
Siguió como consecuencia una progresiva
decepción y estancamiento, sin que la cristiandad tuviera acceso a la
renovación del concilio, y la congelación se extendió por más de 35 años, que
agravaron el atraso de siglos pasados.
Esto explicaría el imparable éxodo eclesial
de muchos y, sobre todo, el que muchos cristianos no pudieran asimilar el
espíritu y sabiduría aportados por el concilio Vaticano II,éste se convirtió en
un libro cerrado para la mayoría. Y sin él, siguió la inercia de un convivir
guiado por la rutina, el ritualismo, la obediencia a los preceptos de siempre,
el autoritarismo jerárquico, la garantía de un uniforme y estereotipado pensar
y obrar cristianos.
El “hijo del Hombre”, encasillado como respuesta
ilusoria de un mundo trascendente y misterioso, se hizo irrelevante en el curso
de la vida de cada uno y de la humanidad. Y cundió cada vez más la instintiva y
superficial huida del Nazareno.
Claro que, los empeños de este tipo, jamás
pudieron borrar el hecho histórico de la Resurrección de Jesús, que lo acredita
como humano-divino y, en consecuencia, como Principio y Fin de la vida , Alfa y
Omega del universo creado: “Nunca, de
nadie, en ningún lugar, se dijo lo que de Jesús: ha resucitado”.
3. Retorno
a Jesús: la fe que no es política, no es fe cristiana
El Papa Francisco, con un cambio de timón
marcó nueva dirección y volvieron los aires renovadores, reabrió el concilio,
reivindicó la persona de Jesús de Nazaret, fundamento y medida de los valores
de la dignidad humana y de la imagen del Dios Amor- Liberador.
Bien, ¿y que tiene que ver todo esto con la
presencia y compromisos de Jesús en la vida política?
Jesús se sentía con la misión de implantar
el Reino de Dios en este mundo y no podía desentenderse de allí donde estuviera
ausente o pervertido. Se podría decir que el vivir - morir jesuánico reveló factores esenciales del drama
humano, que los afrontó sin abdicar de su dignidad y señaló el camino para no
transigir con la codicia, la soberbia y la hipocresía de quienes gobiernan
pegados a su egoísmo e intereses.
La pregunta se hace entonces ineludible:
¿Hay en Jesús un código de ética humana, que acoge el grito de los más
empobrecidos y excluidos de la sociedad y repudia a quienes no se avergüenzan
de maltratarlos y explotarlos?
Ese código es un retrato de la vida de
Jesús, de su comportamiento con los ciudadanos, las autoridades, el quehacer
cotidiano de la vida, la naturaleza, el cosmos, Dios mismo.
Jesús a sus 30 años, anunció algo que conmovió
a sus paisanos y les resolvía problemas importantes. Su proyecto atrajo la
mirada de todo el poder político y religioso, no concordaban con él y tuvo que
afrontar el dilema: o se callaba o lo cuestionaba; si lo cuestionaba, tenía que
atenerse a las consecuencias.
Consecuencias que tienen que ver
necesariamente con la política, pues en toda comunidad se construye un proyecto
de vida común que trata de regular la política.
Entre esos proyectos, está el de Jesús de
Nazaret que se convierte para el creyente cristiano, en paradigma de vida y
convivencia humanas. Paradigma que él anuncia como Reino de Dios, al que todos
nacen invitados para conocerlo y vivirlo por originarse en sujetos de innata
capacidad y universal dignidad. Por ello, resulta connatural afirmar que la fe
cristiana, desarrollada en convivencia, no puede renunciar a una política que
haga realidad el proyecto de Jesús.
4.
Capitalismo y cristianismo incompatibles
El capitalismo neoliberal conoce la fuerza
y extensión que el cristianismo ha tenido en la historia y nada como él es
capaz de romper la iniquidad que es consustancial al sistema capitalista.
Desenmascarar la ideología neoliberal, es poco menos que herirlo de muerte.
Pero el sistema procede astutamente y, en lugar de atacar directamente al
cristianismo le asigna un lugar privilegiado pero no en el mundo terrenal y
político, sino en el mundo posterior del cielo.
Para ello, aduce que la fe cristiana poco o
nada tiene que ver con las preocupaciones y problemas humanos de la tierra; lo
suyo es atender a la salvación de las almas, a sobrellevar con humildad,
paciencia, las mil privaciones, sufrimientos y contradicciones de la vida,
viendo en ellas pruebas para santificarse y acumular méritos en el cielo.
El Reino de Dios, del que habla Jesús, no
sería para ser implantado en este mundo sino en el más allá; por lo que a la
Iglesia le correspondería irlo haciendo crecer en el interior de cada persona,
ya que la política es terreno vedado para la fe.
Desde esta perspectiva, el orden
socioecómico en el que se teje la convivencia, quedaría a merced de la
política, tocaría a ella fijarlo, y es ella la que determinaría que ese orden
es efecto de la voluntad divina, la cual establece la existencia de clases en
ricos y pobres, como consecuencia de sostener que los pobres no trabajan y una
minoría, que se erige en propietaria del proceso comercial-económico, extrae de
él una plusvalía que le asegure beneficios ilimitados e incontrolados.
5.
Histórica complicidad con el capitalismo
Este “legalizado” procedimiento no hubiera
tenido lugar si en la política hubiera estado reconocido el proyecto de Jesús.
Pero no lo estuvo y es para preguntarse si no lo estuvo porque la Iglesia –en
su vertiente clerical de poder- se alió cómplicemente con la lógica del
capitalismo neoliberal. Aunque hoy corregido por el Vaticano II, conviene no
olvidar algunos textos - cito solo algunos- propios del Magisterio
eclesiástico:
•
“Por
su misma naturaleza, la Iglesia es una sociedad desigual con dos categorías: la
jerarquía y la multitud de fieles; sólo en la Iglesia Jerarquía reside el poder
y la multitud no tiene más derecho que el de dejarse conducir y seguir
dócilmente a sus pastores” (Pio X, Vehementer, 12.)
•
“La
diferencia de clases en la sociedad civil tiene su origen en la naturaleza
humana y, por consiguiente, debe atribuirsea a la voluntad de Dios” (Pio IX,
Syllabus, Enchiridin Symbolorum, 1960, (1540) .
•
“No
se puede ser verdadero católico y verdadero socialista” (Pio XI, Quadragessimo
anno, 12).
•
“Es
injurioso decir que es necesaria una cierta restauración o regeneración de la
Iglesia para hacerla volver a su primitiva incolumidad” (Gregorio XVI, Mirari
Vos, 16).
•
“Defender
y profesar que todo hombre es libre para abrazar aquella religión que, guiado
por la razón, juzgara ser verdadera, es una doctrina condenada” (Pio IX,
Syllabus, Enchiridion Symbolorum, 1960 (1540).
•
“Las
mayores infelicidades vendrían sobre la religión y sobre las naciones si se
cumplieran los deseos de quienes pretenden la separación de la Iglesia y el
Estado, y se rompiera la concordia entre el sacerdocio y el poder civil”
(Colección de encíclicas y documentos pontificios, Madrid, 1955, pp. 1 ssy ).
Esta complicidad entre el capitalismo y la
Iglesia preconciliar, hizo posible que el capitalismo reemplazase al Dios de
Jesús por el dios dinero, que anula los valores de la igualdad y la justicia.
La fe cristiana reconoce al Dios de Jesús
–Dios Amor y Padre de todos- como base y principio de una política fraterna, en
tanto que la burguesía reconoce al dios dinero -dios egoista- que enemista,
divide y mata.
6. No
se puede servir a Dios y al dinero
Se quiera o no, los cristianos capitalistas
adoran al dios dinero, a quien rinden culto sin descanso ni fiestas de guardar,
dando lugar a la herejía moderna de “cristianos por el capitalismo”.
Y nada puede negar el hecho contundente de
que la persecución y crucifixión de Jesús se debió a la adoración idolátrica
del dios dinero, encarnada en el imperio romano y en el sanedrín judío y no a
la voluntad de un Dios que exigíría como reparación la sangre de una víctima de
valor infinito para perdonar los pecados cometidos.
El cristianismo ofrece respuesta a
fundamentales interrogantes y problemas del ser humano, terrenal ciertamente,
pero ligado también a un ser transcendente, manifestado históricamente en la
humanidad de Jesús.
El capitalismo se desentiende del contenido
ético-político del proyecto de Jesús y cierra toda puerta que no sea para
rendir culto al dios dinero.
Como comenta Juan Moreno en su artículo “El
capitalisparásito del catolicismo” el capitalismo es el parásito que se
aposenta dentro del cristianismo, lo vacia de su contenido y lo rellena con la
omnipotencia venenosa del dios dinero. Y alimenta la conciencia de que esa es
la voluntad de Dios, que bendice a los que obtienen prosperidad y éxito en su
trabajo, aunque sea apropiándose de lo que les pertenece a otros.
El
dios capitalista es
voraz y excluyente: exige adoración sin tregua ni compasión, desprecia los
anhelos más naturales del ser humano y no le importa tener que afrontar un
mundo de odio y de guerra, aun a costa de agitar un mar de lágrimas, soledad y desespero.
7.
Nuestra solidaridad con las víctimas, camino para constrir un mundo nuevo
Una mirada sociológica al mapa de España,
nos muestra el grado de riqueza existente y la gran desigualdad con que está
distribuida:
•
Un
28,6 % (1 de cada 4) apenas llega al final de mes con recursos para atender las
necesidades diarias.
•
Más
de 7 millones no llegan a los mil euros al mes, en tanto que 120. 000 españoles
cobran más de 20.000 € al mes. A pesar de la crisis, el número de ricos en
España ha aumentado en estos últimos años.
•
España
cuenta con 979.000 personas con un patrimonio de más de un millón de dólares
(897.000 euros), 33.00 más que el año 2018.
•
Se
ha calculado también el número de ultrarricos, que superan los 50 millones de
dólares. En España serían 2.198 ultrarricos, lo que supone un 5,3 % más que el
año 2018.Y de estos, 67 tienen patrimonios por encima de los 500 millones de
dólares
•
(Globait
Welt Report, Investigación de Credit Suisse, El País, 22-Octubre-2019).
Estos datos muestran la cruel paradoja de
que en una sociedad que en gran parte presume de cristiana, existan
desigualdades tan innecesarias y, por lo mismo, tan cruel y enormemente
injustas. Y que haya políticos que no renuncian a su nominación cristiana, aún
sabiéndose estar en la antítesis del Evangelio.
Dios no puede ser Padre de todos sin
reclamar justicia para todos aquellos que son excluidos de una vida digna. Su
modo de ser es la compasión que brota del amor y tiende a interiorizarse en
nosotros para llegar a amar como El mismo nos amó.
El amor lo hizo acampar entre nosotros
humanamente, entregado al servicio y liberación de los oprimidos y a la
denuncia de los opresores.
Su grito más revolucionario fue que los que no interesan a nadie, los que no
cuentan para la política oficial, los que son considerados sobrantes, esos
precisamente son los que ocupan un lugar preferente en el corazón de Dios, tan
preferente que serán los primeros (Eclesalia Informativo autoriza y
recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Artículo tomado de: ECLESALIA.NET
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