LA PESCA MILAGROSA
Pedrito el pescador
En Araguaia
Tenía aquel amanecer la suerte del revés.
Ninguna mojarrita se enganchaba
en el hilo engañoso
esperando ganarse el desayuno
con sudor de su frene
y gozo de su panza.
+ + +
A aquella misma hora
Al otro lado
de las aguas profundas del océano,
junto el puente de Sant Ángelo.
Al lado del altar
había una ofrenda extraña:
los cuerpos de madera
de deidades
con el vientre abultado
como madre
fecunda
esperando tal vez el homenaje
delos que allí se reunían
con respeto por la diosa Pachamama.
Pietro se acercó sigiloso a
aquellos ídolos.
Los envolvió en un paño
Y escapó mirando a todos lados
por se lo descubrían.
Desde lo alto del puente
Cayeron en el Tíber
Con suave chapoteo las imágenes.
Satisfecho se marchó el defensor de
aquella fe,
Esa,
La suya
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Allá en el Araguaia
aburrido
Sujetando el sedal;
Cuando de pronto
Sintió que algo
Más grande que los peces
de su pequeño arroyo
le pesaba en sus manos.
Agarro fuerte.
Sujetó en una rama el hilo,
Metió los dos brazos en el agua
Y fue sacando poco a poco,
Los cuerpos abultados
De cuatro pachamamas de madera
Brillando en la penumbra del amanecer
en el recodo del arroyo
que baja culebreando al Araguaia.
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Pedrito fue corriendo
A contárselo al Padre,
al obispo viejito que seguía gozando
de la paz merecida en la selva
amazónica
y mientras le enseñaba esas viejas
imágenes
salidas de las aguas.
Pedro el anciano jubilado,
Sonriendo,
Dobló el periódico
donde leía las ultimas noticias
Y dijo al pequeño pescador.
“¡Ah, qué bien Pedrito
Ya sé de dónde vienen fugitivas esas
diosas que sacaste del agua
Y ya sé por qué vienen.
No me extraña Pedrito,
¡no me extraña!