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4 de noviembre de 2019

Palabras a voleo "SINODO"


PALABRAS A VOLEO

Es algo de rabiosa en la actualidad la palabra  que  hoy echamos a volar. (actualidad rabiosa para algunos). 

Cuando la lean seguro que les viene a la cabeza  algo que suena a iglesia, a sotana  con cintura   roja y  que huele a cera o a inncienso… 

y no les falta parte de razón  pero no toda,    Cuando lea lo que decimos del
 SÍNODO
Como la extraña palabrita ha sido puesta en circulación por el clero, con su manía de agarrarse al latín o al griego para que les entiendan menos, nadie se ha detenido a abrir el diccionario para leer que sínodo, viene de dos palabras griegas: sin que significa con (¿¡) y odos que significa camino.  Pues clarísimo, ese   con camino… podemos interpretarlo para entenderlo un poco, como que se trata de personas caminando por la vida, buscando la verdad, el bien, lo mejor para su existencia en común hasta que llega un momento en que se dicen: “compañeros parece que nos hemos desviado de la senda que comenzamos; si les parece nos sentamos un poco para ver qué “odo” llevamos y si tenemos que rectificar lo que decimos y hacemos. Y se sinodan, digo se sientan tranquilos y dialogamos para ver por dónde vamos a seguir. 


Cada iglesia, cada grupo religioso   llama sínodo a   algo distinto de los demás, pero parecido. 
Al final pues, todos se sientan a darle a la lengua para ver si se ponen de acuerdo.  Digo yo que en vez de sínodo lo podrían llamar cháchara, o platicadera porque todo es platicar y platicar a ver si se aclaran. Pero si les gusta decirlo en griego pues vale, no hace daño a nadie.

Claro, el sínodo son pláticas sobre asuntos serios, no de quien va a ganar la liga de fútbol, aunque especialmente nos jugamos mucho más quienes creemos e ese Jesús Nazareno.  Jesús los únicos sínodos que hacía eran en la playa, alrededor de la barca de Pedro y alrededor de una mesa. Los sínodos de Jesús casi siempre eran con comida incluida, alrededor de una mesa con pan y vino, por lo menos, y si no había mesa, en pleno campo, con panes y pescados.

Allí Jesús se despachaba a gusto hablando.  No lo llamaba sínodo, aunque sabía un poco de griego, pero a Él se le daba mejor el arameo que le enseñó su mamá. Aunque, mira por dónde, cuando Él resucitó, aunque el griego era la lengua internacional, como hoy el inglés, sus seguidores que iban siendo de muchos países, cuando se reunían para ver cómo seguían mejor las enseñanzas de su maestro, no lo llamaron tampoco sínodo sino ecclesia (Iglesia), que para el caso es lo mismo:  asamblea de los seguidores de Jesús.

Saltamos un montón de siglos y hoy tenemos una gran abundancia de iglesias, simposios, concilios, conclaves, encuentros, asambleas…  Ahora estamos a la espera de un sínodo muy especial.

Una cosa buena que está surgiendo es que de pronto el sínodo que se nos viene encima, aunque no cambie de nombre y aunque ese nombre sea griego lo han   sacado de lo profundo de la selva y están empezando a asomarse entre los árboles personajes que no se andan por las ramas. 

Cuando Jesús caminaba entre los trigales y viñedos de esta bola llamada tierra, nadie sabía que sobre ella había variadísimos tipos de personas y personajes.  Entonces, todos   los habitantes del mundo eran nativos, originarios, indígenas, pero hoy 15 siglos después, nos hemos dado cuenta de que nosotros los que vivimos en zonas más o menos civilizadas como decimos, estamos muy cerca de ser una banda de criminales o suicidas que inventamos un montón de   sistemas para destruir esa bella casa que Dios regaló a los habitantes, en su época de seres más o menos inocentes y primitivos.

Afortunadamente en estos tiempos,  el  Dios al que llamamos amor   como  Jesús nos enseñó, se ha sacado de la  manga un seguidor  suyo que   se ha  tomado en serio la idea de sentarse de vez en cuando  entre la gente, haciendo  sínodo , para preguntar  a  quien quiera  escucharle :  “¿pero se puede saber qué estamos  haciendo aquí’?” y muchos de los que caminaban  con los ojos abiertos por todas las selvas de asfalto  o tierra   se volvieron y le  contestaron:  ”Eso decimos nosotros, ¿qué estamos haciendo aquí?”  Y eso lo están preguntando bajo el techo verde de los boques o el techo azul de las montañas. 

 El discípulo de Jesús convocó a muchos de los sin importancia y los llamó a su casa allá en las tierras de los que se   creían amos del mundo. Esos 

Le preguntaron incómodos: “¿Por qué los trae aquí y no los lleva con su sínodo a sus bosques para que platiquen tranquilamente allá?””.  Pero el discípulo vulgarmente llamado Francisco les dijo en voz baja: “” Compañeros, les llamo aquí porque, si el papa León hace 15 siglos detuvo a los bárbaros cuando querían invadir Roma, este servidor de los siervos de   Dios ha preferido llamar a Roma a los barbaros: mayas, incas, guaraníes, aymaras, aztecas yanomamis, akuntsu, awá… y que entren, que invadan con sus ideas de sumak kawsay (el vivir bien) contrario a la buena vida individualista y consumista del norte. 

Demasiado tiempo el mal vivir de europeos y norteamericanos ha destruido la vida de los pobres. En este mundo tenemos que caminar de otro modo y salvar lo que nos queda de la tierra. Vayamos abriendo las puertas, tengamos fijos los ojos en aquel hombre, el que
presumimos   que es guía de nuestra vida, mientras durante siglos la hemos desfigurado con los autoritarismos legalismos y clericalismos que soltamos contra lo que nos enseñó el hijo del Amor desde aquel pueblito galileo.

Y los escandalizados por las palabras de Francisco se retiraron murmurando a la espera de que desaparezca del mapa y venga otro que ponga las cosas en su sitio, en el suyo, el de ellos, sin amazonías sin sumak kawsay, sin mujeres que hablen libremente en la asamblea y vuelvan como siempre los hombres de largo hábitos y bastones de mando que digan sin discusión lo que hay que hacer y sigan, claro, sin SINODOS