"Padre Damián Montes: "No hace justicia a la Iglesia confundir
dogma con doctrina"
"El
Catecismo actual es de 1997, y se han enmendado, por autorización del Papa
Francisco, algunos artículos"
"La
cuestión del 'Limbo' es un ejemplo clarísimo de que las cosas se pueden
cambiar"
07.01.2020 | Damián María Montes (en su Facebook)
Para los fanáticos católicos:
No es bueno ni hace justicia a la Iglesia confundir
dogma con doctrina. Lo inmutable con lo cambiante.
Las cuestiones dogmáticas en la Iglesia, asumidas
como principios innegables, son muy pocas. Se trata, básicamente, de las
palabras del Credo, las cuatro afirmaciones dogmáticas referidas a María y
alguna otra afirmación que podemos situar en la antropología teológica. En
definitiva, las cuestiones cerradas a
discusión son verdaderamente pocas y, lo cierto, es que no son foco de
interés social en este momento.
Todo lo demás, insisto, todo lo demás, pertenece al
ámbito doctrinal, que exige ser interpretado a la luz de tres grandes fuentes (Sagrada Escritura, Tradición y Magisterio),
pero que está abierto a la discusión y al estudio teológico; esto es, al
cambio. De hecho, muchas, muchísimas cuestiones doctrinales han cambiado con el
paso de los siglos.
Por tanto, no
digamos con tanta facilidad que algo doctrinal no se puede cambiar ni discutir
porque esa afirmación es falsa. Desde el inicio ha habido, gracias a Dios, un
espacio para la disidencia, muy necesario para la acción del Espíritu que
renueva su Iglesia.
Uno de los primeros ejemplos lo encontramos ya en la
Biblia: Pedro y Pablo discutiendo si
era necesario estar circuncidado para ser cristiano. Para Pedro la circuncisión
era cuestión de doctrina verdadera porque los apóstoles estaban circuncidados,
Jesús estaba circuncidado y había venido para salvar a los circuncidados (para
salvar a los judíos, pueblo de Israel). Pablo, por su parte, argumenta que
Jesús vino para todos, también para los gentiles (los no circuncidados). Finalmente
deciden en el llamado “primer concilio de Jerusalén” que no será necesaria la
circuncisión para ser cristiano. La doctrina cambió en un punto que parecía
inmutable. Pongamos algún ejemplo más:
El Catecismo actual es de 1997, y se han enmendado,
por autorización del papa, algunos artículos. Uno de ellos, el artículo 2267
sobre la pena de muerte, se ha modificado para declarar esta práctica
“inadmisible”. Es decir, que este “inadmisible” llega en 2018 por el papa
Francisco después de una larguísima historia donde se contemplaba la pena de
muerte en algún caso extremo y como “tutela del bien común” (artículo antes de
la enmienda). Que nadie se ponga
nervioso ante esta verdad: este artículo ha cambiado.
Otro ejemplo sonado, anterior al mencionado, fue la
negación del “Limbo”, por Benedicto
XVI, y podríamos seguir con la lista... Ejemplos clarísimos de que las cosas se
pueden cambiar y la doctrina del catecismo también. Porque toda ella no es
dogmática.
No es
dogmático que el papa vista de blanco (pues sólo viste así desde 1566) y por
ello en el futuro podría vestir pantalones. No es dogmática la liturgia, que se celebró
primero en arameo y hebreo, más tarde en griego, después en latín y dando la
espalda a la asamblea desde el siglo III y sólo desde 1970 en la lengua de cada
comunidad. No es dogmático el celibato de los sacerdotes, que se determinó
obligatorio sólo a partir del siglo XVI. Y, sin detenerme, porque es inviable e
imposible en este clima de crispación que vivimos, sólo apunto que no son dogmáticos
los temas de mayor fricción y debate. Y porque no son dogmáticos, sino
doctrinales, pueden cambiar. Lo verdaderamente preocupante es que muchas
personas ponen su fe en lo doctrinal. Os lo cuento con otro ejemplo que me
entristece recordar:
Al poco tiempo de haber sido elegido Francisco como
Papa, una señora me dijo -“padre, este Papa me va a quitar la fe”-. Yo le
pregunté, -“Señora, ¿dónde ha puesto usted su fe?”-. Me dijo que el Papa
anterior era un Papa de verdad, y no este, que llevaba zapatos negros. Le volví
a preguntar: “¿Dónde ha puesto usted su fe?”. No me contestó. Era evidente que
la tenía puesta en lo accesorio, en los zapatos del papa, que debían ser rojos
y a saber en qué otra serie de aspectos.
"No es dogmática la liturgia ni
dogmático el celibato de los sacerdotes"
Evidentemente,
los fanáticos de la doctrina, perderán la fe y se enfadarán muchísimo cuando
cambie lo que daban por cierto e inmutable (y no es ningún secreto que la
doctrina cambia). Por el contrario, si ponemos la fe en Dios y sólo en Él, que
es donde tiene que estar, nada ni nadie (ningún cambio de doctrina tampoco)
podrá tumbar nuestra fe. La diferencia es que unos viven el cambio como una
profunda traición, herejía, amenaza, etc... y otros como acción del Espíritu,
que va sugiriendo en cada momento cómo quiere que sea su Iglesia a la luz de
los signos de los tiempos.
Me posiciono
en este segundo grupo, sin titubeos. Lejísimos del fanatismo, pero muy consciente de
vivir en comunión; y por eso soy paciente y asumo el momento y la doctrina que
me toca vivir. Pero mi fe no se daña absolutamente nada si mañana la Iglesia
decide, por ejemplo, que las mujeres puedan servir con el ministerio de
“párroco”; muy al contrario, se fortalece.
Esta es la aventura y lo que mantiene viva mi
esperanza; que las cosas pueden cambiar.
Tomado de:Religío Digital