AÑO
DE LA BIBLIA (ENERO): INTRODUCCIÓN
Written
by Gonzalo Haya
Cómo
leer la Biblia, artículo de Gonzalo Haya.
Cuentan
que el inventor del fuego, entusiasmado con la utilidad de su descubrimiento,
recorrió todos los pueblos enseñándoles a encender el fuego. Pasado un tiempo
volvió a visitarlos para apreciar los progresos que habrían logrado con su
descubrimiento. Al llegar vio que los nativos habían levantado un monumento en
la montaña y allí conservaban un altar con el fuego. Ese era todo el progreso conseguido.
Eso
es lo que hemos hecho con la Biblia: la hemos encerrado en una vitrina, fuera
del polvo y del desgaste de nuestras manos. No la leemos, ni siquiera la
consultamos como se consulta un diccionario, porque nos han enseñado a
interpretarla literalmente (“al pie de la letra”) y esa lectura contradice
nuestros conocimientos científicos, históricos, y éticos. Por eso nos parece
mejor sacralizarla en su urna; conservarla como aquel fuego en lo alto de la
montaña, sin que influya en nuestra vida diaria.
¿Cómo
leer la Biblia? Es absolutamente necesario situar cada libro en su momento
histórico y cultural. Para situarlos necesitamos algunas orientaciones
generales, una introducción a cada libro, o notas a pie de página. Sin embargo,
lo más importante será cotejar cada texto con nuestra conciencia y con nuestra
búsqueda de Dios.
La
Biblia no es palabra intangible de Dios, sino una novela histórica sobre
nuestra búsqueda de Dios, con nuestros aciertos y nuestros errores. Al leerla,
no sólo con los ojos sino con el corazón, nosotros añadimos una nueva página a
la Biblia que Dios ha situado en el altar del universo.
Dios
se ha manifestado siempre en la Historia, pero los hombres lo hemos entendido
según la medida de nuestros conceptos y experiencias. Lo que se recibe adopta
la configuración del recipiente, decía santo Tomás (Quidquid recipitur ad modum
recipientis recipitur); y nosotros le hemos ido dando a Dios la configuración
de nuestras capacidades culturales. Por eso Josué, caudillo de un pueblo en busca
de tierra en la que asentarse, interpretó a Yahvé como Señor de los ejércitos.
Nuestros conceptos filosóficos y éticos han evolucionado, y nuestra idea de
Dios tiene que evolucionar, sin abandonar sus raíces; porque como decía un
pedagogo indígena boliviano “no hay desarrollo sino a partir del propio rollo”.
En
cada Carta semanal, se propondrán algunas lecturas que ayuden a contextualizar
e interpretar los respectivos libros, pero aquí quiero anticipar algunas
orientaciones que el Papa Francisco consignó en su encíclica Evangelii gaudium
(nº 145-154).
·
Lo más importante es descubrir cuál es el mensaje principal… lo cual implica
reconocer el efecto que el autor ha querido producir.
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Para entender un texto hay que ponerlo en conexión con el mensaje de toda la
Biblia.
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Acercarnos a la Palabra con un corazón dócil y orante… para que engendre una
mentalidad nueva.
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Preguntarnos qué nos dice a nosotros ese texto.
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Sentir que nos invita a dar un paso más, pero no nos exige una respuesta plena
si todavía no hemos recorrido el camino que la hace posible.
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Discernir lo que el Señor desea decir en esa determinada circunstancia.