La
conversión ecológica integral. Un camino de esperanza hacia la paz
La Paz de
nuestro Señor, sea con vosotros… y con toda la Tierra.
En el mensaje para la Jornada Mundial de la
Paz 2020, el papa Francisco nos presenta junto a la necesidad del diálogo y la
reconciliación, la “conversión ecológica” como un camino de esperanza hacia la
Paz. Pero el papa Francisco no está solo en su denuncia profética. Gracias a
los informes exhaustivos de la comunidad científica internacional, políticos,
activistas, actores, jóvenes y otros líderes religiosos entre otros, llevan
también años alertando de la necesidad de un cambio de estilos de vida, para
salvaguardar la habitabilidad de nuestro planeta (condiciones atmosféricas,
biodiversidad y ecosistemas terrestres y marinos) y por lo tanto el futuro de
la propia humanidad. No habrá Paz, sin una justicia social y medio ambiental
que proteja a los más pobres y débiles y salvaguarde la vida del planeta tal y
como la conocemos.
Proliferación de declaraciones de emergencia
climática
Este año no han pasado desapercibidas las
noticias que van repitiéndose con mayor asiduidad y que proclaman que tal
estado, ayuntamiento o entidad ha declarado la emergencia climática, un mantra
que muchas veces está vacío de contenido. Son solo algunos ejemplos, pero cabe
destacar que el gobierno de España acaba de declararla este mes de enero de
2020, el ayuntamiento de Madrid lo hizo en septiembre de 2019 y Barcelona también
la declaró el año pasado, sumándose así a otras instituciones. Pero una cosa es
declarar la emergencia climática y otra cosa es ponerse manos a la obra. De
nada sirven las declaraciones si no vienen acompañadas de planes detallados que
establezcan objetivos, acciones precisas con sus propios presupuestos e
indicadores medibles para su seguimiento y que contemplen planes de mitigación
para corregir o adaptar estos procesos.
Pero ¿por qué declarar una emergencia
climática?, ¿por qué los líderes religiosos se han subido a este carro?,
¿tenemos claras las consecuencias?
La comunidad científica y sus informes
Es verdad que los científicos trabajan con
modelos de probabilidad, pero hoy en día son altamente fiables y nos obligan a
escuchar y atender sus demandas. Cierto es que sigue habiendo pequeños
colectivos que no aciertan a darse cuenta de los “signos de los tiempos” (Lc
12, 54-59), pero la inmensa mayoría de la población mundial lo tiene claro.
Durante el último año, han sido varios los
informes que el Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) y otras organizaciones han puesto
sobre las mesas de los gobernantes a nivel internacional y local, comunicando
la gravedad de la situación. Gracias a ellos vamos tomando conciencia de que se
está produciendo un cambio climático acelerado (sin precedentes) desde finales
del siglo XIX, provocado por la acción humana (cambio climático antropogénico),
que ya está teniendo consecuencias directas o indirectas sobre la vida del
planeta (pérdida de biodiversidad, desaparición de glaciares y por lo tanto de
agua dulce…), y que estás se agravaran en los próximos años poniendo en riesgo
al propio ser humano.
Las conclusiones del Real Instituto Elcano e
IDDRI, coorganizadores de la mesa redonda “The
geopolitics of increasing climate ambition”, realizada en el Instituto
Elcano el 11 de diciembre de 2019, durante la Cumbre Climática COP25, apunta
que el cambio climático está en el centro de las perturbaciones geopolíticas.
El Cambio Climático afecta las relaciones
diplomáticas y comerciales entre países y empresas, pues deben ajustarse los
sistemas económicos para reducir la emisión de gases de efecto invernadero (la
descarbonización y reducción drástica del mercado de combustibles fósiles). En
la iglesia católica, el Papa ha convocado a los jóvenes, economistas y
empresarios, a un encuentro en Asís (marzo 2020), para avanzar hacia una nueva
economía más justa y sostenible, que ponga a los más pobres en el centro y nos
ha solicitado la desinversión en energías basadas en combustibles fósiles, a la
que varias instituciones se han sumado.
Todo el mundo coincide que la clave está en
modificar nuestros “estilos de vida”. Es necesario cambiar nuestros hábitos de
consumo, revisar la forma de relacionarse que tienen los países entre sí
respecto al Clima y la protección de los recursos comunes globales (Selvas,
Glaciares, océanos…), generar y contrastar globalmente los planes de adaptación
y lucha locales contra el cambio climático, desde procesos de transición que
garanticen una justicia climática y social adecuada.
Hace falta mucho diálogo y reconciliación,
entre los distintos actores, para que se respete la soberanía de los países con
recursos naturales a la par que se garantiza su protección y se colabore en el
desarrollo de los pueblos. Estos cambios son muy importantes y modifican el
panorama geoestratégico global, en muchos sentidos. Los países que logren la
autosuficiencia energética, serán más independientes y por tanto, generarán un
mayor ahorro (energético y sanitario), que en parte, debería invertirse en los
fondos solidarios internacionales, que ayuden a desarrollar las mismas
condiciones en el resto del planeta.
Una Conversión Ecológica desde la Fe, para
responder a la urgente crisis.
LS 202. “Muchas cosas tienen que reorientar
su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar. Hace falta la
conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro
compartido por todos. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas
convicciones, actitudes y formas de vida. Se destaca así un gran desafío
cultural, espiritual y educativo que supondrá largos procesos de regeneración.”
Estas y otras muchas palabras ha pronunciado
y escrito el papa Francisco, para alentarnos a la conversión ecológica. Siempre
desde la esperanza de que, si el 80 % de las personas del planeta se consideran
creyentes, las religiones tienen un inmenso potencial para ser generadoras de
cambio y el deber de ser coherentes con su tradición.
En el caso de la Iglesia Católica, no ha
caído en saco roto. La Doctrina Social de la Iglesia ha crecido en contenido
ecológico desde el Concilio Vaticano II y especialmente en los últimos tres
pontificados (recordemos que Juan Pablo II fue el primero en solicitar la
conversión ecológica y Benedicto XVI ya era llamado el Papa Verde por sus
palabras y acciones), faltaba por lo tanto implantar las acciones en las
diócesis.
Son varias las Conferencias Episcopales
Católicas que han iniciado procesos de conversión ecológica integral en sus
territorios. Desde los proyectos culturalmente más cercanos: los proyectos
Green Church (Canada 2006) y Église Verte (2015 Francia) que ayudan a
certificar procesos comunitarios de conversión, hasta proyectos más distantes
en Asía, África y Latinoamérica.
El reciente Sínodo Panamazónico es un claro
ejemplo. La iglesia ha denunciado la violencia ejercida contra los pueblos
indígenas en su lucha contra la minería extractiva, la contaminación de sus
ríos y la destrucción masiva de sus hábitats. Ha denunciado los múltiples
asesinatos de líderes indígenas y activistas religiosos y ecológicos, mártires
de la ecología integral. Pero también ha aportado vías para reconducir la
situación desde la esperanza activa y la Fe de las comunidades cristianas, a
través de varias ideas y acciones que transcienden el ámbito geográfico y de
las que estos dos puntos del documento final del Sínodo son una muestra:
“82. (…) También proponemos crear
ministerios especiales para el cuidado de la “casa común” y la promoción de la
ecología integral a nivel parroquial y en cada jurisdicción eclesiástica, que
tengan como funciones, entre otras, el cuidado del territorio y de las aguas,
así como la promoción de la Encíclica Laudato si’. Asumir el programa pastoral,
educativo y de incidencia de la Encíclica Laudato si’ en sus capítulos V y VI
en todos los niveles y estructuras de la Iglesia.”
“84. Adoptar hábitos responsables que
respeten y valoren a los pueblos del Amazonas, sus tradiciones y sabiduría,
protegiendo la tierra y cambiando nuestra cultura de consumo excesivo, la
producción de residuos sólidos, estimulando el reúso y el reciclaje. Debemos
reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles y el uso de plásticos,
cambiando nuestros hábitos alimenticios (exceso de consumo de carne y
peces/mariscos) con estilos de vida más sobrios. Comprometerse activamente en
la siembra de árboles buscando alternativas sostenibles en agricultura, energía
y movilidad que respeten los derechos de la naturaleza y el pueblo. Promover la
educación en ecología integral en todos los niveles, promover nuevos modelos
económicos e iniciativas que promuevan una calidad de vida sostenible.”
Implantación en las diócesis españolas.
La archidiócesis de Madrid es una clara
referencia al respecto, aunque desde 2019 también se están sumado otras diócesis.
Solo en este curso académico, la Comisión Diocesana de Ecología Integral del
Arzobispado de Madrid ya ha formado a más de 160 sacerdotes e impartido dos
sesiones formativas a los seminaristas del Seminario Conciliar de Madrid.
Actualmente quiere desarrollar protocolos de actuación diocesanos y tiene
en su agenda varias solicitudes para explicar sus iniciativas, como haremos en
el Congreso Nacional de Laicos 2020. Esta comisión, de la que Justicia y Paz y
otras instituciones eclesiales son oficialmente miembros (con más de 30
personas), ofrece asesoramiento y da talleres de concienciación sobre la
necesidad de asumir la ecología integral en todos los ámbitos pastorales, en
parroquias y comunidades e instituciones eclesiales. También es la responsable
de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación en septiembre,
celebración a la que acudimos unidos con nuestros hermanos ortodoxos de Madrid,
para orar en un monte de la Casa de Campo de Madrid, al estilo de nuestro Señor
Jesús, que se retiraba a los montes, o a un huerto de olivos.
En nuestras manos está seguir fomentando los
profundos cambios personales, comunitarios y pastorales (espiritualidad,
hospitalidad, consumo, economía circular, catequesis, liturgia,
infraestructuras, administración, transporte, agua, relación con el entorno
natural, relaciones sociales con las entidades locales y vecinales…). Si
queremos ciudades sostenibles y comunidades resilientes a los cambios que están
por venir, necesitamos agentes pastorales y ciudadanos responsables formados,
que asuman una “ecología integral” en el desempeño de sus funciones.
España será uno de los países más afectados
por los problemas medioambientales y nuestras comunidades podrían ser faros que
guíen a la sociedad civil en la oscuridad. Muchos retos por delante, pero
también mucha esperanza de ver que es posible lograrlo, si nos dejamos
convertir al evangelio de Cristo, como custodios del ser humano y del don de
Dios que supone su Creación, especialmente en nuestra Casa Común.
La conversión ecológica ha llegado para
quedarse ¿te apuntas?
Para saber más: www.cdeimadrid.archimadrid.es
Carlos Jesús Delgado Reguera
Vicepresidente de Justicia y Paz Madrid