El Señor es mi pastor/pastora
(Salmo 22)
(Salmo 22)
El Señor es mi pastor,
y es también mi pastora.
La pastora conduce sabiamente;
el camino se hace corto,
porque entretiene con sus canciones y leyendas.
Cuando hay que pasar por senderos difíciles,
ella va delante, quitando los miedos;
en los tramos peores
me toma en sus brazos,
haciéndome sentir todo su cariño.
La pastora capta enseguida el peligro
y defiende al rebaño con inteligencia,
y si es preciso con la fuerza,
como una madre delante de su cría.
Distingue claramente las hierbas venenosas,
anuncia los caminos de los tiempos
y sintoniza con la naturaleza.
Conoce a cada oveja por su nombre,
la conoce por dentro,
y encuentra la palabra y el tono para comunicarse.
¡Me conoce!
Sobresale, sobre todo, por su amor.
Está hecha para dar vida.
Prepara la mesa abundante y bonita,
con alimentos bien condimentados,
con vinos escogidos,
con abundancia de flores y perfumes,
y la música que embelesa.
Está hecha para dar la vida,
en la vigilancia y en el desvelo,
en la preocupación entrañable,
en la entrega cotidiana.
Ama especialmente a las ovejas desvalidas
a las heridas y a las enfermas.
Ella misma, de si misma,
a todas alimenta.
Yo sé que me ama,
que su misericordia me acompaña.
Sé que no me va a faltar
la luz de su mirada,
el zurrón de sus regalos,
el perfume de su ternura,
y viviré para siempre en su palacio.
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