Del Señor viene la misericordia
(salmo 129)
Anuncios de redención:
un mundo sin cadenas,
los desterrados retornan a su patria
y los esclavos recobran la libertad.
Una redención copiosa.
Es Cristo el Redentor, el que libera.
Se hizo esclavo para liberarnos.
-- Sal de la cárcel, hermano,
Cristo rompe las rejas.
-- Sal del sepulcro, hermano.
Cristo quita la piedra
-- Expulsa la tristeza, hermano.
Cristo mismo te consuela.
-- Renueva tu esperanza, hermano.
Es Cristo quien te espera.
-- No te acuerdes de tu culpa, hermano.
Cristo paga tu deuda.
Y ves al paralítico saltando,
mientras la mujer encorvada se endereza.
Ves al ciego cegado por la luz
y al leproso gritando su limpieza.
Ves al endemoniado alabando a Dios
y a los pobres con alegría inmensa.
Ves a la mujer adúltera perdonada
y a los muertos con vida nueva.
¡La redención es copiosa!
El precio del rescate fue la luz.
Los clavos no quitaron libertad,
la regalaron:
en cada dolor y en cada palabra,
en cada gota de sangre.
¡Oh cruz redentora!
Cristo:
Tu nombre siempre es nuestro
redentor(Is 63,16).
Redímeme también a mí
con el agua, la sangre y el Espíritu.
Redímeme con la libertad del amor.
Líbrame de todas mis esclavitudes.
Líbrame de mí mismo, de mi ego.
Pon ahí un clavo grande,
para que sea definitivamente redimido,
transformado,
capaz de redimir y liberar.
¡Oh Cristo Redentor!
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