CAMINOS
HACIA LA FE
El
evangelista nos describe el recorrido interior que va haciendo un hombre
perdido en tinieblas hasta encontrarse con Jesús, << Luz del mundo
>>. Su vida transcurre en tinieblas. Nunca podrá conocer una vida digna.
Un día Jesús
pasa por su vida. El ciego está tan necesitado que deja que le trabaje sus
ojos. No sabe quién es, pero confía en su fuerza curadora. Jesús hace bien
incluso a aquellos que solo lo reconocen como hombre.
Los
fariseos, entendidos en religión, le piden toda clase de explicaciones sobre
Jesús. Él les habla de su experiencia: << Solo sé una cosa: que era ciego
y ahora veo>>
Le preguntan
qué piensa de Jesús, y él les dice lo que siente: << Que es un profeta
>>.Lo que ha recibido de él es tan bueno que ese hombre tiene que venir
de Dos. Así vive mucha gente sencilla su fe en Jesús. No saben teología, pero
sienten que ese hombre viene de Dios.
Al ciego se
le abren ahora los ojos del alma. Se postra ante Jesús y le dice: <<
Creo, Señor >>. Solo escuchando a Jesús y dejándonos conducir
interiormente por él vamos caminando hacia una fe más plena y también más
humilde.
JESÚS ES PARA
EXCLUIDOS
Es <<
ciego de nacimiento >>. Su destino es vivir en tinieblas. Jesús trabaja
los ojos del pobre ciego con barro y saliva para infundirle su fuerza vital. La
curación no es automática. También el ciego ha de colaborar, Hace lo que Jesús
le indica: se lava los ojos, limpia su mirada y comienza a ver.
Cuando los
fariseos y entendidos en religión le acosan con sus preguntas, el hombre
contesta con toda sencillez: pienso que << es un profeta >>.
Entonces los fariseos se enfurecen, lo insultan y lo << expulsan >>
de su comunidad religiosa.
La reacción
de Jesús es conmovedora. << Cuando se enteró de que lo habían echado
fuera fue a buscarlo>>. Así es Jesús. No lo hemos de olvidar nunca: el
que viene al encuentro de los hombres y mujeres que no son acogidos por la
religión. Jesús no abandona a quien lo busca y lo ama, aunque sea excluido de
su comunidad religiosa.
<< ¿ Y
quién es, Señor, para que crea en él ?. Jesús le dice: no está lejos de ti.
<< Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es >>. Según el
evangelista, esta historia sucedió en Jerusalén hacia el año treinta, y sigue
ocurriendo hoy entre nosotros en el siglo xxi.
OJOS NUEVOS
Los fariseos
creen saberlo todo. No dudan de nada. Imponen su verdad.
A Jesús le
da miedo una religión defendida por escribas seguros y arrogantes, que manejan
autoritariamente la Palabra de Dios para imponerla, utilizarla como arma o
incluso excomulgar a quienes sienten de manera diferente. Teme a los doctores
de la ley, más preocupados por << guardar el sábado >> que por
<< curar >> a mendigos enfermos. >> Si un ciego guía a otro
ciego, los dos caerán al hoyo >>.
Teólogos,
predicadores, catequistas y educadores, que pretendemos << guiar >>
a otros sin tal vez habernos dejado iluminar nosotros mismos por Jesús, ¿ no
hemos de escuchar su interpelación ?
¿Vamos a seguir repitiendo incansablemente nuestras doctrinas sin vivir
una experiencia personal de encuentro con Jesús que nos abra los ojos y el
corazón ?.
Nuestra
Iglesia no necesita hoy predicadores que llenen las iglesias de palabras, sino
testigos que contagien, aunque sea de manera humilde su pequeña experiencia del
evangelio.
Necesitamos
creyentes de verdad, atentos a la vida y sensibles a los problemas de la gente,
buscadores de Dios capaces de escuchar y acompañar con respeto a tantos hombres
y mujeres que sufren, buscan y no aciertan a vivir de manera más humana ni más
creyente.
BUSCAR LA
LUZ
No estamos
hechos para vivir en la oscuridad. No queremos aceptar el misterio. Pero el
misterio está presente en lo más profundo de nuestra vida.
El ser
humano se ha ido abriendo camino en la historia tratando de iluminar la
existencia con su razón.
Y, sin
embargo, la razón es una luz que nos deja todavía en las tinieblas.
Se diría que
el ser humano lo puede conocer y dominar todo, pero no puede conocer y dominar
su origen ni su destino último.
Lo más
racional sería reconocer que nuestra vida se mueve humildemente en el horizonte
de lo desconocido.
Es en este
horizonte donde se sitúa el creyente. No como alguien que pretende << ver
>> y << explicar >> el enigma último de la existencia, sino
como un ciego que busca luz, se deja iluminar por Jesús y se atreve a
enfrentarse con confianza al misterio de la vida porque cree en un Padre.
Es entonces
cuando, lejos de palabras vacías y falsas seguridades, hemos de adoptar una
postura humilde y sincera de búsqueda, como aquel ciego de nacimiento que se
dejó iluminar por Jesús.
También hoy
él puede hacer que << los que no ven, vean, y los que ven, se queden
ciegos >>.
TESTIGO DE
LA VERDAD
Jesús no
solo dice la verdad. Cree en la verdad y la busca. Está convencido de que la
verdad humaniza a todos. Por eso no tolera la mentira o el encubrimiento, No
soporta la tergiversación o las manipulaciones. Jesús se convertirá en <<
voz de los sin voz, y voz contra los que tienen demasiada voz >> ( Jon
Sobrino ).
Jesús va
siempre al fondo de las cosas. Habla con autoridad porque habla desde la
verdad. No necesita presionar a nadie. Basta su verdad. Jesús invita a buscar
la verdad. No habla como los fanáticos, que la imponen.
Cuando este
hombre habla de un Dios que quiere una vida digna para los más desgraciados e
indefensos, se hace creíble.
Según el
cuarto evangelio, Jesús dice: << Yo he venido a este mundo para que los
que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos >>. Es así. Cuando
reconocemos nuestra ceguera y acogemos su evangelio, comenzamos a ver la
verdad.