En estos momentos que no tenemos misas que bien nos cae traer al escritorio este folleto que nos llama a la comunión, y cómo sin misas?....
MENOS MISAS Y MÁS COMUNIÓN
Fíjense que no digo
"más comuniones",
sino más COMUNIÓN.
Si quieren saber por
qué, lean esta historia y se enterarán.
Martín Valmaseda.
Presentación:
Este escrito es como la tercera parte del libro "Y la llamaron misa". ¿La tercera?, ¡si
¡Todavía no existe una segunda parte!
Pero como dicen que nunca segundas partes fueron buenas… pues me salto a la tercera y ya está. Aunque sí existe una segunda parte que continúa el susodicho libro. La continuación del primero son los comentarios que hacen los amigos. Alguno de ellos está incluso escribiendo algo sobre sus experiencias de eso que “llamaron misa”.
Me dicen algunos: “está bien lo que dices, pero como siempre se ha hecho así…”. Y es que, a pesar del Concilio y de los esfuerzos que se hacen en muchas comunidades para dar más vida a lo que llamaron misa, en muchas parroquias y templos en general todo sigue igual y la gente, sobre todo entre los jóvenes, se va desapuntando de esas ceremonias repetidas y monótonas, porque no parece que les aporten nada.
Pienso que estamos contagiados de un Alzhéimer cristiano. O sea: hemos perdido la memoria de lo que Él dijo: “Hagan esto en memoria mía”. Pues sí, nos hemos olvidado. La memoria se nos ha quedado en el sótano. Hacemos gestos y ceremonias pero no nos acordamos por qué ni para qué.
El Papa Francisco lo explica a su manera, al afirmar que "cada semana vamos a la iglesia, o vamos al funeral por alguien que ha muerto… y esta memoria, tantas veces nos aburre, porque no es cercana. Es triste, pero la Misa a menudo se transforma en un acontecimiento social y no estamos cercanos ala memoria de la Iglesia, que es la presencia del Señor entre nosotros". Así dice el Papa.
Esta "tercera" parte que ahora escribo pretende ayudar a reflexionar porqué mucha gente va a misa pero, en realidad, lo que es misa de verdad les trae sin cuidado.
Para que lo entiendan mejor voy a ponerles en contacto con mis amigos Ceferino Ramírez y Jaime Pérez.
Para quienes no conocen su historia, en el primer libro les contaba que: Ceferino era (ahora ya está jubilado) camarógrafo en una importante cadena de televisión.
Jaime Pérez, sacerdote, un tiempo en el Salvador y ahora aquí en su propio país (no les digo cuál). También está jubilado, pero no se le nota. Sigue ejerciendo su labor a un ritmo más lento.
Ceferino y Jaime se conocieron transmitiendo por televisión las misas de los domingos. Se transmitían cada vez en un templo distinto. Jaime dirigía el programa y Ceferino estaba en el equipo de filmación. Allí fueron conociéndose, haciendo amistad y discutiendo sobre las curiosidades que descubrían en cada celebración.
Ceferino era ateo. Ahora lo sigue siendo, pero a su manera. Fue descubriendo que a los seguidores de Jesús, en los siglos I, II y III de nuestra era, en Roma también los llamaban ateos. La idea le gustó. “Pues hombre - le dijo a su amigo Jaime - Yo me voy a apuntar a ese ateísmo: el de los ateos seguidores de Jesús”.
- “Me parece muy bien – le dijo Jaime
–¿y en qué dios vas a dejar de creer, pues?”
- “¡Si sabes que no creía en ninguno! Pero ahora me ha empezado a convencer ese tal Jesús, del que hablábamos en la cafetería después de cada retransmisión. Sigo leyendo por las noches parrafitos en el evangelio que me regalaste: El del dios republicano”.
-“¿Pero qué dices? Yo nunca te he hablado de la filiación política de Dios”
-- “Tú me dijiste que Jesús hablaba del reino de Dios. Pero cuando me hablabas de él, no parecía muy monárquico. Más bien un poco anarquista. Yo algunas noches que rezo… porque empiezo a rezar al dios desconocido; le digo así:
Padre-madre que estás aquí abajo, en nuestro cielo tan jodido. A ver si nos aclaramos con tu nombre. Venga a nosotros tu… tu república. Hágase tu democracia así en la tierra como en el infinito” .
Jaime se reía.
- “Te voy a decir yo cómo puedes seguir:
Danos a todos, ¡pero a todos!, cada día, el pan nuestro con trabajo, seguridad social, escuela, prensa sin mentiras…” -.
Le interrumpió Cefe:
- “Perdónanos tú nuestras ofensas y que nuestras deudas las perdone elbanco mundial.” -.
- “Igual que nosotros
–añadió Jaime
– perdonamos las malas jugadas de enemigos y amigos” -.
- “No nos dejes tropezar en la mentira disfrazada” -.
-“Y líbranos de los lobos con piel de oveja”-.
.
-“Amén” – dijo Cefe-.-
“Eso es “– terminó Jaime-. Los dos quedaron mirándose con cara de niños traviesos. Jaime le dio una palmada en la espalda:-
“Pues eso mismo digo yo en misa, sólo con el pensamiento, pero para
la gente, en voz alta, digo el padre nuestro de siempre, despacito, para
que lo mediten”-.
-“Ahora se me ocurre, Jaime; tanto tiempo que andamos juntos, no te he visto nunca decir misa”-.
-“Yo no digo nunca misa”-.
-“Perdón: que no te he visto celebrar con la gente la fracción del pan”
--“Así está mejor. Los miércoles a las 8 nos juntamos cada semana. Estas invitado. Barrio de las Rosas, callejón 5 número 7”-.
- “Allí nos veremos”
- Cefe lo apuntó en la agenda.
ROLLO 1.- Un botón de muestra...
... no te pierdas la próxima semana el siguiente capítulo de "Menos misas y más comunión"
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