En estos momentos que no tenemos misas que bien nos cae traer al escritorio este folleto que nos llama a la comunión, y cómo sin misas?....
Presentamos el siguiente capítulo de nuestra reflexión...
MENOS MISAS Y MÁS COMUNIÓN
Fíjense que no digo "más comuniones",
sino más COMUNIÓN.
Si quieren saber por qué, lean esta historia y se enterarán.
Martín Valmaseda.
ROLLO 2.- El alzhéimer cristiano.-
(Hay dos tipos de esta triste enfermedad: el individual, producto del desgaste de neuronas en el cerebro y el social, producto de la falta de memoria colectiva. Dejemos el primero que es demasiado triste y no corresponde a lo que ahora tratamos. Pensemos en el alzhéimer social).
Había fallecido Pascual, un cuñado de Ana. La comunidad de la Rosas pensaba acompañarla. Ella les avisó que se celebraría la misa en la parroquia de San José. Allá tenía amigas. También la familia para la que Ana trabajaba quería asistir al funeral.
Cefe y Jaime fueron juntos. Un bus paraba a la puerta del templo. En el trayecto le comentaba el semi-ateo al amigo sacerdote:
-“¿Cómo piensas arreglarte con la gente que asistirá a esa misa? Seguro que no son como tu comunidad de las Rosas”-.
-“Me temo que no”-.
Era un templo normal. Ni muy grande ni muy pequeño, en una barrio normal, ni muy rico ni muy pobre, con una asistencia normal, ni muy muy ni tan tan…
Cuando Jaime subió al altar (sí, subió 5 escalones) y dijo: “el Señor está con ustedes” solamente se escuchó la respuesta de Ana, de su comunidad y alguna persona más allá por un rincón. El saludo marcaba ya cuál sería el nivel de participación en la misa. Se notaba además que los presentes (no “participantes”) no tenían mucha idea de cómo ponerse, si de pie, sentados, de rodillas… Miraban hacia donde estaban Ana y sus hermanos y seguían sus movimientos.
Jaime hizo una breve homilía hablando de la memoria que tendrían viva quienes habían conocido a Pascual, y sugirió que también en esa celebración había otra memoria, la de aquel hombre crucificado. Él era la causa por la que celebraban la misa. Dijo que esa memoria no era solo de algo del pasado sino del futuro, (alguien hizo un gesto de extrañeza) porque aquel crucificado ahora estaba resucitado y seguía caminando con nosotros en la esperanza de un mejor porvenir, donde la muerte fuera normal, no causada por le violencia, el abandono, la ausencia de medios de salud. Un mundo donde ningún ser humano fuera extraño o enemigo para los demás.
Cefe, por su deformación profesional de reportero gráfico, manejaba los ojos como si fueran la cámara, grabando en su cerebro los rostros inexpresivos, la actitud pasiva de muchos asistentes.
El saludo de paz, dándose la mano sin mirarse. Solo un grupito se acercó para abrazar a los familiares sentados en primera fila.
Se notó más la pasividad durante la comunión, cuando sólo se acercaron a comulgar los de la comunidad, con su mano extendida para recibir la eucaristía y otras cuatro personas con la lengua extendida.
Al final de la celebración: -“guardando en el corazón la memoria de Pascual” -dijo el sacerdote- y sin perder la memoria del resucitado que nos ha reunido aquí, podemos ir en paz” -.
Se formó la fila del pésame a la puerta del templo.
Esperando el autobús de vuelta, dijo el camarógrafo a Jaime:
-“Les has hecho una homilía comprimida ¿eh?”.
-“Sí. Para la plática procuro seguir el sistema de los tres pasos: decir lo que voy a decir – decirlo - y decir lo que he dicho”-.
-“¡Ja, ja. Algo se les quedará de todo eso en la memoria”-.
-“Eso intento. Primero que me agradezcan la brevedad, sobre todo los que están allí sólo para dar el pésame. Luego, a ver si algo les hace pensar”….-.
-“Pero – digo yo – casi toda esta gente habrá ido a la catequesis infantil y tendrán el recuerdo de...”-.
-“Tendrán enseñanzas como loritos. Algunas mejor que las olviden. Otras que no olvidan son puro memorismo, y eso no es memoria. La memoria no está sólo en la cabeza”-.
-“Cierto. Cuando comparo lo que la otra semana escuché en tu comunidad con lo que me enseñaron en la catequesis (porque, aunque no te lo creas, yo iba a la parroquia de pequeño) pues parece que es otra religión. Me hablaron mucho del pecado y poco de Jesús.”-.
-“y te lo contarían como enseñanzas mecánicas que se quedan en el cerebro pero no llegan dentro”-.
En ese momento llegó el bus. Después de encontrar sitio, cuando arrancó la camioneta, continuó Cefe con el tema.
-“Fíjate que a mí me examinaban los catequistas por escrito, como en las pruebas objetivas que de mayor me hicieron en el instituto”-.
-“Si miras en el evangelio de Lucas - tú que ahora lo lees - verás cómo se cuenta en la infancia de Jesús que María, todo lo que veía en su hijo, lo conservaba en su corazón”-.
-“Ahí está el detalle, como decía Cantinflas, que en muchas catequesis aprenden frases de memoria mecánica, pero se les queda en el cerebro”-.
-“Yo he dicho hoy en la consagración: “hagan esto en memoria mía” ¿Cuántos de los que estaban en la celebración tendrán viva esa memoria de lo que se celebraba?”-.
Cefe había llegado a su parada y se despidió de Jaime. Él siguió mirando a los viajeros que se apretaban en el bus. Pensaba:“Este es un país que se dice cristiano… pero ¿cuántos tendrán en su corazón el recuerdo de quien dio su vida por intentar que todos tuviéramos una vida de verdad? ¿Habrá en la Iglesia una epidemia… como un alzhéimer colectivo de fe?”-.
No te pierdas la próxima semana ...
ROLLO 3.- No basta rezar.-
Jaime y la comunidad, de acuerdo con los compañeros de aquella parroquia y con la gente de las Rosas decidieron alquilar un local más amplio para las celebraciones. Iba aumentando el número de vecinos. Algunos atraídos por aquellas misas que “no eran como las otras” se iban acercando los miércoles a las 8.
(Hay dos tipos de esta triste enfermedad: el individual, producto del desgaste de neuronas en el cerebro y el social, producto de la falta de memoria colectiva. Dejemos el primero que es demasiado triste y no corresponde a lo que ahora tratamos. Pensemos en el alzhéimer social).
Había fallecido Pascual, un cuñado de Ana. La comunidad de la Rosas pensaba acompañarla. Ella les avisó que se celebraría la misa en la parroquia de San José. Allá tenía amigas. También la familia para la que Ana trabajaba quería asistir al funeral.
Cefe y Jaime fueron juntos. Un bus paraba a la puerta del templo. En el trayecto le comentaba el semi-ateo al amigo sacerdote:
-“¿Cómo piensas arreglarte con la gente que asistirá a esa misa? Seguro que no son como tu comunidad de las Rosas”-.
-“Me temo que no”-.
Era un templo normal. Ni muy grande ni muy pequeño, en una barrio normal, ni muy rico ni muy pobre, con una asistencia normal, ni muy muy ni tan tan…
Cuando Jaime subió al altar (sí, subió 5 escalones) y dijo: “el Señor está con ustedes” solamente se escuchó la respuesta de Ana, de su comunidad y alguna persona más allá por un rincón. El saludo marcaba ya cuál sería el nivel de participación en la misa. Se notaba además que los presentes (no “participantes”) no tenían mucha idea de cómo ponerse, si de pie, sentados, de rodillas… Miraban hacia donde estaban Ana y sus hermanos y seguían sus movimientos.
Jaime hizo una breve homilía hablando de la memoria que tendrían viva quienes habían conocido a Pascual, y sugirió que también en esa celebración había otra memoria, la de aquel hombre crucificado. Él era la causa por la que celebraban la misa. Dijo que esa memoria no era solo de algo del pasado sino del futuro, (alguien hizo un gesto de extrañeza) porque aquel crucificado ahora estaba resucitado y seguía caminando con nosotros en la esperanza de un mejor porvenir, donde la muerte fuera normal, no causada por le violencia, el abandono, la ausencia de medios de salud. Un mundo donde ningún ser humano fuera extraño o enemigo para los demás.
Cefe, por su deformación profesional de reportero gráfico, manejaba los ojos como si fueran la cámara, grabando en su cerebro los rostros inexpresivos, la actitud pasiva de muchos asistentes.
El saludo de paz, dándose la mano sin mirarse. Solo un grupito se acercó para abrazar a los familiares sentados en primera fila.
Se notó más la pasividad durante la comunión, cuando sólo se acercaron a comulgar los de la comunidad, con su mano extendida para recibir la eucaristía y otras cuatro personas con la lengua extendida.
Al final de la celebración: -“guardando en el corazón la memoria de Pascual” -dijo el sacerdote- y sin perder la memoria del resucitado que nos ha reunido aquí, podemos ir en paz” -.
Se formó la fila del pésame a la puerta del templo.
Esperando el autobús de vuelta, dijo el camarógrafo a Jaime:
-“Les has hecho una homilía comprimida ¿eh?”.
-“Sí. Para la plática procuro seguir el sistema de los tres pasos: decir lo que voy a decir – decirlo - y decir lo que he dicho”-.
-“¡Ja, ja. Algo se les quedará de todo eso en la memoria”-.
-“Eso intento. Primero que me agradezcan la brevedad, sobre todo los que están allí sólo para dar el pésame. Luego, a ver si algo les hace pensar”….-.
-“Pero – digo yo – casi toda esta gente habrá ido a la catequesis infantil y tendrán el recuerdo de...”-.
-“Tendrán enseñanzas como loritos. Algunas mejor que las olviden. Otras que no olvidan son puro memorismo, y eso no es memoria. La memoria no está sólo en la cabeza”-.
-“Cierto. Cuando comparo lo que la otra semana escuché en tu comunidad con lo que me enseñaron en la catequesis (porque, aunque no te lo creas, yo iba a la parroquia de pequeño) pues parece que es otra religión. Me hablaron mucho del pecado y poco de Jesús.”-.
-“y te lo contarían como enseñanzas mecánicas que se quedan en el cerebro pero no llegan dentro”-.
En ese momento llegó el bus. Después de encontrar sitio, cuando arrancó la camioneta, continuó Cefe con el tema.
-“Fíjate que a mí me examinaban los catequistas por escrito, como en las pruebas objetivas que de mayor me hicieron en el instituto”-.
-“Si miras en el evangelio de Lucas - tú que ahora lo lees - verás cómo se cuenta en la infancia de Jesús que María, todo lo que veía en su hijo, lo conservaba en su corazón”-.
-“Ahí está el detalle, como decía Cantinflas, que en muchas catequesis aprenden frases de memoria mecánica, pero se les queda en el cerebro”-.
-“Yo he dicho hoy en la consagración: “hagan esto en memoria mía” ¿Cuántos de los que estaban en la celebración tendrán viva esa memoria de lo que se celebraba?”-.
Cefe había llegado a su parada y se despidió de Jaime. Él siguió mirando a los viajeros que se apretaban en el bus. Pensaba:“Este es un país que se dice cristiano… pero ¿cuántos tendrán en su corazón el recuerdo de quien dio su vida por intentar que todos tuviéramos una vida de verdad? ¿Habrá en la Iglesia una epidemia… como un alzhéimer colectivo de fe?”-.
No te pierdas la próxima semana ...
ROLLO 3.- No basta rezar.-
Jaime y la comunidad, de acuerdo con los compañeros de aquella parroquia y con la gente de las Rosas decidieron alquilar un local más amplio para las celebraciones. Iba aumentando el número de vecinos. Algunos atraídos por aquellas misas que “no eran como las otras” se iban acercando los miércoles a las 8.