La experiencia
franciscana y la respuesta: COVID19 y más
El 29 de abril la Orden
realizó una consulta de alto nivel en línea acerca de la respuesta de la Orden
y las enseñanzas de la crisis global de COVID19. Entre los participantes
estaban el Ministro General Fr. Michael Perry y representantes de Missionszentrale
der Franziskaner, Franciscans International, Franciscan Mediterranean Network,
Franciscan Network on Migration (RFM), representantes del Comité de Animación
de JPIC y coordinadores de JPIC de la(s) Conferencia(s).
Los participantes
hablaron acerca de cómo la pandemia del COVID-19 ha exacerbado las
desigualdades sociales y económicas en la sociedad. Se teme que la pandemia
producirá más muertes por la pobreza que por el virus mismo. Los bloqueos y la
desaceleración económica muestran una pérdida desproporcionada de los ingresos
entre los que viven en las periferias. La necesidad inmediata que enfrentamos
son las llamadas por alimentación y albergue seguro.
Con el aumento de los
gobiernos de “hombres fuertes” alrededor
del mundo, se está dando una creciente desconfianza respecto al gobierno por
parte de los marginados. La restricción de la protección de la salud del
pueblo frecuentemente se ve como una
negación de los derechos humanos de la gente. La falta de atención de las
necesidades de las comunidades marginadas aparece en la deficiente prestación
de los servicios médicos y de ayuda y en conflictos con la policía. Entre los
marginados existe una creciente sensación de que están olvidados y “sin voz”.
Durante esta crisis ha
crecido el miedo a los extranjeros. Mientras las fronteras se han podido cerrar
por razones de salud, también se ha endurecido el corazón contra los
no-ciudadanos. Esto se ha ido expresando en temor a los extranjeros, racismo y
retórica más dura contra los extranjeros, especialmente los refugiados. A los
migrantes a menudo se les dice que “se vayan para su tierra” (“go home”) y no
se los incluye en los programas de ayuda.
Los gobiernos ciertamente
están discutiendo planes sobre cómo lograr la recuperación económica después de
la pandemia. Se teme que sus modelos económicos no tengan en cuenta al pueblo.
Ciertamente estamos viendo discusiones de los gobiernos sobre ablandamiento de
las leyes en las áreas del cambio climático, protección del ambiente, derechos
de los trabajadores para promover el crecimiento económico. ¿Quién se beneficia
de esta noción de crecimiento económico?
Existen desafíos y
oportunidades que se presentan a la Orden por la experiencia de la pandemia.
En el período de bloqueo
y aislamiento social la gente ha acrecentado su retorno al apoyo de la familia
y su comunidad local. Tal apoyo no sólo
es material sino también espiritual. La gente no está ofreciendo alimentos sino
cantos comunitarios, historias y arte. Se está dando un renovado sentido de
pertenencia a una comunidad local. En los bloqueos y en el aislamiento social,
estamos descubriendo que necesitamos los unos de los otros.
Una dramática disminución
de la polución en las áreas urbanas causada por la disminución de la actividad
económica, ha abierto los ojos de la gente sobre el potencial de cómo podría
verse el mundo si actuáramos más a fondo en la defensa del medio ambiente.
En la conferencia en
línea se tuvo un diálogo sobre cómo Dios estaba llamando a la Orden a responder
en medio de estos “signos de los tiempos”.
Respondimos esta
pregunta: ¿Están los hermanos preparados para servir entre los de la periferia?
Se respondió que necesitamos procurar asegurar experiencias formativas llevando
a los hermanos a conocer la vida de los marginados, ayudarles a abrazar al
leproso, y mirar el mundo a través de sus ojos.
En tiempos de dificultad necesitamos tener nuestros corazones en el
lugar apropiado para ser capaces de dar lo poco que tenemos a los que están más
necesitados.
Una fortaleza de la Orden
son las redes internacionales de nuestra Orden, que proporcionan mutuo apoyo y
entendimiento, intercambio de recursos y que dan una voz a los habitantes de
las periferias.
Nuestros servicios
podrían mejorarse a nivel global y local, incrementado el diálogo y la
cooperación con aquellos que tienen experiencia en desarrollo comunitario. Muy
frecuentemente nos fijamos precisamente en las necesidades materiales
inmediatas de la gente en vez de actuar apoyando el desarrollo y la resiliencia
de la comunidad.
El llamado de Dios a
Francisco, “Ve, repara mi Casa”, es un llamado para nosotros hoy. La encíclica
del Papa Francisco Laudato si’ y sus enseñanzas sociales son un desafío
profético para nuestra Orden.
Nuestra espiritualidad
franciscana con su enfoque en la fraternidad y en el medio ambiente tiene algo
que decir al mundo de hoy. ¡Pero esto no puede quedarse en ideas! Nuestra
espiritualidad, nuestro desarrollo de un modelo de economía del cuidado y las
enseñanzas de la Laudato Si’ tienen que hacerse concretas en las vidas de los
hermanos y de las comunidades a las cuales ellos sirven.
Hno. Joe McKay, OFM,