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18 de junio de 2020

Experiencia



La experiencia franciscana y la respuesta: COVID19 y más

El 29 de abril la Orden realizó una consulta de alto nivel en línea acerca de la respuesta de la Orden y las enseñanzas de la crisis global de COVID19. Entre los participantes estaban el Ministro General Fr. Michael Perry y representantes de Missionszentrale der Franziskaner, Franciscans International, Franciscan Mediterranean Network, Franciscan Network on Migration (RFM), representantes del Comité de Animación de JPIC y coordinadores de JPIC de la(s) Conferencia(s). 

Los participantes hablaron acerca de cómo la pandemia del COVID-19 ha exacerbado las desigualdades sociales y económicas en la sociedad. Se teme que la pandemia producirá más muertes por la pobreza que por el virus mismo. Los bloqueos y la desaceleración económica muestran una pérdida desproporcionada de los ingresos entre los que viven en las periferias. La necesidad inmediata que enfrentamos son las llamadas por alimentación y albergue seguro.


Con el aumento de los gobiernos de  “hombres fuertes” alrededor del mundo, se está dando una creciente desconfianza respecto al gobierno por parte de los marginados. La restricción de la protección de la salud del pueblo  frecuentemente se ve como una negación de los derechos humanos de la gente. La falta de atención de las necesidades de las comunidades marginadas aparece en la deficiente prestación de los servicios médicos y de ayuda y en conflictos con la policía. Entre los marginados existe una creciente sensación de que están olvidados y “sin voz”.

Durante esta crisis ha crecido el miedo a los extranjeros. Mientras las fronteras se han podido cerrar por razones de salud, también se ha endurecido el corazón contra los no-ciudadanos. Esto se ha ido expresando en temor a los extranjeros, racismo y retórica más dura contra los extranjeros, especialmente los refugiados. A los migrantes a menudo se les dice que “se vayan para su tierra” (“go home”) y no se los incluye en los programas de ayuda.

Los gobiernos ciertamente están discutiendo planes sobre cómo lograr la recuperación económica después de la pandemia. Se teme que sus modelos económicos no tengan en cuenta al pueblo. Ciertamente estamos viendo discusiones de los gobiernos sobre ablandamiento de las leyes en las áreas del cambio climático, protección del ambiente, derechos de los trabajadores para promover el crecimiento económico. ¿Quién se beneficia de esta noción de crecimiento económico?
Existen desafíos y oportunidades que se presentan a la Orden por la experiencia de la pandemia.

En el período de bloqueo y aislamiento social la gente ha acrecentado su retorno al apoyo de la familia y  su comunidad local. Tal apoyo no sólo es material sino también espiritual. La gente no está ofreciendo alimentos sino cantos comunitarios, historias y arte. Se está dando un renovado sentido de pertenencia a una comunidad local. En los bloqueos y en el aislamiento social, estamos descubriendo que necesitamos los unos de los otros.

Una dramática disminución de la polución en las áreas urbanas causada por la disminución de la actividad económica, ha abierto los ojos de la gente sobre el potencial de cómo podría verse el mundo si actuáramos más a fondo en la defensa del medio ambiente. 

En la conferencia en línea se tuvo un diálogo sobre cómo Dios estaba llamando a la Orden a responder en medio de estos “signos de los tiempos”.

Respondimos esta pregunta: ¿Están los hermanos preparados para servir entre los de la periferia? Se respondió que necesitamos procurar asegurar experiencias formativas llevando a los hermanos a conocer la vida de los marginados, ayudarles a abrazar al leproso, y mirar el mundo a través de sus ojos.  En tiempos de dificultad necesitamos tener nuestros corazones en el lugar apropiado para ser capaces de dar lo poco que tenemos a los que están más necesitados. 

Una fortaleza de la Orden son las redes internacionales de nuestra Orden, que proporcionan mutuo apoyo y entendimiento, intercambio de recursos y que dan una voz a los habitantes de las periferias.

Nuestros servicios podrían mejorarse a nivel global y local, incrementado el diálogo y la cooperación con aquellos que tienen experiencia en desarrollo comunitario. Muy frecuentemente nos fijamos precisamente en las necesidades materiales inmediatas de la gente en vez de actuar apoyando el desarrollo y la resiliencia de la comunidad. 

El llamado de Dios a Francisco, “Ve, repara mi Casa”, es un llamado para nosotros hoy. La encíclica del Papa Francisco Laudato si’ y sus enseñanzas sociales son un desafío profético para nuestra Orden.

Nuestra espiritualidad franciscana con su enfoque en la fraternidad y en el medio ambiente tiene algo que decir al mundo de hoy. ¡Pero esto no puede quedarse en ideas! Nuestra espiritualidad, nuestro desarrollo de un modelo de economía del cuidado y las enseñanzas de la Laudato Si’ tienen que hacerse concretas en las vidas de los hermanos y de las comunidades a las cuales ellos sirven.

Hno. Joe McKay, OFM,
Coordinador JPIC de SAAOC – Brisbane
Tomado de:OFM