Enséñame tus caminos (salmo 24)
magníficas carreteras, rutas en el aire y en
el mar,
por las que avanzamos cómoda y
rapidísimamente;
pero no sabemos el camino,
porque el orgullo nos ciega.
Corremos por nuestros caminos
nerviosos, ansiosos y agitados,
pero no sabemos por qué corremos ni a dónde
vamos.
Tú enseñas tus caminos a los humildes,
a los que escuchan tu palabra
y confían en tu misericordia.
Haznos humildes, Señor, y enséñanos tus
caminos,
los que se adentran en los campos de la vida,
los que escalan las cimas de la libertad,
los que llegan a las cumbres del amor,
los que desembocan en las puertas de la dicha,
los que te alcanzan a ti, Señor, nuestro Dios.
Enséñanos, Señor, tus caminos,
o mejor, hazte para nosotros camino,
por el que corramos sin tropiezo,
con lealtad y rectitud;
que cada paso nos adentre en ti,
nos transforme en ti
y nos llene de tu Espíritu.
Nosotros, los seguidores del Camino,
aunque débiles, cansados, perezosos.
Hazte camino para todos.
Que los hombres aprendan a encontrarse en ti,
con lealtad y rectitud,
y experimenten tu misericordia y tu ternura,
que son eternas.
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