Los Zapatos Misteriosos y Solidarios
Les recuerdo que este libro no es un libro; es una continuación de un cuento
llamado Los Zapatos de Ninguna Parte. Al decir que esto no es
un libro, exagero; quiero decir que no es un cuento ni novela sino
una historia real que tampoco lo es, sino algo que quería ser
historia real pero no puede serlo porque le faltan medios para serlo,
para ser realidad los proyectos pendientes y así lograr conseguir
fondos para el “viaje” de Acción Marianista y llegar antes a
los 90.000 km. (lo que equivale a 90.000 euros.) Todo esto para
unirnos a la campaña iniciada por Acción Marianista !Sumando
kilómetros! para que se puedan cumplir con los compromisos
económicos adquiridos con las personas vulnerables que participan de
los proyectos 2020. Ver proyecto>> Sumando kilómetros.
Vamos
entonces a la segunda parte de
Los
Zapatos Misteriosos y Solidarios
Buenos
días.
Toribio
se levantó con la misma duda albanesa de la noche anterior,
pero con la seguridad de que los zapatos no le iban a
fallar y que él tenía que ir a Albania para ayudar a los
músicos de aquí y a los rom de allí, porque para eso eran
pobres preferidos de Dios como tanto había oído decir a
los curas (aunque a veces no se notaba demasiado).
Tuvo
que cruzar buena parte de la ciudad hasta llegar a una
calle con mucha circulación. Miraba el papel: calle Fráncisco
Silvela y los portales hasta llegar al 71. Aquí. Subió al
tercero. Una puerta con varios letreros de oficinas, uno de
ellos ACCIÓN MARIANISTA (“yo pensé que sería un hotel
barato donde estaban los gitanitos”- se dijo Toribio). Cuando
le abrió una de las jóvenes gitanas, comprendió que aquello
seguía siendo una tribu urbana. Realmente eran oficinas pero
los romanís se habían alojado con sacos de dormir y mantas
por todos los rincones. En ese momento estaban tomando café
y unas pastas…
Salió
Pedro al que se veía, no sólo como chófer sino como jefe
de la expedición y pronto comprendió Toribio que aquellos
gitanos eran difíciles de engañar. Se habían informado bien
de quién era Toribio y su familia y justamente se pusieron
delante de su casa familiar porque conocían su buena voluntad y
querían pedir su ayuda. No conocían nada de sus
misteriosos zapatos pero sabían que algo podría hacer cuando
se ofreció tan decidido.
En
una alegre y breve conversación le dieron a Toribio un sobre
cargado de billetes. El joven los contó delante de ellos y
ellos le dieron la dirección de Fundación Santa Maria en Lezhë.
Prudentemente
no les dijo nuestro amigo volador si era él o algún amigo
quien iba a hacer el recado. Pero, con la rapidez que se
encargó del mensaje quedaron con la idea de que algún
aviador conocido tenía que viajar por allí, y le llevaría.
Volvió
a casa Toribio, hizo una pequeña mochila como si fuera a
la Pedriza de Madrid, les dejó un mensaje a la familia, se
puso los “invis”, les dio una palmadita y les
dijo: ”compañeros nos vamos para… Albania”. Y desapareció...