PALABRAS A VOLEO
Pues vamos a plantear hoy una palabra molesta. Un intento de muchos seres humanos es tener en su vida todo muy claro y definido. Uno de los refranes españoles más frecuentes nos lo dice: las cosas claras y el chocolate espeso. Pues parece ser que a Jesús le gustaba el chocolate espeso y todo lo demás también espeso. Le gustaban las...
MEZCLAS
El campo de trigo donde alguien mezcló cizaña, el pan integral,
el árbol lleno de nidos pero que nace de una pequeña semilla
de mostaza. Todo mezclado: lo grande y Lo pequeño, lo
iluminado y lo oscuro, los buenos y los malos junto con los
regulares… Los jardines están divididos en rosales, claveles,
pinos, cedros y con sus tamaños semejantes o proporcionados.
Pero
ahora aparece ese Francisco y se va a arreglar el mundo y
la iglesia, pero no en el vaticano con todas sus columnas
iguales, en círculo, del mismo tamaño, sino al sitio
mas selvático y distinto del mundo, al Amazonas, mejor en
femenino: La Amazonia, donde la gente no puede pasear con el
perrito porque se lo comen los caimanes.
Lo
del trigo y la cizaña es un chiste comparado con los
árboles, plantitas, flores, serpientes, pajaritos coloridos,
extraños animales “en vías de extinción “hombres y mujeres
“en peligro de que los extingan los extractores de petróleo”,
indígenas o naturales que hablan inglés y empiezan a
estudiar informática. Menuda mezcla que se ha montado en la
tierra más complicada del mundo y enfrentándose con algunos
de los tiranos más brutales y descerebrados y descorazonados que
aparecen cuando parecía que ya había pasado esa plaga.
Como
eco de esa mezcla selvática tenemos aquí ahora otra a la
sombra del mismísimo vaticano y sus columnas, cuando empiezan
a tambalearse allí no las columnas pero sí las mitras, los
báculos, los hombres corrientes que se habían
pegado nombres de monseñores y eminencias y se dan cuenta
de que ellos, como todos, no necesitan gorros ni bastones
especiales y que ya ni siquiera el reino de Dios, que fue cosa
de hace 20 siglos o menos no encaja, como no encajan coronas ni
cetros y basta con sentirnos todos, los que somos seres
humanos… sentirnos simplemente el cuerpo de Dios como ha
propuesto una mujer teóloga muy inteligente y normal. Tan
normal como el Amazonas que es bastante más normal que el
círculo de columnas del Vaticano.