El Padrenuestro: Padre
nuestro que estás en los cielos
Padre,
las oraciones que me
enseñó la abuela:
pobrecita, ella reposa
ahora,
no tiene que lavar,
limpiar, no tiene
que preocuparse andando
el día por la ropa, no tiene que velar por
la noche, pena y pena, rezar, pedirte cosas,
rezongarte dulcemente.
Desde los cielos
bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre
en esta esquina,
que no sé de qué sirve
haber nacido,
que me miro las manos
rechazadas,
que no hay trabajo, no
hay,
bájate un poco,
contempla
esto que soy, este
zapato roto,
esta angustia, este
estómago vacío,
esta ciudad sin pan
para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia,
castigado por el frío, perseguido.
Te digo, que no
entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,
yo no robé, no asesiné,
fui niño
y en cambio me golpean
y golpean,
te digo que no
entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no
tengo y voy
a agarrarme la rabia y
a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en
cuello
porque no puedo más,
tengo riñones
y soy un hombre,
bájate, ¿ que han hecho
de tu criatura, Padre ?
¿ Un animal furioso
que mastica la piedra
de la calle ?
( Oración de un desocupado
de Juan Gelma, poeta contemporáneo argentino )
¿ Cómo rezar hoy el
padrenuestro ?
Con el mismo espíritu
con que Jesús se dirigía al Padre y con la misma valentía con que lo rezaban
los primeros mártires cristianos. En medio de las torturas invocaban a Dios
omnipotente a la vez que Padre misericordioso. Jesús no tuvo una vida idílica,
sino al contrario, bien comprometida y cargada de conflictos que culminaron en
su crucifixión, Y en medio de los desgarros rezaba a su Padre bienamado, no
para pedirle que le librase de las pruebas o del cáliz de amargura, sino
suplicándole la fidelidad a su voluntad. También para Jesús, Dios era
simultáneamente un Padre cercano y distante. El grito lacerante de la cruz
revela
la experiencia dolorosa
de Jesús ante la ausencia del Padre; aunque al final, le sentía acogedor:
<< A tus manos encomiendo mi espíritu >> ( Lc 23,46).
Al rezar el
Padrenuestro, los ojos del cristiano no miran hacia atrás en busca de un pasado
ancestral, sino adelante, en la dirección desde la que nos llega el reinado
prometido por el Padre que está arriba, en los cielos. El hacia adelante y
hacia arriba configuran la actitud de esperanza y de fe en un amor que se
alegra con el Dios-Padre cercano, pero que ama también al Dios- Padre distante.
Semejante actitud ni alinea ni deshumaniza; al contrario, sitúa al hombre en su
grandeza de hijo ante el Padre querido.