1 Entonces se adelantó Pedro y le preguntó:
- Señor, y si mi hermano me sigue ofendiendo, ¿cuántas veces lo tendré
que perdonar?, ¿siete veces?
22 Jesús le contestó:
- Siete veces, no; setenta veces siete. 23 Por esto el reinado de Dios
se parece a un rey que quiso saldar cuentas con sus empleados.
24 Para empezar, le presentaron a uno que le debía muchos millones. 25
Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, con su
mujer, sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara con eso.26 El empleado se
echó a sus pies suplicándole: "Ten paciencia conmigo, que te lo pagaré
todo".
27 El señor, conmovido, dejó marcharse a aquel empleado, perdonándole
la deuda. 28 Pero, al salir, el empleado encontró a un compañero suyo que le
debía algún dinero, lo agarró por el cuello y le decía apretando: "Págame
lo que me debes".
29 El compañero se echó a sus pies suplicándole: "Ten paciencia
conmigo, que te lo pagaré". 30 Pero él no quiso, sino que fue y lo metió
en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
31 Al ver aquello sus compañeros, quedaron consternados y fueron a
contarle a su señor lo sucedido. 32 Entonces el señor llamó al empleado y le
dijo:
- ¡Miserable! Cuando me suplicaste te perdoné toda aquella deuda. 33
¿No era tu deber tener también compasión de tu compañero como yo la tuve de ti?
34 Y su señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara
toda su deuda.
35 Pues lo mismo os tratará mi Padre del cielo si no perdonáis de
corazón, cada uno a su hermano.