Salmo 24
Enséñame tus caminos
Enséñame, Señor, tus
caminos,
pero no solo con
palabras.
Enséñame desde dentro,
grábalos con fuego en
mis entrañas.
Háblame, si, buen
Maestro,
en lo más íntimo del
alma,
palabras vivas y
eficaces
que penetren como
espadas.
Enséñame, Señor, tus
caminos,
que no sean sólo
enseñanzas,
caminos que ya fueron
vida,
sendas que ya han sido
andadas.
Camino hecho carne en
tu madre,
camino de fe y
esperanza,
camino alfombrado de
amores,
camino de entrega y de
gracia.
Camino que fue
recorrido
por peregrinos del alma
y que descansan gozosos
en tu entrañable
morada.
Enséñame, Señor, tus
caminos,
que son libertad no
estrenada,
vida y luz en el
destierro, y alegría solidaria.
Hazme ver mis
desviaciones,
mis sendas equivocadas,
que son pecado y
fatiga,
tristeza y
desesperanza.
Quiero andar por los
caminos
de esa entrañable alianza
que hiciste con los
humildes,
dóciles a tu palabra.