Quieres suscribirte al blog?

Colaborando con...

4 de septiembre de 2020

Washington en obra de tres actos.


En Washington han sido capaces de ver lo que desde la Casa Presidencial, el Congreso y la Corte Suprema de Justicia no han podido detectar.

Primer acto: El canciller Pedro Brolo viaja alegremente a la toma de posesión del nuevo presidente de República Dominicana, Luis Abinader, y en Santo Domingo recibe allá solicitud de la delegación estadounidense para una reunión bilateral con el subsecretario de Estado para asuntos hemisféricos, Michael G. Kozak. ¿Los temas a tratar? Asuntos bilaterales, la pandemia, porque está de moda, y otras cosas de interés para Washington.
Luis Arreaga y Alejandro Giammattei en un evento de 2019.
Según acto: Aparece Brolo con su mascarilla con diseños típicos y sus asistentes con mascarillas N95, pues saben que Estados Unidos es el país con más casos de contagio en el mundo y quien quita les lleven el virus. Los estadounidenses llegan puntualmente a la cita. La reunión es cordial y el mensaje claro: Se debe respetar el Estado de Derecho y a Washington le preocupa la actitud que se ha desatado contra la Corte de Constitucionalidad (CC) desde los tres poderes del Estado.

Tercer acto: En Guatemala, Aparece por fin el embajador Luis Arreaga con un mensaje decisivo. El escenario es un acto de la CC, en presencia de algunos de los magistrados cuyas cabezas piden los poderosos del país. A ellos, el diplomático les dice: estamos con ustedes y les apoyamos –palabras más, palabras menos–, lo que significa que tienen el respaldo del imperio.


Más claro no canta un gallo. El mensaje llega desde Washington y desde La Reforma –sede de la embajada de ese país– con contundencia. ¿Por qué ese repentino cambio en la política exterior estadounidense hacia Guatemala? Seguramente hay varias razones que han sido analizadas en el Departamento de Estado, entre ellas, que seguir en la ruta que llevan el Ejecutivo, el grupo de diputados aliados, magistrados de la CSJ y la Fiscal General, llevaría al país a una situación de caos político en medio de plena pandemia y habría ingobernabilidad.

Aunque la gran mayoría del pueblo está preocupado y adormecido por el nuevo coronavirus y el covid-19 –o la covid-19, como prefiera el lector–, ya hay brotes de malestar ciudadano por los abusos, falta de transparencia y por el aprovechamiento de los poderes oscuros para intentar asaltar la CC, lo que sería un golpe para la institucionalidad y la democracia.

No hay que olvidar que el Congreso y la propia CSJ y el MP, han ignorado las resoluciones de la CC, algo que debilita nuestro ya maltrecho Estado de Derecho. Por eso –además– un grupo de ciudadanos destacados y de mucha trayectoria, han solicitado la intervención del Relator Especial para la independencia de Jueces y Magistrados de la ONU –con sede en Ginebra–, Diego García-Sayán, para que haga un llamado urgente para que se respeten los fallos de la CC y le piden que haga una visita al país para comprobar la gravedad de la situación.

Aquella obra de tres actos provocó hasta ahora únicamente un cambio en el discurso –que no así en sus acciones– del presidente Alejandro Giammattei, quien sí declaró que se deben respetar los fallos del órgano constitucional, pero no ha movido un dedo para llevar al redil a su bancada de diputados y a sus terribles aliados, como sí lo hizo antes para integrar el bloque contra los magistrados. Cualquiera sabe que las palabras, si no van acompañadas con hechos, se las lleva el viento.

Yo espero que el peruano García-Sayán tome cartas en el asunto chapín. No se dice suficiente, ni se reconoce, pero estamos ante otro asalto brutal para que el poder político pueda seguir manipulando al sistema de justicia y garantizar así, el marco de impunidad que ha privado durante las últimas décadas, o quizás siempre, pero no al nivel al que se le quiere llevar.

Lo peor, hay poco margen de acción para encontrar rutas o mecanismos que garanticen la independencia de jueces y magistrados.

Sin embargo, debo reconocer que muchas veces suceden cosas inesperadas –como el cambio en la línea mostrado por Washington esta vez–, que hacen que lo que parece imposible, sea posible. Ojalá esos hechos se den pronto, porque estamos en camino al despeñadero y no hay muchos que tengan conciencia de lo que está sucediendo en el país y su efecto en el mediano y largo plazo.

Gonzalo Marroquín Godoy
Nómada
Guatemala