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9 de octubre de 2020

Palabras para el silencio

 

Iglesia (la Iglesia del siglo XXI)

 


 

  --  Para el año 2000 sueño con una Iglesia sinfónica,

   popular, de hermanos con diversos carismas del

   Espíritu, donde todos se sientan colaboradores, en

   la que el ministerio pastoral ejerza la autoridad con

   caridad, con humildad y espíritu de servicio. Y la

   comunidad sepa dialogar u opinar dentro de ella misma,

   con libertad, con respeto, con realismo y con espíritu de

   familia. Una Iglesia que siga potenciando los cauces de

   corresponsabilidad del Pueblo de Dios, de acuerdo con

   la eclesiología del Vaticano II.

  

   -- Una Iglesia ecuménica y universal- valga la redundancia -,

   reunida y unida, en la que el ministerio de Pedro se ejerza

   sobre orientales, católicos y protestantes, como una referencia

   para momentos de conflicto doctrinal, promoviendo la unidad

   en la diversidad, y, como autoridad para casos extremos de

   ruptura en la comunidad local, el lema de San Agustín: En lo

   necesario, unidad; en lo dudoso, libertad; y en todo, caridad.

 

    -- Una Iglesia que no se proponga otra misión ni tenga otra

   obsesión que anunciar a Jesucristo. Una Iglesia que, reconociendo

   y valorando las semillas del Verbo que el Espíritu Santo ha

   esparcido en las diversas religiones, se mantenga inquebrantablemente

   fiel a Jesucristo como manifestación suprema y normativa de

   Dios al mundo y a la historia.

 

 --  Una Iglesia que sepa inclinarse ante Dios en la oración y ante

    el hermano en la acción, viviendo la vida como una liturgia y la

    liturgia como una vida.

 

 --  Una Iglesia liberadora de todas las esclavitudes: materiales y

    morales, corporales y espirituales, individuales y estructurales,

    temporales y eternas.

 

 --  Una Iglesia que viva pobre con los pobres, humilde con los humildes

    y sencilla con los sencillos.

 

 --  Una Iglesia que no sea violenta, polémica o fanática, aunque sí

    fervorosa y entusiasta en la vivencia de su fe, valiente en el anuncio

    del Evangelio y fiel al lado del tesoro de la tradición. En la que los

    teólogos estén llenos de ciencia, en diálogo con la cultura humana,

    pero que busquen ante todo la sabiduría cristiana, y orienten y animen

    a los fieles en el camino de la santidad.

 

 --  Una Iglesia franciscanamente ecologista, mirando en la naturaleza no

     solo lo pragmático y material del medio ambiente, sino también la

     belleza del hombre y la creación, como reflejo de la infinita hermosura

     de Dios, y como hogar de la familia humana.

  

   ¿ Esto es soñar despierto ? Creo que todo está en nuestras manos, porque

      está en las manos de Dios. Mucho ya lo vivimos, pero mucho nos falta.

      Hemos hecho bastante, mas no lo suficiente.

 

   ( Alberto Iniesta Obispo )