CASALDÁLIGA
Y LOS VIENTOS DEL VATICANO II
Los vientos
procedentes del Pacto de las Catacumbas firmado durante el Concilio Vaticano II
llegaron hasta Pere Casaldáliga, aunque él no fue uno de ellos.
Pocos años después del Vaticano II se celebró en Colombia la Conferencia de Medellín (llamada también <<Pacto de la Iglesia sierva y pobre >>, en la que los obispos latinoamericanos profundizaron sus compromisos con la opción por los pobres, alineándose así con la incipiente teología de la liberación.
Medellín fue
entendida por muchos como la bienvenida latinoamericana a los vientos
procedentes del Vaticano II. Aunque estuviera de acuerdo con el análisis,
Casaldáliga, que no participó en ninguno de los dos encuentros, cree que
Medellín fue mucho más que eso. Para él, <<fue nuestro
Pentecostés>>, definición que repitió varias veces.
Considerando que
Pentecostés es una fiesta que para los cristianos significa la celebración de
la venida del Espíritu Santo que transformó a los apóstoles, podemos
interpretar que Medellín fue un soplo del Espíritu Santo sobre la Iglesia
latinoamericana.
Hoy, como diría
Van Gogh, <<el viento sigue soplando>>. Durante mucho tiempo, los
participantes en Medellín, así como los firmantes del Pacto de las Catacumbas,
no fueron bien considerados por el Vaticano; pero en el mundo actual es posible
decir que el Papa Francisco desempeña precisamente el papel que estos obispos
ejercieron: el de llevar el soplo del espíritu a las nuevas generaciones.
Como explica
monseñor Angélico Bernardino, obispo emérito de Blumenau, Florianópolis,
<< el Papa Francisco nos invita a ser una Iglesia en salida, de acuerdo
con el Concilio Vaticano II. Pedro siempre fue un apóstol>>. Concluye Don
Angélico:
Necesitamos
recibir el olor de la gente. Nosotros que tenemos autoridad en la Iglesia
debemos comportarnos como aquellos que lavan los pies. El que es más grande
debe obrar como un servidor. Sabemos que esto se ha dejado un poco de lado a
través de los siglos, y nosotros, obispos, cardenales, sacerdotes, nos fuimos
mezclando con el poder de este mundo. Históricamente, eso ha sido una especie
de contaminación que se ha aferrado a nosotros en nuestro caminar. Y todavía
hoy aceptamos que el sacerdote sea llamado a menudo su reverendísima, el obispo
su excelencia, el cardenal su eminencia, y el Papa su santidad. El título que
Jesús nos da y que debemos comprender es: <<todos vosotros sois
hermanos>>.
Antonio Canuto
va más allá y cree que, en la Iglesia católica brasileña, <<Pedro es el
único obispo que nunca utilizó ningún distintivo que le diferenciase de otras
personas y lo identificase como obispo>>.
UN OBISPO CONTRA
TODAS LAS CERCAS
(Vida y causas de Pedro Casaldáliga)